Diario de León

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SIN ORGULLO y sin día -mi santo es hoy purrela laboral apeada de su fiesta-, parto por la senda de los gallegos de la hoz hacia la bercianía que rinde reconocimiento a Pradiña, Joseluis, a tope, que ayer en Ponferrada le significaron con un título que él lleva ya mucho tiempo acreditando. Berciano del año le han hecho a un Prada que lleva muchos años haciendo Bierzo. Es de ley. Es lo menos. Por la carretera de La Coruña voy escuchando tertulias de radio donde conjugan los fulgores y debacles de las elecciones gallegas. Se consuelan unos dicendo que Fraga es el único que ha ganado las elecciones por encabezar la lista que ha sido más votada y enturbian los horizontes hablando de la alianza espúrea de sociatas y blocatas. Otra lectura de estos resultados, empero, dice bien a las claras que han sido más los gallegos que votaron contra Fraga que los que quieren que siga en la piragua; y exigen que se obre en consecuencia; Touriño -en traducción liberal, Torete- mandará; pero el que ordene será Ancho... ancho es el Atlántico como ancha era Castilla. Ahora sólo resta saber cómo se comportarán en la cama, quién dormirá espatarrado y quién en la orilla del colchón, quién reburdiará y tendrá pesadillas de codazo o quién se caerá un día de las mieles matrimoniales, pues de fatiga conyugal también se muere. O se harta. Escudriño paisajes bajando El Manzanal. Junio es una borrachera de verdes. La secura no escribe aún por aquí lo que tienen anunciado los agoreros del clima, año de rastrojo y alacrán en tantas partes de esta España torrada y de botijo rajado. Hay cerezas aún en las vegas hortelanas. Dicen de las manzanas o las castañas, pero no hay para mí otra fruta más berciana que esas cerezas napoleonas o garrafales que son lujuria en la boca, estallido de ácido dulzor. Ahora hay cerezas en las tiendas incluso en Navidades, cerezas chilenas o africanas. Ya. Pero no tienen el perfume de estos junios. Porque hay cosas, como las cerezas, que deben tener su tiempo, su estación. Nos trajo J. Antón unas de Toni de Molinaseca que han quedado consignadas como las más excepcionales que he conocido. Y, cuando se acaban, uno tiene razones para esperar nuevas primaveras sin tener que comprarlas en un súper. Prada también es cereza confirmando bercianía y nuevos junios.

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