La vida paso a paso
Recorrer el Camino por ocho de sus vertientes ha llevado a Joaquín Romero, barcelonés de 54 años, a profundizar en el carácter de la gente, los paisajes y los valores humanos
El barcelonés Joaquín Romero durante su penúltima etapa haciendo la ruta Vadiniense, en León
«Ser peregrino me aporta paz conmigo mismo y con el resto de la gente. Me ayuda a conocer al prójimo, a comprender mejor a las personas. Me permite darme cuenta de que formamos parte de un todo». Joaquín Romero, un barcelonés de 54 años de edad que trabaja en la Diputació de Barcelona, ha realizado ocho rutas del Camino de Santiago desde que comenzó en el año 1979, con el Camino Aragonés desde Somport en bicicleta. El resto, siempre a pie, a Santiago desde Roncesvalles, por la vía de la Plata, por el camino primitivo desde Oviedo, por Portugal, el Camino del Norte, el de la costa y el inglés. Esta semana, concluyó en Astorga la primera fase de la ruta Vadiniense, por Cistierna desde Potes. Romero hace alusión a su apellido y asegura que le gustaría ir a Roma, también a Jerusalén aunque las tensiones en Oriente Medio le hacen planteárselo. El Camino de Santiago también le ha hecho recapacitar sobre el mundo de hoy en día y considera que «los puntos de divergencia son los que nos pierden; deberíamos encontrar la unión porque los intereses particulares son los que nos han llevado a las situacuiones actuales». Con un fuerte talante ecologista asegura: «Caminar por la naturaleza te hace darte cuenta de que necesitamos todo lo que hay a nuestro alrededor, que todos esos recursos no se pueden destruir como estamos haciendo». Joaquín Romero, sin duda alguna acostumbrado a la vida de la gran ciudad, añade otro descubrimiento a cada una de sus peregrinaciones a Santiago de Compostela: «Cada paso te ayuda a apreciar el tiempo como la presión del día a día...» El año que viene concluirá la ruta Vadiniese que inició durante estas vacaciones.