Diario de León

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ZALAMANCOS, o sea, salamancos, llamaban por estas montañas pastoriles y merineras a los pastores de jornal y dieta (un zoquete de pan y una alcuza de aceite era su zurrón diario) que llegaban a puertos de pasto y verania con rebaños de allende el Duero; y aunque fueran extremeños, zalamancos se decían. Y ojito con el gañán zagalón que se atreviera a rondar moza lugareña; una resma de guantazos sí que podía llevarse en la hospitalaria tierra babiana o chacianiega. Su aspecto negrín y su hablar zarabeto o pacense-onubenze les delataba en fiestas y bailes. A por ellos, decía la jumentud local. Al pilón. Y abrevaban allí su somanta. Y es que aquellas mozas se reservaban para otras alturas, para criadas de zeñorito trujillano o para pernada hidalga del cacique local con blasón de mentiras en el dintel de su puerta. Con un zalamanco, jamás; no eran partido. En las bercianías ancaresas o balboanas también tuvieron su remoquillo vergonzante con los hablares, ese magma dialectal y muy propio que dan las lenguas fronterizas, fabla galega en su grosor y riqueza propia en giros y localismos bercianos diferenciados del gallego oficial. Esa variedad y riqueza lingüística ancaresa se irá al cuerno ante la normalización de lo oficial y castrapo. Hace sólo tres décadas, el hijo emigrado a las cataluñas volvía afeando a sus padres el anacronismo de sus hablares, pero al inventarse las autonomías cambiaron tornas y lo que antes avergonzaba ahora enorgullecía. Se incentivó el uso del hablar diferenciador, la vindicación de la lengua materna. Ocurre, sin embargo, que el gallego normalizado que impone escolarmente en estas bercianías tiene que ver poco con aquellas madres y sus hablas, con su léxico y su riqueza. El gallego oficial con el que juró su cargo el alcalde Balboa casi ni lo entienden, es lengua artificial, un cierto insulto al origen y al hablar que se mamó. Este gallego es el sucesor de un hablar fronterizo que se está matando. Allá ellos. Si con esto refuerzan su orgullo «patrio»... Buscar la diferencia es empeño de moda y alzamiento de muros. Uno de Huelva estaba en estas mismas trece y le preguntaron quién era aquel de barbas que acompañaba a Aznar. Coño, dijo, eze é Rahoi, zu zuzezó... Estaba claro: su sucesor. ¿Pero no son varios los sucesores?... Ya, pero mejor que zozobre que no zuzfalte.

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