Diario de León

LAS COSAS COMO SON

La política que no cesa

Publicado por
ANTONIO PAPELL
León

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Aunque el presidente Aznar está este año completamente aislado en su retiro veraniego de Menorca desde su despacho con el jefe del Estado en Marivent el pasado día 5, el mes de agosto está transcurriendo en medio de una tensión política inusual por estas fechas. Diversos ministros -aparte del vicepresidente Rajoy, de guardia en Moncloa hacen continuo acto de presencia, al igual que el líder de la oposición, y el clima general da testimonio de una zozobra que es presagio del cúmulo de acontecimientos relevantes que nos aguardan a la vuelta de la esquina de agosto. Sin duda, la mayor inquietud institucional de las grandes fuerzas políticas versa sobre la propuesta Ibarretxe, que el 'lehendakari' piensa someter al Parlamento vasco en septiembre, probablemente durante el debate sobre política general. Como es natural, PP y PSOE participan de idéntico rechazo a un plan que subvierte el espíritu constitucional y que supondría una ruptura de los grandes criterios sobre los que descansa nuestro modelo democrático. En circunstancias normales -es decir, no alteradas por la inminencia de varias citas electorales que desembocarán en las generales de marzo-, semejante coincidencia sería suficiente para encarar cabalmente el problema y tranquilizar a la ciudadanía, aunque PP y PSOE mantuvieran estrategias diferentes, fruto de sus distintas sensibilidades. Sin embargo, ya es patente que los dos grandes partidos, aunque hagan causa común de la defensa de la Constitución, introducirán este asunto en el debate electoral. El almuerzo secreto entre Rajoy y Zapatero del pasado 30 de julio, que ayer se conoció por un periódico de Madrid, revela la existencia de una confrontación poco razonable, que sólo se explica por la necesidad que tienen los socialistas de exhibir su propia autonomía y por el afán del PP de desactivar la oferta de reforma autonómica que, alentada por Maragall en Cataluña, ha asumido la dirección socialista. Es deseable en todo caso que el proyecto soberanista de Ibarretxe no consiga oxígeno gracias a este forcejeo entre PP y PSOE. Forcejeo en cierto modo absurdo puesto que las dos grandes formaciones coinciden en lo fundamental. Junto a este hito preocupante en el desarrollo del «problema vasco», que amenaza con provocar rupturas dolorosas y terapias traumáticas, el Partido Popular se aboca a la sucesión en la cúpula, un imperativo inexorable tras la decisión de Aznar de abandonar el liderazgo. Este proceso se desarrollará en septiembre y octubre, aunque todavía permanecen inciertas las fechas. La Junta Directiva Nacional del partido -órgano que deberá designar al sucesor está convocada para los primeros días de septiembre, pero es probable que esta reunión sólo sirva para marcar las pautas del curso político. El día 7 de septiembre será designado Piqué candidato a la presidencia de la Generalitat en las elecciones autonómicas catalanas de otoño, por lo que unos días antes será necesario sustituirlo en el consejo de ministros. Sobre los candidatos a la sucesión ya está todo dicho, y sin embargo nada cierto se conoce todavía por el hermetismo del propio Aznar. En los círculos más encumbrados del PP se descarta ahora que el presidente del partido opte por provocar una renovación generacional, lo que daría oportunidades a Ruiz-Gallardón, Acebes o Zaplana, y se piensa que el elegido será uno de los tres vicepresidentes del partido, Rato, Rajoy o Mayor Oreja. Obviamente, todo son especulaciones, que sólo se confirmarán o desmentirán cuando se conozca la opinión del propio Aznar. Notoriamente, estamos a punto de dar comienzo a una gigantesca y compleja campaña electoral que sólo concluirá en las elecciones generales de marzo. Y la única inquietud que algunos nos embarga versa sobre la capacidad de los grandes partidos de encarar con acierto la cuestión vasca, sumidos como estarán en la tediosa lucha por el poder.

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