Diario de León

Dos años de guerra

Una guerra sin fin arraiga en León a la diáspora ucraniana

El 24 de febrero se cumplen dos años de la invasión rusa de Ucrania que desató una guerra que «no se recuerda cuándo empezó y no se sabe cuándo acabará», afirma, una de las últimas familias en llegar a León. La provincia ha recibido 694 peticiones de protección temporal desde marzo de 2022. Este sábado a las 18.00 horas hay convocada una concentración en Botines por la Asociación de Amigos Leoneses Ucranianos Damnificados. 

La familia Kysil con la traductora, Elena. RAMIRO

León

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El 24 de febrero se cumplen 730 días de guerra en Ucrania y 730 días de dolor de una diáspora que ha alcanzado los cinco millones de personas refugiadas en Europa. La sociedad civil leonesa se volcó con esta causa y empezaron a llegar familias refugiadas en una proporción desconocida en León. 

La apertura de fronteras y la creación del permiso de protección temporal para Ucrania facilitó el proceso. Desde marzo de 2022, la provincia ha gestionado un total de peticiones de población ucraniana que huía de las bombas, el miedo y la escasez.

Las organizaciones especializadas en protección internacional tuvieron que improvisar para ampliar los recursos en un tiempo récord. Accem, San Juan de Dios, Cruz Roja y Diaconía lideraron la acogida en coordinación con las autoridades locales y entidades civiles y religiosas que abrieron sus puertas en Valencia de Don Juan, La Nora del Río, Astorga, Armunia... Además, algunas familias leonesas prestaron sus casas y se desvivieron por ayudar.

La gran avalancha se produjo en los primeros meses hasta el verano. Según la Delegación del Gobierno en Castilla y León, desde marzo de 2022 se han registrado en la provincia leonesa un total de 694 peticiones, el 16% de las 4.322 que se han tramitado en Castilla y León. Una diáspora que sobre todo es femenina y de menores. Madres con hijos e hijas. Más del 62% de las personas atendidas en Cruz Roja son mujeres, debido a que los hombres de 17 a 55 años tienen prohibido salir salvo en situaciones de discapacidad.

Desde octubre de 2023 hasta enero de este año el flujo de personas en busca de protección internacional que han llegado desde Ucrania a León ha aflojado significativamente. Se han registrado 59 peticiones en León sobre 378 en Castilla y León.

Las personas que tienen el permiso temporal desde antes de octubre de 2023 tienen que renovarlo entre marzo y abril, ya que caducan el 4 de marzo. Existe incertidumbre sobre lo que pasará después de 2024 con estos permisos debido a una directiva europea.

El drama no ha mermado. Oksana y Yevhenii, un matrimonio de la ciudad ucrania de Vatutine, junto con su hijo de 16 años, es una de las últimas familias que ha llegado a León. Después de que una bomba estallara a las puertas del colegio del chico y acuciados por la cercanía a los 17 años, cuando los jóvenes son reclutados para la instrucción militar, emprendieron un viaje de cuatro días en coche hasta Valencia de Don Juan, donde vive una familia amiga.

«Pensábamos que la guerra iba a acabar, pero no es así y ahora ya corría peligro nuestra vida y, sobre todo, la de nuestro hijo», apuntan. Al llegar a León se personaron en Comisaría y solicitaron el permiso temporal. Fueron acogidos en fase 0 por Accem en Astorga y actualmente están en la fase en el Centro de Protección Internacional La Fontana de San Juan de Dios, en Armunia.

La «guerra corta» se ha convertido en una larga separación para la familia de Ala Kysill. Esta mujer y sus dos hijos Dima y Alejandro salieron de Kiev, donde quedó su marido, y llegaron el 28 de marzo de 2022 a León tras salir del país por la frontera de Moldavia, llegar a Rumanía y volar después a España.

El chico mayor, que estudiaba el tercer curso del grado de Automatización de Sistemas Energéticos en la Universidad de Kiev, vio a través de internet un programa de acogida en la Universidad de León y recibió la invitación. A la madre y su hermano menor les acogieron en Accem. Dos años después, Dima estudia ingeniería mecánica en la Universidad de León y Alejandro 3º de ESO en el IES Legio VII. No habían oído una palabra de español y han aprendido rápido. Alejandro (le gusta que le llamen por el nombre en español) está muy orgulloso porque el primer curso solo suspendió una asignatura y este año ninguna. Tiene muchos amigos y juega a voleibol.

La madre, Ala, era contable en su país. En León, consiguió empleo en una empresa de limpieza, donde ha trabajado algo más de un año. «He limpiado tiendas, bares, iglesias», apunta. Ahora quiere mejorar su español y explorar otras oportunidades.

Están con los pies en el suelo León y con la cabeza pensando en Ucrania. Quieren volver, pero no hay planes a la vista. «Cuando acabe la guerra», es el deseo incierto que está en boca de la comunidad ucraniana leonesa.

La familia Kysil habla todos los días hablan por teléfono con el padre y marido. «Siempre está mal. Echa de menos a la familia y está en peligro». Han pasado dos años y, sobre todo Alejandro, ha crecido tanto que le extraña.

Ala también echa de menos a su padre y A su madre. No han querido salir, como les ocurre a la mayoría de las personas mayores: «No quieren dejar sus vidas y no quieren salir de sus casas». Se han acostumbrado a vivir entre los ruidos de las alarmas y la explosión de las bombas. De vez en cuando reciben noticias de alguna persona cercana que ha fallecido.

Ala Kysil

«En mi país era contable; aquí he limpiado tiendas, bares, iglesias. Ahora quiero mejorar el idioma»

«Estamos contentos de estar en León porque la situación es peligrosa y tenemos miedo por los hijos», comenta Ala, a través de Elena, una compatriota afincada en León desde hace años y que hace de traductora.

Las familias ucranianas llegaron como de paso pero la guerra continúa y han tenido que asumir que su vida debe continuar aquí. Liliia Vyshyvan Babiuk, de 34 años, pisó León en marzo de 2022. Durante medio año sufrió una guerra interna consigo misma. No quería aprender español. «Quería volver y pensaba que no necesitaba esa información». No quería ni probar. Buscaba a la gente que hablaba inglés. Estaba esperando lo que hasta ahora no ha llegado.

«Poco a poco me he dado cuenta de que lo necesito para ayudar a mis niños. No todo el mundo en el hospital sabe inglés y necesito explicar las cosas cosas importantes». Además, añade, «estoy en España y es mi deber hablar español».

El año pasado fue una de las alumnas de los cursos de español para extranjeros de Accem. «Tengo claro no sólo que necsito hablar español, sino hablar bien», señala esta filóloga y traductora que es muy exigente con su dicción. «Sin el idioma no haces nada», admite.

Sus hijos, un niño y una niña, han aprendido sin problema. «Quieren jugar con otros niños y ya tienen muchísimos amigos», explica. Ver a sus hijos felices, le ha ayudado a aceptar la situación. «Yo también soy feliz». Ahora ha dejado temporalmente las clases porque le coincide con horarios de trabajo. Está intentando homologar sus títulos. Tiene un máster en Derecho y es profesora de inglés y traductora.

Liliia Vishyvan

«Durante los primeros seis meses tuve un bloqueo y no quería aprender español»

El programa de protección internacional de San Juan de Dios tiene acogidas a 25 personas (cinco hombres, nueve mujeres, seis niños y cinco niñas) en el centro de Protección La Fontana de Armunia. Allí tienen tres horas diarias de español obligatorio Osakana, su marido Yevhenii y su hijo. El chico, además, asiste al primer curso de Derecho online en un centro de Ucrania. A lo largo de estos dos años, San Juan de Dios ha atendido a 87 personas con permiso temporal de Ucrania. Accem acoge en León en diferentes dispositivos de alojamiento a 115 personas ucranianas. Cruz Roja León ha atendido a 288 personas procedentes de Ucrania en estos dos años, el 62%,8% mujeres y el 32% menores y 157 tienen entre 20 y 49 años.

Un total de 29 personas han tenido acceso a un hogar mientras que 19 han formado parte del Plan de Empleo. Además, han podido acceder a actividades de asistencia social (recursos sociales, trámites y gestiones), asistencia jurídica y/o psicológica y de ocio así como orientación, acompañamiento, alojamiento o información.

En la actualidad tan solo cuatro personas procedentes de Ucrania forman parte del programa de refugiados en Cruz Roja León. El equipo de refugiados es multidisciplinar y está formado por 12 personas. En estos dos años han contado con la colaboración de 23 personas voluntarias.

«No hemos dejado de trabajar, durante los dos últimos años, con la población civil afectada por el conflicto en Ucrania y a las personas desplazadas que se han visto obligadas a dejar sus hogares y cruzar las fronteras con otros países», señala Cruz Roja de León.

Algunas de las familias que llegaron a León ha regresado a su país, como la familia de Maksym Nesteruk y Dalia, que vieron nacer en León a su segundo hijo tras salir huyendo de las bombas en su ciudad.  

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