Diario de León

LENCERÍA A LA VISTA

Enseñar el sujetador, tanga, «bralette» o «bodies» de encaje o el corsé está de moda. Diseñadores, estilistas e “influencers” se han puesto de acuerdo para que la ropa íntima ocupe un primer plano.

javier lizón

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Jean Paul Gaultier y Vivienne Westwood se encargaron de difuminar las barreras entre ropa interior y exterior. Luego en la década de los 90, se dejó a la vista las finísimas tiras del tanga. Así saltó la lencería a la calle y, ahora, de nuevo muestra su faceta más romántica, traviesa o descarada a través de blusas, americanas o vestidos como ya hicieron Paris Hilton o Britney Spears en el 2000 cuando lucían lencería con pantalones de tiro bajo. Ahora, una nueva generación liderada por Bella Hadid, Dua Lipa, Dakota Johnson o Kristen Stewart pisan la calle con estilismos en los que la ropa interior y exterior caminan al unísono como se ha visto en las pasarelas. Diseñadores, firmas y estilistas proponen prendas y estilismos desenfadados cada vez más desnudos. En algunos momentos las prendas de lencería se convierten en básicos y en otros se apuesta por cortes dramáticos y transparencias para mostrar las prendas de interior. El resultado: diseños frescos y dinámicos.

Si hace años Vivienne Westwood, Alexander McQueen, John, Galliano o Saint Laurent crearon piezas de pasarela en las que la lencería que se veía dentro del dormitorio se vestía de gala para salir a la calle, una serie de vestidos lenceros que hoy vuelven a estar de regreso y su objetivo es diluir la transición de noche a día o viceversa. Ahora, lo invisible se hace visible en las nuevas propuestas de Balenciaga, Gucci, Dior, Calvin Klein o Chanel que toman la lencería femenina como punto de partida para construir prendas que normalizan la sexualidad de la mujer mediante sujetadores, ligueros y camisones convertidos en prendas de calle. Por ejemplo, las creaciones del belga Glenn Martens para Diesel que propone «jeans» de tiro bajo que dejan ver por debajo lencería con un tejido que simula el «denim». Los diseñadores dejan a la vista aquello que normalmente no se ve, juegan a desnudar las prendas y se empeñan en crear otras a partir de sujetadores de encaje negro, camisones convertidos en vestidos lenceros o faldas de satén que cae por el cuerpo de la mujer, como si se desvistiera al caminar.

La idea del erotismo en la que se asienta esta propuesta se refuerza en diseños que dejan aflorar el triángulo del tanga sobre pantalones de cintura baja o vestidos de escote trasero, así como en ligeros diseños que se mimetizan con las míticas picardías.

Sobre la pasarela, un montón de diseñadores se han propuesto desdibujar los límites entre intimidad y exterior. «El sujetador sale a la calle de manera muy evidente», cuenta a EFE la española Nuria Sardá, directora creativa de la firma Andrés Sardá. Y para ello apuesta por los contrastes y las combinaciones atrevidas. Con femeninas transparencias, sofisticados encajes, enjoyado con cristales de Swarovski o en denim así presenta Sardá el sujetador que pisa el asfalto. Uno de los últimos trabajos de Tony Bonet es una colección romántica inspirada «en la ropa interior ibicenca de las payesas», un trabajo en el que «la artesanía se hace moda».

SLIPDRESS. Matthieu Blazy, director creativo de Bottega Veneta, capitanea la tendencia con el vestido lencero, una propuesta que popularizó Kate Moss en 1995 con un diseño de líneas minimalistas de Calvin Klein, que se caracterizaba por su tejido satin y los tirantes spagueti. Por eso se ganó el título de la reina del «slipdress». BRAGITA RETRO. Los diseñadores proponen vestidos que dejan entrever un «culotte» o braguita retro, un efecto óptico que se ven en las piezas de Givenchy, Erdem o Versace, Fendi, Dior o Chanel. SUJETADOR. Paco Rabanne deja ver el sujetador a través de tejidos vinílicos y Gucci la muestra en todo su esplendor.

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