Diario de León
RAMIRO

RAMIRO

Publicado por
Antonio Núñez
León

Creado:

Actualizado:

AUNQUE al final no pasó nada en Madrid, empieza a correrse la voz de que Rajoy es gafe. Puede que él no crea en meigas, pero haylas: creía ir para la Moncloa y lo pararon en Atocha, cuando los bombazos de los moros; suponía que, por ser gallego, iba a mandar en su parroquia y se le rebeló Baltar, el de Orense, tierra de afiladores de cuchillos, lo que casi le cuesta también un infarto a don Manoliño, superviviente de la política después de bañarse en calzoncillos encima de la famosa bomba atómica de Palomares; y, por último, era ya el presidente nacional del partido y le salió esta semana uno que aspiraba a presidir Madrid, el alcalde Gallardón, que es como si aquí le dejaran el mando de toda la provincia al caquique de Rajoy, menos León capital (encima los de Ponferrada son también muy suyos). Aseguran estos días sesudos analistas de la cosa política nacional que la crisis del PP en Madrid se limita a una reyerta más o menos navajera entre la presidenta de aquella comunidad autónoma, Esperanza Aguirre, y el alcalde Gallardón. En apoyo de esta tesis se argumenta que ambos apelaban a la autoridad suprema de Rajoy para dirimir cuitas y querellas, pero uno tiene también sus dudas, a saber y por este orden: que Gallardón aspire a presidir la Moncloa y no una autonomía de chicha y nabo, que, por cierto, ya presidió antes; que, consecuentemente, Gallardón no quisiera moverle la silla a Esperanza, sino a Mariano; y que, si puso por delante para presidir el PP madriñeño a un concejal subalterno del Bierzo, de apellido Cobo, en vez de salír él mismo a la palestra, es porque Gallardón quería darle al gallego una patada en el culo de la madrileña, como diría un castizo. En política, que parece un oficio retorcido, a veces las estrategias son de lo más simplistas. Por ejemplo, se empieza a dar una imagen de división en tal o cual congreso, da igual el partido que sea. Luego el electorado toma nota y concluye que más vale votar a los otros, porque entre los nuestros ni siquiera se sabe quien manda. A continuación y una vez producida la debacle electoral, se le piden cuentas a Mariano, el cual, como líder máximo del desastre, sale también con las barbas chamuscadas. Y finalmente aparece Gallardón, impoluto, como remendador del partido y aspirante a la Moncloa dentro de cuatro u ocho años, con el tiempo y una caña. Así de fácil. En cuanto a la cuestión ideológica sobre si la Aguirre representa a la derechona pura y dura, con título nobiliario incluído, mientras que el alcalde de los madriles lo es de una derecha posmoderna, centrista, dialogante y patatín y patatán, servidor, que sólo tiene título por la Complutense, barrunta ahora desde el pueblo que es una trola como un trolebús , que decíamos cuando los de nuestra quinta éramos estudiantes y crédulos. De aquella ya el papá de Gallardón, de nombre Jose María, era un destacado intelectual del franquismo, amigo personal de Fraga y cualquier cosa menos progre . A nuestros guategues, por lo menos, nunca lo invitamos. Se ve que los que estudiamos con beca no aprovechamos suficientemente la carrera, pero otra cosa es pasar por tontos: si el alcalde de Madrid no es de derechas «de cuna», a saber dónde habrá mamado tanto tanto progresismo, y se dice ésto sin ánimo de faltar a su señora madre. En España más vale no meterse en pleitos de familia. Franco, con ser quien era, tenía un hermano medio republicano y aviador, de nombre Ramón. El ex presidente Leopoldo Calvo Sotelo era sobrino del que fusilaron los rojos cuando la infausta guerra civil, pero también hijo de un liberalote masón. Igualmente el independentista catalán Carod Rovira desciende de un guardia civil de Zaragoza, el vasco Arzallus de un carlista, al que Franco puso un estanco, y el ministro socialista de Defensa, señor Bono, de un alcalde manchego que militaba en Falange. El mismo Felipe González tenía por suegro a un coronel del cuerpo médico o jurídico, los dos igual de respetables. Cuando escribió Ortega y Gasset aquello de «yo soy yo y mi circunstancia», se ve que conocía bastante bien a los paisanos. La circunstancia de Rajoy, por ejemplo, es que gaste barba (por un accidente de tráfico) y que sus ancestros, que eran funcionarios, fueran represaliados por los que ganaron la guerra civil. Rojo no da, pero tampoco es lo que parece. En cuanto al mal de ojo que le han echado a Mariano, seguramente cuando estudió de chaval en los Jesuitas de León, tiene mal arreglo de acuerdo con los refranes de por aquí: los hay que nacen de culo, con perdón; a otros la fortuna les sonríe con una flor entre las nalgas; y sólo a unos pocos elegidos les sale un ramo. Como a un tal Zapatero sin ir más lejos ni salir del barrio.

tracking