Sabiduría estoica para tiempos actuales
Aplicar en nuestra vida diaria, las cuatro virtudes cardinales —sabiduría, justicia, valor y templanza— que el filósofo Epicteto estableció hace 2.000 años como principios de la escuela estoica, es un camino sencillo y práctico para afrontar los desafíos cotidianos y vivir más felices, según un estudioso italiano

Las enseñanzas y reflexiones de los filósofos estoicos son una fuente de inspiración para la vida moderna.
La vida del estudioso italiano Massimo Pigliucci experimentó en 2014 un cambio decisivo, profundo y positivo que, según explica el propio Pigliucci, “comenzó entonces, continúa hoy en día y fue provocado por mi primera lectura de un filósofo del que nunca había oído hablar, aunque su nombre fuese muy conocido durante unos dieciocho siglos: Epicteto”.
Epicteto, que probablemente vivió entre los años 50-55 a 130-135 de la era actual, fue un filósofo griego que vivió parte de su vida como esclavo en la antigua Roma y es conocido por dos obras fundacionales de la filosofía estoicas, el ‘Enquiridión’ (manual) y ‘Discursos’ (o Disertaciones), escritas por su discípulo Flavio Arriano, a partir de las enseñanzas de Epicteto.
Pigliucci es uno de los mayores expertos en estoicismo, escuela filosófica de la Antigua Grecia que sostiene que no es posible controlar lo que ocurre alrededor, pero se puede controlar el modo en que se lo piensa, y que propone una ética personal según la cual las personas deben ser disciplinadas, tolerantes y autocontroladas, empleando para ello el coraje y el raciocinio.
Esta escuela filosófica surgió a finales del siglo IV a.C., cuando el comerciante fenicio Zenón de Citio, nacido en Chipre, llegó a Atenas tras haberlo perdido todo en un naufragio, según Pigliucci.
En la capital griega Zenón ofrecía sus lecciones en público, en una galería cubierta situada junto a la ágora o plaza pública de la capital griega denominada ‘stoa’, palabra de la cual deriva el término ‘estoico’, que identifica a esta antigua filosofía.
Uno de los resultados del giro existencial que experimentó Pigliucci —profesor de Filosofía de la cátedra K. D. Irani en el City College de Nueva York (EE.UU.) y está doctorado en Genética, Biología Evolutiva y Filosofía— es su libro ‘Guía práctica del estoicismo’ inspirado por los principios de Epicteto.
Las ideas de Epicteto siguen vigentes.
“Epicteto, al igual que su mentor, Sócrates, no dejó obra escrita, centrándose más bien en la enseñanza y en debatir con sus numerosos discípulos. El mundo es un lugar mejor gracias a que Arriano conservó las enseñanzas del filósofo”, señala Pigliucci.
“Las ideas de Epicteto sobre el funcionamiento del cosmos y sobre cómo comportarse con los demás han beneficiado a un sinfín de personas”, asegura Pigliucci.
Destaca que el hecho de que el estoicismo haya resistido al paso de dos milenios y siga vigente “atestigua el pragmatismo de sus doctrinas y la utilidad de adoptar esta filosofía, cuyo axioma fundamental es que una buena vida humana, una vida que merezca realmente la pena ser vivida, es aquella que se vive aplicando la razón a la mejora de la sociedad”.
“Es lo que los antiguos llamaban una vida eudaemónica”, apunta.
“Para empezar a pensar y actuar como un estoico, podemos utilizar como brújula moral para todo lo que hagamos las cuatro virtudes cardinales, o puntos cardinales del estoicismo: sabiduría práctica, valor, justicia y templanza” explica.
Ecuanimidad ante los vaivenes de la vida.
Un aspecto de la filosofía de Epicteto, que Pigliucci considera capital es, dicho en un lenguaje actual, que “somos responsables única y exclusivamente de lo que libremente opinamos, los juicios que hacemos y los valores que defendemos, y de nuestras decisiones de actuar o dejar de hacerlo".
“Eso es todo. Ni siquiera controlamos, en buena parte, nuestra vida mental”, añade.
Por ejemplo,”todos preferimos estar sanos a estar enfermos, ser ricos a ser pobres, pero nuestra autoestima no debería depender de alcanzar estos logros, porque no están totalmente bajo nuestro control”, señala este experto.
“En la vida, a veces ganamos y otras perdemos, por lo que la única actitud razonable que debemos cultivar es la ecuanimidad ante los resultados”, sean unos u otros, enfatiza.
Siguiendo esta idea, es mejor orientar nuestros deseos hacia las cosas que podemos controlar, es decir, nuestras libres opiniones, porque así nuestras posibilidades de vivir una vida eudaemónica solo dependerán de nuestro propio esfuerzo, en lugar de depositar nuestra felicidad en cosas que no están del todo en nuestras manos conseguir o depender de los caprichos del azar”, asegura.
“Cuanto más preciamos (damos valor a) cosas que no podemos controlar, menos control tenemos”, señalaba Epicteto en su libro Discursos”, destaca Pigliucci.
Pigliucci ofrece en su ‘Guía práctica del estoicismo’ 53 lecciones breves y prácticas para tener una vida plena, y cultivar la felicidad y la resiliencia en el día a día, inspiradas en las cuatro virtudes cardinales de los estoicos y los principios de Epicteto, entre las cuales figuran las que se reproducen a continuación:.
Hazlo lo mejor posible.
“Deseamos cosas que, en última instancia, no dependen de nosotros, a la vez que rehuimos cualquier esfuerzo por lograr cosas que sí están en nuestras manos alcanzar”, señala.
“Debemos recordar que nuestro objetivo no es acertar en el blanco, sino efectuar el mejor tiro del que seamos capaces; no es conseguir la promoción laboral, sino posicionarnos como el candidato que más se la merece; no es lograr que una persona en concreto se enamore de nosotros, sino ampliar tanto cuanto podamos nuestra capacidad amorosa”, añade.
“Si orientamos nuestra atención y nuestros deseos de este modo, seremos felices y nada nos turbará”, destaca Pigliucci.
Ten en cuenta lo más probable.
“En todo lo que nos propongamos, no perdamos de vista qué es lo más probable que suceda, y preparemos nuestra reacción de antemano y de acuerdo con esa probabilidad”, sugiere el autor.
“Por eso, cuando tengamos que vérnoslas con el vecino molesto, hagamos todo lo posible por persuadirle de que se comporte en pro de la buena convivencia, pero en última instancia no perdamos de vista lo que podemos controlar y lo que no”, añade
Evita buscar culpables y culparte.
“A nosotros no nos perturban las cosas en sí mismas, sino los juicios que nos formamos sobre ellas. Basta con mirar alrededor para darnos cuenta de que cada uno reacciona a su manera ante los mismos acontecimientos”, reflexiona Pigliucci.
“Ahora bien, hay tres niveles en el camino hacia la sabiduría: la persona insensata culpa a los demás de lo que resultan ser sus propios juicios acerca de las cosas; la persona que progresa no culpa a los demás, pero se culpa a sí misma; la persona sabia ni siquiera se culpa a sí misma”, enfatiza
Decide y actúa según tu conciencia.
“Si hemos decidido que determinada acción es la correcta, hagámosla a la vista de los demás, aunque no lo aprueben. Lo que opinen no es problema nuestro”, recomienda Pigliucci.
“Pero si consideramos que algo no está bien, simplemente no lo hagamos, sin importar lo que los demás quieran que hagamos. Lo que opinen nos da absolutamente igual”, recalca.
Recuerda que es preferible no juzgar.
“Recordemos que nuestro objetivo debe ser llegar a formar el mejor juicio posible sobre las cosas y las personas, y eso no ocurrirá si nos precipitamos y juzgamos sin disponer de información suficiente para reflexionar. La gran mayoría de las veces, lo mejor es no juzgar”, señala Pigliucci.
Descubre y ejercita tu capacidad de resistencia.
Pigliucci aconseja tener siempre presente que “ante cualquier cosa que nos ocurra, encontraremos en nuestro interior los recursos para afrontarla. Tal vez estemos experimentando un dolor; descubriremos nuestra capacidad de resistencia. Practiquemos asiduamente nuestras habilidades”.
Mantente coherente con lo que quieres ser.
“Es necesario decidir qué clase de persona somos, y luego ser esa persona independientemente de si estamos en público — bajo la mirada de los demás— o en la intimidad de nuestro hogar”, señala este especialista en estoicismo y Epicteto.
“De lo contrario, nos haremos daño por partida doble, ya que estaremos siendo hipócritas y esta falta de coherencia hará que nos resulte más difícil seguir avanzando. Busquemos la compañía de las personas de virtud, y seamos nosotros mismos personas virtuosas”, concluye.