Diario de León

¿Seremos capaces de pintar hojas para inspirar?

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León

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«Esto es pa’ esta», a la vez que pronunciaba esta frase tan grandilocuente mi padre posaba encima de la mesa un regalo, «esta» era yo.

Teniendo en cuenta que tuvieron que pasar casi cincuenta vueltas al sol para que llegara ese día mi cara de circunstancias creo que era acorde a la situación. Con los ojos muy abiertos y la mirada fija asentía muy despacio con la cabeza y pronunciaba con torpeza algunas palabras inconexas: «si, ya», «gracias», «muy, muy bonita».

Él, por el contrario, gesticulaba y hablaba con entusiasmo: «no sé que te parecerá, igual no te gusta, pero la vi y me pareció muy guapa, la tendrás que trasplantar y regar, ahora al principio la vendrá bien, yo te la doy, tú haz lo que te parezca».

«Esto» era un cactus que mi padre miraba como si fuera un recién nacido, por lo que no consideré oportuno comentar mi nula habilidad para mantener plantas con vida. Cogí la maceta con las dos manos girándola sobre sí misma, 360° después seguía sin respuestas, hasta que vi algo brillante, una gota de silicona unía la flor al cactus. Más animada tras este hallazgo le prometí cuidarla mientras mi mente establecía un paralelismo con el cuento La hoja de Jorge Bucay.

La protagonista es Marie, una niña enferma de tuberculosis. Está convencida de que morirá cuando se desprenda la última hoja de la enredadera que trepa por la pared del patio interior que ve desde la cama de su habitación. El viento del invierno arranca las hojas incesantemente. Una mañana tiembla de miedo porque sólo queda una, arriba del todo, al lado de la ventana del pintor que le da clases para entretenerla. Llega la primavera y con ella nuevos brotes junto a la única hoja que se ha salvado. Marie mejora, un día sale a la calle y va en busca de noticias del pintor. A través de una carta este le pide que recoja de su buhardilla pinceles y pinturas para que siga practicando. La niña asoma por la ventana para ver su hoja y comprueba con asombro que no es de verdad, su amigo la ha pintado para que mantenga la esperanza. «¿Seremos capaces de amar así?», se pregunta Bucay, «¿Seremos capaces de pintar hojas en nuestras ventanas para inspirar, alentar y acompañar a los que amamos…?¿ Seremos capaces de dar el gran paso? Ojalá que sí».

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