Diario de León
Publicado por
FRANCISCO SOSA WAGNER
León

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SE HA DIFUNDIDO mucho la Exposición de Motivos de una ley de la Comunidad autónoma de Castilla-La Mancha sobre la aplicación a la ciudad de Albacete del régimen de municipios de gran población. Y se ha hecho en forma de chanza o broma tanto al dar la noticia como al recoger comentarios de sesudos escribidores. Y todo porque el redactor empieza diciendo que «éramos unos cuantos en la aldea, nos apañábamos con lo puesto, teníamos un buen pastizal para los animales, agua abundante, uvas y hortalizas, caza, leña, cereal en el secano y el trigal de las estrellas para los sueños...». ¿Por qué mueve a la burla esta prosa? A mí me parece que la escritura que debería tomarse a chacota es la utilizada en la inmensa mayoría de las leyes que se publican en los Boletines. Véase esta muestra del derecho de las telecomunicaciones: «acceso completamente desagregado al bucle o subbucle de abonado: conexión a la red del operador dominante que permite a otros operadores el uso exclusivo de los elementos que forman parte del bucle o subbucle de abonado o del subbucle vacante». Se verá que el legislador de Castilla-La Mancha introduce en el lenguaje rabulesco un aire poético que es como dejar penetrar el aire límpido de la sierra en una habitación que ha sido usada durante la noche por quienes han participado como comensales en un banquete a base de alubias y otras legumbres. La prosa gustosa, llena de recovecos inesperados, debe ser trasplantada a los textos legales y más a sus exposiciones de motivos que son las partes más inofensivas de las ya inofensivas leyes actuales. Sancho Panza, cuando dio cuenta a los duques de su gobierno en la ínsula, les dijo: «Aunque pensaba hacer algunas ordenanzas provechosas, no hice ninguna, temeroso que no se habían de guardar: que es lo mismo hacerlas que no hacerlas». Pues si esto se aseguraba en el siglo XVII cuando el legislador se desempeñaba con prudentes maneras y contenido entusiasmo, imagínese el lector lo que ocurre en la actualidad cuando se ha desparramado y cuando hay grifos y más grifos abiertos, manando legislación de una forma incensante: del Estado, de las comunidades autónomas, de los Ayuntamientos... Ya pueden entre todos inundar, como de hecho inundan, los Boletines a base de insertar en ellos las más extravagantes ocurrencias convertidas en preceptos, artículos, mandatos, prohibiciones y demás porque al vicio de legislar oponen los ciudadanos la virtud de tomárselo todo ello por el pito de un sereno. Para no perder la sindéresis, mayormente.Y conservar la calma y la buena disposición de ánimo. Son tantas las leyes y los reglamentos, las ordenanzas -como decía el gobernador Sancho- a invocar en cualquier pleito que lo mejor es no hacer caso de ninguna de ellas y encomendarse al sentido común. San Raimundo de Peñafort, que es el santo tutelar del oficio jurídico, un recto varón que murió con cien años, a ese dios benéfico se confiaba ante los asuntos más endiablados. Además son las mismas leyes las que se encargan de decir una cosa y, a renglón seguido, la contraria. O de introducir expresiones que desbaratan el argumento principal como la tan frecuente de «en su caso», sin que nadie se ocupe de descifrar el enigma de cuál sea tal «caso» que permite -oh milagro- hacer justamente lo opuesto. Un buen entretenimiento para los profesionales del Derecho que vivimos en medio de este gigantesco embrollo pero que lleva a la conclusión a las gentes de recta inteligencia de que las modernas pragmáticas «es lo mismo hacerlas que no hacerlas». Por eso defiendo al legislador de Castilla-La Mancha y condeno las bromas de escaso gusto que su estro literario ha debido soportar. Proclamo, desde la seriedad de esta Sosería, que el día en que las leyes acojan el encanto de un idioma sereno, alicatado en imaginaciones venturosas, un idioma que sepa conjurar el propio del picapleitos, con sus pendencias y lilitispendencias, ese día se habrá colado en el Aranzadi un horizonte de resplandores rojizos y de aromadas fragancias. No servirá para nada pero al menos será bello.

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