Diario de León

El Pontífice pide al continente asiático que todas las culturas y religiones se abran a la tolerancia

El Papa desafía los temores sobre su salud y va a Pompeya a rezar por la paz

Juan Pablo II pide a los fieles que oren por él tras agradecer a los asistentes su entusiasmo

Una monja lee ante la presencia del Papa en Pompeya

Una monja lee ante la presencia del Papa en Pompeya

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colpisa| pompeya

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Desafiando todos los temores sobre el deterioro de su salud, el papa Juan Pablo II se desplazó ayer a Pompeya (sur de Italia) para orar por la paz mundial en el santuario de la Virgen María. El Pontífice, de 83 años, viajó en un helicóptero militar italiano que se posó cerca de las ruinas arqueológicas de la antigua Pompeya El Papa apareció en relativa buena forma y sonriente. Con voz inicialmente entrecortada, desde un palco rodeado de flores amarillas y blancas e instalado frente al santuario de la Virgen, presidió el rosario dedicado a la paz «que afecta al inicio de este milenio, marcado por tensiones y conflictos, a todas las regiones del mundo». Unas 30.000 personas le esperaban desde primera hora de la mañana delante del santuario donde clausuró el «año del rosario», inaugurado en octubre del 2002 para recuperar esta práctica religiosa. Durante la llamada de súplica a la Virgen, dividida en cinco partes y dedicada a los cinco continentes, el Pontífice rogó por la paz en el continente americano. «Que reconozca el don del Evangelio, para que encuentre a través de él el principio inspirador de su camino de paz en plena libertad y con justicia social», dijo. Juan Pablo II, que se saltó algunos renglones de su discurso, también habló del conflicto en Oriente Próximo, pidiendo al continente asiático «que sus antiguas culturas y religiones se abran a la tolerancia y estima recíproca, en particular la tierra de Jesús, para que encuentre la suspirada paz». Confió además en que África, «apoyada por la solidaridad del mundo, pueda superar los conflictos y realizar al fin progresos económicos y sociales». Al final del rosario, el Papa agradeció repetidamente a todos el «entusiasmo» y afecto con que fue recibido y pidió: «oren por mí». Aclamado por los miles de peregrinos que se congregaron frente a la basílica, el pontífice, que sufre la enfermedad de Parkinson y tiene problemas para caminar y hablar, saludó con la mano derecha e impartió bendiciones.

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