Diario de León

El leonés que mide los vientos de Júpiter

De jugar en los Ancares al Observatorio de París con el telescopio James Webb. Pablo Rodríguez Ovalle, nacido en Pereda de Ancares (Lillo del Bierzo), realiza su doctorado internacional en Astrofísica en el Observatorio de París. Con imágenes del telescopio James Webb, que orbita a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, y otras herramientas como el Miri se adentra en la atmósfera y los vientos de Júpiter y Saturno, planetas que apenas han cambiado desde que nació el sistema solar. 

Conferencia de Pablo Rodríguez Ovalle en el observatorio astronómico del Coto Escolar. F. Otero Perandones.

Conferencia de Pablo Rodríguez Ovalle en el observatorio astronómico del Coto Escolar. F. Otero Perandones.

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A Pablo Rodríguez Ovalle (Pereda de Ancares. 1998) es fácil imaginarle como a la becaria que interpreta Jennifer Lawrence en la película No mires arriba. Mirando las trayectorias de las estrellas cuando unas ecuaciones le alertan de un fenómeno extraño. «No se aleja mucho de lo que hago», dice entre risas a través del teléfono este joven que salió del IES Beatriz Ossorio de Fabero para convertirse en ingeniero electrónico en la Universidad del País Vasco y decantarse por la astronomía en sus estudios doctorales, tras hacer el máster en Ciencias del Espacio. «Me gustaba la física y salió esta oportunidad y la aproveché», comenta sobre sus estudios internacionales de astronomía y astrofísica en la Universidad París Cité y el Observatorio de París, con una estancia de tres meses en su universidad de origen en Euskadi.

Su misión se enmarca dentro de los programas de estudio del sistema solar con atención específica a los planetas Júpiter y Saturno con la ayuda de las imágenes del telescopio James Webb. «Júpiter, con sus lunas y sus anillos, es un objeto muy brillante y rápido y es un reto para el telescopio observarlo», explica.

El joven investigador leonés se centra en la región polar sur de Júpiter, «donde se forman las auroras, que son el resultado de partículas que nuestro sol emite y el campo magnético del planeta canaliza hacia los polos, en busca de especies químicas nuevas», añade. 

Trabajar en el primer programa de observación de este telescopio «es una gran oportundad», admite Ovalle. Y es que este observatorio internacional fue lanzado el 25 de diciembre de 2021 al espacio, donde es programado para captar las imágenes de la galaxia. En Bilbao mide los vientos de Júpiter y la relación entre los vientos, la temperatura y la química. 

Las observaciones que realiza con imágenes del telescopio Webb son cortas, de unos ocho minutos, y todavía no ha llegado a la que denomina «observación buena» que se centra en el polo sur. «Otros instrumentos como el que es mi principal (Miri) hace tomas de 8 minutos pero 4 veces, por tanto 32 minutos. 

Normalmente repetimos estas observaciones tres veces, resultando un total de 90 min más o menos. En general, todos los datos que yo uso se habrán tomado en unas 6 horas», explica.  Los anillos de Júpiter son difíciles de captar incluso por este supertelescopio debido a que «son muy tenues», al contrario de lo que sucede con Saturno.

«Alrededor de Júpiter hay como una capa muy fina, que es una niebla muy alta que aún no se sabe lo que es», explica el futuro astrónomo. Su trabajo es «bastante difícil». No se trata de hacer una serie de resultados entregables. Tiene que hacer un modelado de la atmósfera de este planeta a partir de cálculos matemáticos con las moléculas de hidrógeno, helio, metano, amonio y otros gases que la integran.

Un trabajo que se apoya en la teoría del transporte radiativo. «Cuando usamos espectroscopia vemos un planeta a la vez en distintos colores (o frecuencias de la luz). Cada una contiene información de la temperatura y química de la atmósfera a alturas determinadas. Estudiando muchas frecuencias a la vez podemos analizar cómo la temperatura y química cambian en diferentes alturas de la atmósfera del planeta», señala.

Interés del estudio
«Júpiter y Saturno pueden aportar información sobre cómo era la Tierra; sus atmósferas no han cambiado»

Para medir los vientos utiliza dos imágenes del James Webb con diez horas de diferencia. la rotación del planeta. De esta manera, calculando la distancia puede conocer la velocidad. Para medir los vientos también se quieren servir de una nueva modalidad de investigación que es la crowdresearh, usando imágenes de astrónomos amateur para su análisis.

«Júpiter y Saturno son dos planetas que se caracterizan por tener una atmósfera que no ha cambiado casi desde que nació el sistema solar, al contrario que Venus», apunta el ingeniero leonés. Esta circunstancia hace que sean idóneos para encontrar «información de cómo era nuestro planeta en sus inicios», añade.

El leonés también participará en el análisis de Saturno. «Como este planeta tiene el eje de rotación inclinado, las observaciones se harán en otoño y el plan es seguir observando a Saturno con el Webb durante los veinte años que dure el telescopio para ver cómo las estaciones afectan al planeta». En Saturno verán un trozo del hemisferio norte y podrá contemplar otro fenómeno extraordinario: el hexágono de Saturno. Un jet de viento que tiene forma de hexágono.

Estas incursiones en Júpiter y Saturno con el apoyo de las imágenes del telescopio gigante, que orbita a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, son «el primer paso para estudiar los exoplanetas, más difíciles de ver porque no orbitan en nuestro sistema solar.

«El planeta pasa por delante de la estrella que orbita y analizando su luz, con el método del tránsito se puede conocer su química, temperatura, etcétera». El doctorado que realiza en el Laboratorio de Estudios del Espacio (Lesia) y el Observatorio de París combina la investigación pura con la docencia. Este curso se ocupará de ayudar al profesorado para dar el temario sobre exoplanetas e instrumentación óptica. Cuando termine el doctorado, Pablo Rodríguez Ovalle tiene en mente volver a España que cuenta con institutos de astronomía de Granada y Canarias y otros centros en Bilbao y Oviedo.

 

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