Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

El sorprendente callejero leonés

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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QUE LEÓN ES UN PUEBLO DISTINTO, diferente y sorprendente no hace falta que lo diga Fraga. Cuando menos se espera, se sale el pueblo de León, en forma de ciudad municipal, con una invención que no digo que produzca alarma, porque a los leoneses ha tiempo que nos dejaron sin ánima para sentirnos alarmados. Por ejemplo, hace ya algunos años el callejero de León constituía el libro más seductor, pro lo raro, de toda la bibliografía histórica, incluyendo los versos de Francisco Pérez Herrero. Y es que en un callejón en forma de precipicio formado por las aguas que bajaban de la Plaza de Don Gutierre, aparecía abierta al público una gloriosa y muy concurrida mancebía. Por lo cual los servicios municipales, encargados de nutrir el callejero juntamente con los nombres esclarecidos de santos, héroes y alcaldes, dieron por llamar al lugar «calle de Apagacoños», lo que no dejaba de ser un dato significativo, que acreditaba la liberalidad de la sociedad leonesa, que lejos de conformarse con anotar en el libro el nombre de «El Barranco», que parecía que era lo honesto, le colocaban el calificativo de «Apalpacoños», que no deja de ser, aún en estos tiempos de transición europeísta un motivo de sorpresa. Siguiendo esta tendencia hacia lo escabroso, los ilustres historiadores a los cuales corresponde la aplicación del nombre de cada calle, calleja o plazoleta, le dieron nombre de «Calleja de la Raposa», posiblemente porque, algún animal de rabo largo andaba por aquellos andurriales. Y así el callejero resultaba el texto más histórico de León. Hasta el punto de que, ya en nuestros días y en nuestras noches, cuando el ilustre cónclave se vio en la obligación de ponerle nombre a una calle de nueva planta, y tal vez porque la cuota de hombres ilustres no es demasiado generosa, los reunidos, con las debidas licencias acordaron ponerle o conceder el nombre del nuevo enclave urbano al «Tío Caquichu», (que es como al parecer se le conoce al rey de la gitanería andante). No se conoce ninguna protesta por la adjudicación, y aunque se ignora si la etnia de los Camborios celebraron el evento con la algazara y el estilo que le es propio a la gente de la greña y el cántaro, el nombre del señor Chaquichu, quedó junto al de San Marcos, Cayón Waldaliso o Guzmán el Bueno. Y como para confirmar esta tendencia hacia la apertura democrática del callejero, nos enteramos de que la misma asamblea de ilustres miembros municipales encargados del alto menester de dar nombre a las calles, plazas y callejas de León, en una de sus últimas reuniones, tomó el acuerdo, por unanimidad de todos sus miembros, de dedicar una de nuestras vías urbanas al «28 de junio», que es el nombre genérico que han adoptado las aguerridas gentes de homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales. O sea el orgullo gay. Y la noticia, aparecida, con carácter de primicia sensacional, en la prensa nacional, no ha parecido un motivo para reafirmar el sentido democrático de la vida ciudadana. Según estos datos suministrados por el callejero leonés, los leoneses nos disponemos a rescatar de la historia aquellos nombres o lecciones más significativas y valiosas y felicitamos a todos aquellos que precisamente por la intuición y sensibilidad de los servicios municipales de bautismos urbanos, han otorgado santo y señala a los unos y a los otros.

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