Comienza el juicio del caso Ardystil por la muerte de seis trabajadores

Diversos abogados defensores aportaron ayer, en la primera sesión del juicio por el caso Ardystil, facturas, recibos y albaranes que justifican la compra de mascarillas y otros elementos de protección para los trabajadores entre 1988 y 1992 por parte de los empresarios imputados. Estas fueron algunas de las cuestiones previas más destacadas planteadas por las partes durante la primera vista, que concluyó en apenas dos horas y media, sobre las que el tribunal de las sección tercera de la Audiencia de Alicante deberá pronunciarse hoy. En la jornada inaugural, uno por uno, los once procesados -diez responsables de empresas de aerografía textil de la comarca L''Alcoiá-El Comtat y un inspector de trabajo- negaron los cargos que se les imputan y, por tanto, no aceptaron las penas que se solicitan por ellos. Dada la celeridad con que se celebró esta vista inicial, en la que ninguna de las partes planteó cuestiones relativas a la nulidad del proceso, las declaraciones de los primeros acusados, J.Ll.S. y J.L.P.G., dueña y encargado de Ardystil, respectivamente, que estaban previstas para mañana, se han adelantado a hoy. Penas de prisión El fiscal encargado del caso, Ricard Cabedo, pide provisionalmente para ellos sendas penas de seis años y un día de prisión mayor, y para los otros ocho responsables de las textiles penas que van de uno a cuatro años, dos meses y un día de prisión menor. Por su parte, las acusaciones particulares también acusan penalmente a un inspector de trabajo, A.O.H., al entender que no corrigió las irregularidades en las condiciones laborales en las factorías imputadas. El fiscal y las acusaciones cifran en seis las personas fallecidas por enfermedades cardiorrespiratorias desde 1992 -cinco de ellas en Ardystil y una en Aeromán- por el uso de sustancias químicas para el estampado de tejidos, así como en 67 el número de afectados. De acuerdo con el ministerio público, los procesados no tenían en sus empresas, situadas en Alcoy, Muro de Alcoy y Cocentaina, un sistema de ventilación forzada sobre las mesas de trabajo. Tampoco hacían cumplir «o simplemente no existían» el uso de las mascarillas para proteger las vías respiratorias de los trabajadores, no renovaban los filtros de la maquinaria y utilizaban para el secado de las piezas de tela sobre las que se aplicaba la impresión estufas de leña o gasóleo. Los afectados contrajeron fibrosis pulmonar y bronquitis obliterante con neumonía organizada (BONO), entre otras patologías del sistema respiratorio, a consecuencia de la mezcla de los productos químicos que empleaban para pulverizar los tejidos mediante pistolas.