Diario de León

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De viaje a Valdefresno

Tierra ancestral de los movimientos populares para defender a los pequeños núcleos rurales sobre los cabildos urbanos, Valdefresno aporta a La Sobarriba un rosario de 20 pueblos con paisajes tranquilos a la sombra del mostajal, perfectos para el senderismo. También ocho kilómetros de Ruta Jacobea con su particular Foncebadón de cruces antes de asomarse a León

RAMIRO

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León

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Balcón de los peregrinos sobre la ciudad de León, Valdefresno ofrece al turista un tramo del Camino de Santiago, con un singular Foncebadón que en lugar de piedras acumula cruces. Nadie sabe quién fue el primer caminante que insertó su cruz entre los alambres de una valla del Alto del Portillo, pero lo cierto es que desde hace más de dieciséis años se amontonan sobre esa cerca cientos de cruces toscas, elaboradas con palos, gomas, piedras, servilletas e hilos, que se han convertido en una curiosa tarjeta de presentación del municipio.

Parece que los peregrinos, de forma espontánea, han decidido asomarse a ese balcón, que se abre a dos metros de altura en un montículo del cruce de Golpejar de la Sobarriba y que, desafiando al vacío, dejan su firma en forma de cruz mientras contemplan de un vistazo la capital. Los peregrinos que optan por llegar León a través de Valdefresno, siguiendo los pasos de miles de fieles que han convertido el Camino en una autopista de la Fe desde el siglo XIII, disfrutan de una panorámica de la capital única subiéndose a esa finca que abraza la subida a Las Lomas y la entrada hacia Golpejar.

El municipio ofrece recogimiento en el Camino, naturaleza para pasear y baños de paz. Junto con sus iglesias y la fuente de Carlos IV, aporta un balcón sobre la capital al peregrino y un particular Foncebadón de cruces

Además del Camino a Santiago, Valdefresno copa La Sobarriba con sus veinte pueblos en un entorno donde se respira paz, se abren caminos llanos, paisajes tranquilos y nuevas rutas que señalizará el Ayuntamiento junto a Las Lomas. Muchos de sus pueblos conservan la arquitectura típica de patios con corredores cuajados de flores, otros como Solanilla, una localidad mágica y recóndita de 63 habitantes en la rebautizada Costa del Adobe, es epicentro de la Terapia de la Risa. Un recurso contra la monotonía, la angustia y el lamento que, además, rejuvenece la piel, crea «buen rollo», activa el cerebro, es barato y sana el alma. Así que el municipio ofrece recogimiento en el Camino, naturaleza para pasear y respirar en paz y baños de carcajadas.

El municipio ha sabido conservar sus tradiciones más ancestrales, de la ofrenda del Voto, del Pendón de Tierra o los aluches. Tierra de sabios labradores, de huertos, de cofradías singulares y campanas a tente nube. Aunque ahora los habitantes de los veinte pueblos de Valdefresno caminan a la sombra del mostajal, entre páramos y colinas, hubo un día en que el municipio albergó importantes sedes, como la del monasterio medieval de Santa Cruz de Cigoñola, construido en el siglo X para las repoblaciones, para que los moradores no abandonaran el terreno. Tumbas, muros, una pila de agua bendita que estuvo en la iglesia de Golpejar, piedras talladas y otras piezas singulares aparecieron en el Cueto del Tío Paulino, donde languideció el monasterio en la cota más alta de la Sobarriba Baja. Los lugareños cuentan que la altura de la zona es tal que si hacen una hoguera en la ahora valorada ciudad de Lancia se ve perfectamente desde ese Cueto.

También posee una fuente de Carlos IV que el Ayuntamiento quiere poner en valor y trasladar a la plaza de Valdelafuente, ya que ha quedado arrinconada en el Alto del Portillo por la autovía. En ella bebieron viajeros, labriegos y peregrinos, las tropas francesas durante la ocupación napoleónica y las españolas en las guerras carlistas. De piedra, similar en estructura a la del Grano o La Copona, se levantó en 1791, para proporcionar agua a los caminantes y sus monturas. Su pilón de 14 metros desafía el paso del tiempo. Y en julio, la fiesta más señalada de pendones, bollos preñaos y corros.

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