Quico, el último guerrillero leonés a sus 100 años: "Vivimos las consecuencias de la herencia franquista"
Un ejemplo de memoria histórica que perdurará en el recuerdo de aquellos que sufrieron y combatieron la Dictadura

Después de que Franco impusiera la Dictadura en España, comenzó la lucha guerrillera, un movimiento de resistencia armada que se oponía al régimen franquista.
El norte de la península fue cuna para muchos de ellos. Hoy, sólo queda el último maquis leonés, conocido como «Quico», que el pasado miércoles cumplió sus cien años. Un ejemplo de memoria histórica que perdurará en el recuerdo de aquellos que sufrieron y combatieron la Dictadura.
—Usted nació el 1 de octubre de 1925, hace ya más de cien años. ¿Dónde nació, en qué familia y cómo fue su infancia?
—Yo nací en Cabañas Raras, al lado de Ponferrada y de El Bierzo. Además de mí, tuve otros cuatro hermanos, dos hombres y dos mujeres. Yo soy el mayor.
—¿Cómo comenzó a interesarse por el movimiento guerrillero y cómo empezó en la lucha?
—Antes de empezar en el movimiento guerrillero, participaba en el antifranquismo organizado desde 1936, momento del Golpe de Estado. Aunque yo era un niño, ya tenía una trayectoria republicana por mi familia. Para ponernos a salvo de la masacre, de las muertes y de la represión, nuestro grupo empezó a organizarse. Sólo tenía once años, pero servía para hacer vigilancia y a ayudar a los mayores a que se ocultaran cuando venían los falangistas.
—¿Cómo era el «modus operandi»? ¿Se ocultaban en las montañas, les ayudaban los lugareños...?
—No, no, no. Al principio nos escondíamos donde fuera. No solía ser en la montaña porque en El Bierzo la montaña no nos daba seguridad. Nos escondíamos en las casas de los amigos, de quienes podían y querían ayudarnos. Todo el mundo que era republicano nos ayudaba. Esa fue la primera fase: la huída, la de resguardarse donde fuera. La segunda, fue ya la organización de la resistencia.
—¿En qué consistía esa organización?
—Nos organizábamos en grupos, a nosotros se juntaron varios guerrilleros de Galicia. Nos repartíamos por zonas. Íbamos de unas zonas a otras. Llegamos a ir hasta a Portugal. En la mayoría de los pueblos a los que íbamos, la gente estaba implicada. Tenían casas para parar, y nosotros íbamos de casa en casa.
—¿En qué lugares se dio sobre todo el movimiento guerrillero?
—Hubo mucha lucha en el norte de la península. Pero también se dio en Andalucía, en Levante. Las características de la zona leonesa y de Galicia eran que surgieron de esa primera fase, la huída. Entonces fue donde nos juntamos y formamos la guerrilla o la resistencia.
—Entonces, uno de los primeros grupos de la resistencia, ¿nació en León y Galicia?
—Sí, en León, Galicia y todos los pueblos de alrededor que participaban. Era un hecho político y también social, porque la guerrilla estaba arropada por organizaciones que se hacían llamar Servicios de Información Republicana. Servían para ocultar a los guerrilleros y, al mismo tiempo, para hacer la publicidad y a extender la propaganda republicana.
—Usted compartió lucha con otros guerrilleros leoneses que han dejado huella en la historia de la Dictadura, como es el caso de Girón...
—Girón fue uno de los fundadores de la primera guerrilla del mismo 36 entre Cabrera y El Bierzo.
—Es curioso que también en los grupos de guerrilleros participaban mujeres...
—En la Federación habría como quince mujeres. En total, en nuestro grupo seríamos entre 80 y 100 guerrilleros de la zona.
—Durante la lucha, imagino que used contaba con la posibilidad de terminar siendo abatido, ¿le daba miedo morir?
—Es cierto que estábamos perseguidos. Aunque el miedo te ayuda a salvarte si tienes conciencia política. No tenía ningún miedo. Estábamos acostumbrados a esa forma de vivir. Sabíamos lo que nos esperaba si la policía nos cogía.
—¿Sufrió algún tipo de sentencia o represalia por sus actos?
—No, suficiente sentencia fue para aquellos que murieron. Nunca se nos reconoció castigo por la lucha armada contra el franquismo.
—Y después de todo, ¿cree usted que la lucha sirvió para algo?
—Hemos conseguido demostrar unos valores que siguen siendo válidos. Valores de democracia, de libertad, de igualdad y de progreso. Eso era el proyecto republicano. Eso debería estar siempre presente. Hay que tener conciencia. Desde el punto de vista militar puede que no consiguiéramos acabar con Franco, pero somos un referente en el mantenimiento de esos valores democráticos y la lucha por avanzar en el progreso de la sociedad.
—Actualmente vivimos en una época muy marcada por la polarización política, ¿cómo ve usted el panorama político actual en España?
—Vivimos las consecuencias de la herencia franquista del silencio y de no haber sabido matizar la historia.
Lo arrastramos desde el franquismo. Hay reacciones que no tienen otro elemento más que el odio hacia el contrario. Eso es la verdadera herencia franquista. Si lo que pasó no se desvela con una verdad histórica y democrática, siempre quedarán vestigios.
—¿Usted cree que, según el camino por el que va la situación política española, podría ser posible otra Dictadura?
—¿Por qué no? Es posible. Si la juventud no tiene referencias, si no conoce la historia que ha supuesto para España más de un millón de muertos y tanta cárcel, represión y privación de libertad, no habrá recursos referenciales para poder evitar que la historia se repita.
Hace falta educación, charlas en los colegios y en las universidades.
—Con su experiencia, ¿qué mensaje le gustaría lanzar a todas esas personas jóvenes que no conocieron de primera mano todo lo que supuso la Dictadura Franquista?
—Yo le diría a los jóvenes que nadie les va a preparar el futuro si creen en cualquier mensaje que no va en concordancia con la democracia, la libertad, el respeto o la fraternidad con los demás.
Que no entren en el marco de propaganda del ocio, al contrario.
—¿Qué cree que le hace falta a una sociedad para que funcione adecuadamente?
—Hay que hacer una gestión democrática y en condiciones.
Es importante saber que nadie sobra en la sociedad, todos deben de beneficiarse del derecho a pensar y del derecho a actuar libremente, y siempre que no afecte directamente a otra persona.
—¿Cómo es su vida actualmente?
—Yo vivo en Alicante desde hace unos años.
Aquí pertenezco a un movimiento asociativo y doy muchas conferencias por muchos lugares de España. Pertenezco a la Asociación Archivo, Guerra y Exilio e intento transmitir mis vivencias a partir de charlas.
Esta asociación tiene sede aquí en Comunidad Valenciana, en Andalucía, en País Vasco.
Representamos una actividad y una ideología que ha crecido mucho en estos últimos años.
—¿Cree que hay más conciencia por la lucha política que antes?
—Sí, hay más gente. Las asociaciones son un elemento muy importante de transmisión histórica, además de un elemento cultural.
A la gente le tiene que interesar el pasado histórico de su país, porque forma parte del futuro.