Diario de León

Formación

La robótica es coser y cantar en León

El talento tecnológico se cultiva en verano en FabLab. Montar un circuito eléctrico y practicar la costura al mismo tiempo es posible en FabLab León. Una veintena de niños y niñas han participado en la escuela de verano que combina el aprendizaje tecnológico con las tareas manuales, artísticas y la convivencia. El objetivo es crear una cantera de talento tecnológico en León que apoye la transformación a nivel local.

Uno de los niños que participa en FabLab. MIGUEL F. B.

Uno de los niños que participa en FabLab. MIGUEL F. B.

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Among us es un popular videojuego que admite múltiples participantes. En FabLab León se ha convertido en la mascota para poner en práctica un circuito eléctrico con material textil. Un ejemplo básico de lo que es la ropa inteligente .

El muñequito es uno de los proyectos de la escuela de verano de esta nave pionera en la difusión y entrenamiento en las disciplinas científicas y tecnológicas, a cuyo acrónimo en inglés han añadido una ‘a’ para incorporar el arte: steam.

El circuito eléctrico está diseñado para que, dependiendo del lugar donde se pulse, una pequeña luz led se enciende con diferente color. Incluso se puede hacer la combinación cromática con los colores básicos. Para empezar la obra hay que cortar el patrón de Among us, que han realizado en fieltro con sus distintas partes. Y para terminar hay que coser el muñeco. Con la aguja se practica la motricidad fina y se pinchan los prejuicios de género. «A estas edades no tienen prejuicios y se prestan a hacer cualquier actividad», explica Nuria Robles.

La tecnología no está reñida con las actividades manuales, sino todo lo contrario. Lo primero que reciben los niños y niñas que participan en los talleres de FabLab León es un estuche con lápices de colores. Y a partir de ahí empieza su entrenamiento con ‘juguetes’ y pequeños robots.

«Pretendemos que aprendan conceptos tecnológicos a través de proyectos sencillos, como el llavero interactivo que realizan el primer día», añade Robles. El primer circuito eléctrico lo hacen personalizando una postal y la impresión en 3D lo practican con un llavero para su mochila que diseñan.

Todos los objetos que realizan en el taller se los llevan a casa. El aprendizaje continúa mientras explican en familia lo que han hecho. La escuela de verano de FabLab es una versión intensiva de los talleres que desarrolla a lo largo del curso. «Nuestro objetivo es crear una cantera de talento tecnológico, creativo e innovador que contribuya al cambio, transformación y desarrollo local», subraya la coordinadora. A lo largo del programa un portafolio de 20 proyectos con ayuda de nuevas tecnologías y fabricación digital

FabLab León puso en marcha estos talleres a raíz del vacío de actividades extraescolares que se produjo con la pandemia. «Disponíamos de un espacio con muchas posibilidades para cumplir las medidas de seguridad y nos parecía que era una oportunidad para ofrecer el contacto con otros niños y compartir», apunta Nuria Robles.

La importancia de trabajar en equipo es uno de los valores añadidos a la iniciación en la tecnología, uno de cuyos ‘secretos’ es aprender por repetición. Hay que ensayar y errar mucho para conseguir las destrezas necesarias y después ver la utilidad que esos objetos aparentemente extraños tienen en el mundo real.

El Among us que fabrican a mano en la escuela de verano es una forma de iniciar a los más pequeños en algo absolutamente en boga como es la innovación en el textil tanto con fines de moda como de tipo terapéutico.

«Una alumna del FabLab de Montreal ha diseñado una suela inteligente con este mismo sistema que sirve para iluminar los cordones con diferentes colores y analiza la pisada mediante unos sensores de presión», explica la coordinadora del centro leonés.

Un tutorial que cada niño y niña tiene en la pantalla que preside su puesto en la mesa montada en semicírculo destripa las instrucciones a seguir paso a paso. Tres nonitores y la coordinadora están pendientes de la tarea y apoyan su ejecución.

Tania destaca las «ganas de aprender» que tienen los niños y niñas. «Son como esponjas», comenta esta joven que llegó de Perú y hace dos años descubrió en FabLab León su vocación por la tecnología. «Están en edades en las que no tienen barreras», apostilla Pablo Núñez.

Edgar de la Rubia, otro de los monitores, está en el campo de la moda y la tecnología. Dejó su trabajo en unos grndes almacenes y está en el programa Fabricademy. «La instrucción con chicos es muy gratificante. Descubres que son capaces de diseñar y llevar a cabo proyectos con continuidad», explica. Y lo que es más sorprendente: «Te dan ideas a las que tú nunca llegarías, lo que en marketing se llama la idea feliz». Son una cantera de talento tecnológico porque son talentos en potencia que hay que cuidar y cultivar. La estrella lámpara, el último proyecto del campamento de verano, que desarrollan en tres jornadas, es como el premio final. «Les gusta por el esfuerzo» y les recordará que su talento tecnológico está ahí. Que no se lo quite nadie.

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