Diario de León

Hallada la oveja tatarabuela del queso manchego

- Investigadores han encontrado en Albacete el antepasado más remoto de la oveja de raza manchega, la única y auténtica productora del queso manchego Albacete

Restos arqueológicos de la oveja. DIPUTACIÓN DE ALBACETE

Restos arqueológicos de la oveja. DIPUTACIÓN DE ALBACETE

Publicado por
J. M. L. / COLPISA

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Las excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Higueruela (Albacete) no dejan de dejar al descubierto curiosos hallazgos. El último, un ejemplar de oveja del siglo XI que se considera el antepasado más remoto encontrado hasta ahora de la actual oveja de raza manchega, la única que produce el apetitoso queso manchego con denominación de origen.

Un esqueleto bien conservado de este animal se ha encontrado en la alquería andalusí de 'La Graja' de Higueruela. Se trata del ejemplar completo de una oveja que los análisis del carbono 14 han fechado entre los años 1025 y 1050, "un período histórico que se enmarca entre finales del Califato y el inicio de los reinos de Taifas, lo que la convierte en un ejemplar casi único", según sostiene Pedro Jiménez, uno de los codirectores de la excavación y técnico superior de la Escuela de Estudios Árabes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Los científicos que han participado en esta excavación coinciden en destacar que este yacimiento es un referente nacional para el conocimiento de la vida en las tierras del secano de Al-Ándalus -el Al Ándalus pobre- "y el origen del paisaje humano que ahora tenemos en La Mancha", indica Marta Moreno, experta en zooarqueología del CSIC, para quien "este descubrimiento supone algo inusual en el panorama ibérico de las alquerías que se conocían sólo a través de textos porque aquí tenemos la evidencia directa".

Según el investigador Pedro Jiménez, "hasta ahora se tenía conocimiento de la importancia de la economía ganadera en estas excavaciones porque existían evidencias, pero no teníamos restos y ahora los tenemos".

Degollada por el rito islámico La tatarabuela de las ovejas de raza manchega que hoy nos proporcionan el rico queso manchego era de menor tamaño que las actuales, vivió entre seis y ocho años, podía recorrer más kilómetros que sus descendientes y se alimentaba de plantas a las que las ovejas actuales ni se les ocurriría acercarse. La zoo-arqueóloga Marta Moreno, que ha estudiado los restos óseos, cree que el ejemplar encontrado tuvo "la dura y azarosa vida de los rebaños de aquella época, sometidos al riguroso clima albaceteño, a la trashumancia por la región y al acoso de depredadores. Todo hizo mella en esta oveja, mostrando en sus huesos patologías relacionadas con la alimentación, enfermedades y daños que podrían vincularse a la exigencia del pastoreo".

Antes de morir, su lana, como la de los demás miembros de su rebaño, nutrieron a los talleres textiles de ciudades medievales como Chinchilla, Iniesta o Cuenca cuyos tapices, alfombras y tejidos tuvieron amplia fama en todo el Mediterráneo, llegando incluso su prestigio a ciudades como El Cairo. Curiosamente, el esqueleto de este antepasado de las ovejas manchegas se conserva completo y articulado, lo que demuestra que el animal fue depositado de forma intencionada en el lugar y que su carne no fue consumida. Además, el hallazgo de dos marcas en el cráneo revela que fue degollada siguiendo el ritual islámico.

Mil años después, sus descendientes producen 18 millones de kilos de queso al año de los cuales seis millones son exportados a Estados Unidos y otros seis a países de la Unión Europea. Todo lo que se produce se vende. De hecho, sería deseable una mayor producción. El problema es que el relevo generacional para los pastores actuales no está garantizado.

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