Diario de León

«Hemos contrubuido a la felicidad»

l J.L. Martín, fundador de ‘El Jueves’, publica sus desmemorias

El humorista José Luis Martín, fundador de la revista satírica ‘El Jueves’

El humorista José Luis Martín, fundador de la revista satírica ‘El Jueves’

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sergio andreu

Posiblemente, Interviú y El Jueves sean las dos revistas más importantes de la transición y de la democracia española, aunque sólo la cabecera satírica siga viva, 46 años a los que José Luis Martín, «padre fundador» de la biblia del humor contemporáneo, dedica unas «desmemorias» muy reveladoras.

Intrahistoria de un fenómeno social, con cerca de 750.000 lectores semanales en sus momentos más dulces, cifras astronómicas que cuesta entender hoy, cuando la mayoría de los jóvenes y muchos adultos no tocan el papel de un diario o de una revista ni con un palo.

Martín (Barcelona, 1953), creador de personajes míticos como Quico el progre recibe a Efe en su estudio lleno de fotos, dibujos y demás parafernalia que rodea el día a día del historietista, activo gracias a las viñetas que publica en La Vanguardia.

DesMemorias de una revista satírica (Cúpula) abarca los años que estuvo al frente de la publicación, semanal en su origen, de 1977 hasta su marcha en 2016, un abandono paulatino, consciente de que la barrera generacional del, llamémosle, nuevo humor («¡¡¡viñetas sobre videojuegos!!!») le situaba en una órbita alienígena. «Siempre he vivido con la sensación agradabilísima de que contribuíamos a la felicidad, durante unos minutos a la semana, claro, pero a la felicidad de muchísima gente y esto me parece que daba sentido a nuestro trabajo», afirma orgulloso Martín.

La pandemia y el encierro animó al dibujante a ofrecer su visión de esta revista nacida independiente, que pasó a manos de potentes grupos editoriales (Zeta, RBA), que vivió el cenit y ocaso de las publicaciones, y que ha sido guarida de firmas esenciales del humor, como Óscar, Ivà, Perich, Forges, Azagra, Fontdevila, Paco Alcázar, Darío Adanti, Ventura, Kim...

La propuesta surgió en 1977 del editor José Hilario a Tom, Romeu y Martín, crear una revista de humor diferente, «fresca, que fuera un Pulgarcito para adultos».

«Las revistas que existían, con excepción de El Papus, que eran más brutos que nosotros, eran todas ya un poquito de orden. Siempre digo que El Jueves fue la primera revista de la transición, las otras (Hermano Lobo, Por favor...) eran tardofranquismo, magníficas pero muy políticas, muy de lucha contra la dictadura», resume.

El primer número se publicó en Barcelona quince días antes de las primeras elecciones, con una visión que huía de la trinchera ideológica para hacer un humor más gamberro, una «fórmula magistral» que combinaba actualidad y personajes.

«No pensábamos mucho en la censura, éramos muy jóvenes o muy irresponsables. Sabíamos que tocásemos lo que tocásemos todo era susceptible de que el señor fiscal de prensa nos llamara», rememora el dibujante. La sorpresiva salida del grupo Zeta llevó al equipo creativo a quedarse con la cabecera y a pasar unos años complicados, que remontaron a partir de 1988, un «boom de popularidad, cuando de repente todo el mundo leía El Jueves.

Jugar con fuego

Tras los fastos olímpicos, España sufre otra crisis, que les cuesta «muchos ejemplares», y que tendría un salvador sorprendente, la llegada de José María Aznar al poder en 1996.

«A nosotros nos toca el gordo porque Aznar, como político es un personaje muy, muy, muy, muy humorístico, digamos, y además le dimos muchísima caña», revela el fundador de la revista, que supo canalizar, antes de las redes sociales, el malestar social por la Guerra de Irak.

A los autores de El Jueves les gustaba jugar con fuego, y el humor sobre la Casa Real no era en aquella época, de finales de los noventa, un camino fácil de transitar. Pero, como le decía el escorpión a la rana, no lo podían evitar, y la revista logró algunos de sus hitos con portadas dedicadas a la monarquía, como el número con la boda real del Príncipe Felipe, que vendió 200.000 ejemplares y que incluía una camiseta».

Un público fiel que lo demostró cuando la revista fue secuestrada por orden judicial tras una denuncia por una portada subida de tono dedicada precisamente a los Príncipes de Asturias en julio 2007, con unos lectores que llegaron a manifestarse por Madrid en solidaridad.

«Lo vivimos todo muy excitados, muy enfadados, una alteración brutal de nuestro modus vivendi» recuerda el antiguo editor, que ironiza sobre lo rápido que actuó la justicia para llevarles a la Audiencia Nacional. Pero si del secuestro Martín se queda con el cariño de los lectores, años después, otro número dedicado a la abdicación de Juan Carlos I, cuya portada (obra de Manel Fontdevila) fue sustituida por la empresa editora, provocó un terremoto en la redacción, con la dimisión de muchas de sus firmas, lo que puso en peligro la continuidad de El Jueves.

Martín cree que el humor y la sátira se están viendo afectados de forma implacable por las redes sociales. ¿La causa? Una peligrosa autocensura para evitar problemas de «ofensa», tanto desde la derecha como, más evidente ahora, desde la izquierda. «Todo el mundo se cree con derecho a sentirse ofendido, y esto, forzosamente, coacciona, coarta la libertad del autor, que debe pensar ‘cuidado que si hago esto no me meta en un jardín con tal colectivo’. Esa sensación no la teníamos en El Jueves, indica Martín.

«Si nos parecía divertido, lo publicábamos. ¿Que alguna vez nos equivocamos?, lo aceptábamos. Eso de los límites del humor... Pues a veces te pasas un palmo, bueno, pues mala suerte. Todo entraba dentro de un pacto que había entre los lectores y los dibujantes. Eso sí, nuestra crítica era contra el poderoso y no contra los débiles», zanja.

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