Rafael Ravina: «El salario feliz mejora la productividad"
Rafael Ravina Ripoll, director de la Red Internacional Interuniversitaria de la Felicidad, participa en León en el noveno congreso de la felicidad y lanza desde aquí el concepto de salario feliz y propuestas como que la felicidad se incluya en la Constitución y se convierta en el ODS número 18.

Rafael Ravina Ripoll, en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la ULE.
Viene de Cádiz, la ciudad en la que en 1812, una constitución, la famosa Pepa, proclamó la felicidad de la ciudadanía como una misión de estado. Rafael Ravina Ripoll, profesor de la Universidad de Cádiz, participa en el 9th International Academic and Professional Congress on Happiness que ha convertido a León en capital de la felicidad.
—En tiempos distópicos, ¿buscar la felicidad es ir contracorriente?
—Es una pregunta frecuente, pero nosotros estudiamos la felicidad no como una meta, sino como un camino. Planteamos modelos que ayuden a transformar a las empresas, a la sociedad, a las administraciones, etc. para conseguir organizaciones más felices, más saludables, especialmente en estos momentos que vivimos con tanta noticia negativa de guerra, de enfermedad. Una de las funciones de las universidades es dar conocimiento a la sociedad y así ha ocurrido con temas como el estudio de los Objetivos de Desarrollo Sostenible o cambio climático.
—Como red internacional, ¿observan más felicidad en los países llamados ricos?
—Con los indicadores económicos de la ONU, Finlandia sale como el país más feliz. Pero es un dato que llama la atención porque es el país de Europa donde se producen más suicidios. Otro tipo de encuestas que preguntan a las personas si son felices nos sorprenden con muchos países de América Latina (Costa Rica, Colombia...) como más felices. Esto nos indica que la felicidad no la da el dinero.
—Pero ayuda... se suele decir.
—El premio Nobel Daniel Kahneman, en un estudio con Angus Deaton, señaló que la felicidad se alcanza cuando ganas más o menos 60.000 dólares o euros. A partir de ahí ya baja tu felicidad o la buscas en otros aspectos de la vida.
—¿Es el «salario feliz» del que habla el congreso?
—El salario feliz es un concepto que estamos investigando desde la renta y que mi doctorando, Mario Alberto Salazar Altamirano, que ha venido desde la Universidad de Tamaulipas (México), vamos a presentar en este congreso. Queremos que sea un incentivo salarial que se incluya en los convenios y que obliga a las empresas a crear un ambiente feliz, que se traduce en mejoras en productividad, innovación o retención de talento, y que incluye flexibilidad horaria, conciliación de la vida familiar, teletrabajo... El concepto de felicidad sería bueno que se incluyera no solo en las empresas, sino incluso en nuestra Constitución. Yo vengo de Cádiz donde se proclamó la Constitución de 1812, la Pepa, que en su artículo 13 decía que uno de los objetivos era buscar la felicidad de la ciudadanía. Ojalá se recuperara, especialmente en este momento de tanta crispación en España. También sería bueno que se incluya en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como el ODS número 18. Y ya que se celebra este congreso en León sería significativo que la Universidad de León fuera la primera en incluir en sus estatutos los estudios sobre la felicidad.
—¿Se proponen «reparar» con esta idea de la felicidad el maltrecho estado del Bienestar?
—En ese camino a la felicidad se debe recuperar el estado del Bienestar, asociado a mayor disponibilidad presupuestaria en políticas sociales frente a las políticas neoliberales actuales que están en contra. Una sociedad más feliz y productiva goza de mejor salud y esto supone ahorrar en sanidad y bajas laborales. Es una sinergia muy positiva.
—Dice que hay que poner en el centro a las personas. ¿Esto es una política de los cuidados?
—Al poner en el centro a las personas queremos enfatizar que son las que realizan las innovaciones, las creativas y emprendedoras. ¿Qué mejor gasolina para ello que la felicidad? Si eres feliz, compartes, eres más empático, favoreces el trabajo en equipo y se genera también una economía inclusiva y colaborativa. La felicidad es más grande si es compartida.
—¿La IA traerá esa felicidad?
—La IA tiene que ayudarte, no tiene que ser quien te sustituya. Una de las cosas que estudiamos son los entornos laborales híbridos de teletrabajo y presencial. La generación boomer y los millennials tienen un estrés más fuerte con el trabajo en remoto, mientras que en los centenials tiene un efecto positivo. Esto nos indica que las próximas generaciones van a apreciar más el trabajo en remoto y esto va a generar también más problemas de aislamiento y salud mental.
—Su doctorando Mario Salazar ha hecho un estudio sobre marcas felices. ¿Cuál es el resultado?
—(Contesta Mario Salazar). Es un estudio en marcas de alto impcacto entre los consumidores más jóvenes, la generación centennials, y la marca que mayor alegría y sentimiento genera es Spotify, seguida de Disney y Nike. Esto nos indica, a nivel de marketing, que coloca a la marca como la más competitiva y también que a través de la música se pueden generar sentimientos positivos en esta generación.
—¿Hay de verdad alimentos felices o es marketing?
—Serotina, enforfina y dopamina estimulan la felicidad. Con esta base se pueden crear dietas felices o la ruta de la tapa feliz, que he patentado. El tomate, el pollo, el pescado, el aguacate, el aceite de oliva, el atún y el salmón y el chocolate 100%, todo en moderación, son de esos alimentos. España es el país que consume más antidepresivos en Europa. Su base es la serotonina. Sería bueno que se redujera con alimentos felices.
León, capital de la felicidad
El cónclave reúne, de forma presencial y online, a más de 150 personas de 11 países y 42 universidades para debatir nuevas herramientas de gestión empresarial y marketing como el happiness management o los consumer happiness para promover organizaciones más felices y claves para dar más satisfacción a sus clientes.
El «bienestar emocional» cobra fuerza como un aval de la economía con liderazgo emocional y equilibrio entre la vida laboral y familiar. «El bienestar no es un lujo, es un factor de competitividad y cohesión a todos los niveles», subrayó Abad.
A la inauguración asistieron también el decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, José Ángel Miguel Dávila, la directora del Departamento de Dirección y Economía de la Empresa, Ana María González Fernández, y Pedro Cuesta, subdirector de la Red Internacional Interuniversitaria de la Felicidad.