Diario de León

EL PULSO Y LA CRUZ

Ruidos mediáticos

Publicado por
ANTONIO TROBAJO
León

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EL PASADO día 2, servidor se tomó la molestia (y no es tópico) de estar muy atento a la lectura, la audición y la visión de nuestros medios locales de comunicación. Sólo en una emisora de radio (imagínense cuál) se pudo oír una referencia y sólo en un periódico se pudo leer una gacetilla, en un rincón de página par, acerca de lo que les diré. No conseguí captar otras alusiones en otros medios. Y es que decididamente estamos en la irrelevancia. La parte del león se la llevan los políticos y limítrofes, con algunos espacios sustanciosos para economía, deportes y espectáculos. Lo demás es como si no existiera. O casi. Claro, que así nos luce el pelo. Una consagración apasionada A lo que iba. Que el pasado día 2, fiesta de la Presentación del Señor, fue también, en el mundo católico (mayoritario claramente entre nosotros), la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, es decir, el día dedicado a tener muy presentes la vida y los milagros de nuestros religiosos y religiosas -para entendernos, frailes y monjas-. Fue la octava ocasión en que esto ocurría. En este caso con el lema: «Una consagración apasionada. Desde la Eucaristía, testigos de la Pasión de Dios por la humanidad». Ahí queda eso, para agobio de materialistas. En León, el Obispo quiso celebrarlo con la presencia de los propios consagrados, y uno y otros se juntaron a los pies de la Virgen del Camino, en el contexto del Año Jubilar, Diocesano, Eucarístico y Mariano, para dar gracias a Dios por la vocación singular, para fortalecer la unidad eclesial y para aprovechar las gracias del Año Santo. El evento pasó como si nada. Y fíjense la cantidad de obras que sostienen nuestros religiosos: colegios, hospitales, residencias de mayores, atención a marginados, colaboración en parroquias, presencias en el mundo rural... Si esto se hace con el árbol verde, qué no se hará con el seco. Acaso esa intrascendencia en el mundo mediático tenga mucho que ver con la carencia de vocaciones y con el cierre o el abandono de algunas presencias. En los últimos meses nosotros mismos estamos padeciendo en carne propia este fenómeno: se nos han ido las Pastorinas de Villafranca del Bierzo, las Hijas de Jesús de Puebla de Lillo y los Hermanos Holandeses de Astorga. Y los noviciados andan bajo mínimos. De hecho, en toda España, el número de religiosos ha caído casi un 22 por ciento y el de religiosas un cuatro y medio en sólo cuatro años; en ese lapso de tiempo, han cerrado sus puertas un total de 427 comunidades o conventos, si bien es verdad que hay en estos momentos 744 novicias y 195 novicios, a repartir, de forma muy desigual, entre 104 congregaciones masculinas y 295 femeninas. Ven cómo merece la pena hacer ruido mediático con la vida consagrada y su pasión por la nueva humanidad. Además de la conveniencia de otros ruidos. Y de otros silencios. Que nunca se sabe lo que será más eficaz. Y menos aún si lo miramos desde los planes de Dios. Cuaresma, Manos Unidas y otros El próximo miércoles es el día de la Ceniza. A pesar del deslizamiento hacia la postmodernidad de muchas generaciones, sigue siendo la jornada de mayor asistencia a nuestras iglesias. Acuden por millones a «tomar la ceniza». Con una cierta carga mágica, es verdad. Porque otra cosa es el entrar por el espíritu del tiempo de Cuaresma. Que empieza justamente ese día, por si, con tantos Carnavales, antruejos, piñatas y entierros de sardinas, se nos evade la especie. Empieza un tiempo fascinante de austeridad, de solidaridad y de confianza en Dios. O sea, de ayuno, de limosna y de oración. Coincide además este año la cosa con la Campaña de Manos Unidas contra el Hambre. Un benemérito número corto de voluntarios, casi todas mujeres y casi todas de edad venerable, ponen en la calle unas iniciativas que son capaces de sacar el cuerpo de mala vida a miles de personas del Tercer Mundo. ¡Chapó por ellas! Como por las Clarisas Descalzas del Convento de la Santa Cruz de León, que celebra esta tarde, a las 7, el comienzo del IV Centenario de existencia en la calle Convento. Y como por los tres párrocos bercianos que también hoy serán los mantenedores de sendos festivales del Botillo. Ea, que no decaiga.

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