Diario de León

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ME PRECEDE mi mejor mala fama, la de procaz divertidor de sobremesa. Abuso a veces. Alego en descargo que es por robarle ocasión a la autoridad de turno que pretenda largar su plan quinquenal o a su señora ennumerando tómbolas y compromiso social. Total, que alguna vez me ruegan que cuente un chiste. Hay uno muy solicitado, el de Juanín, jefe bomberu Mieres. Toy aburríu, así que voy contalu aquí pa ver de estrapallalu y quemalu de una vez predicándolu urbi et orbi. Rápidamente: Declárase pavorosu incendiu nun edificiu trece plantes cay saliendo a Uvieu y pallá vase Juanín con su brigae incendius, llega, analiza el siniestru, míralu bien y echa les órdenes, ¡venga, les mangueres, les escaleres!, y en una hora extinguíu lincendiu. Estén guardandul material nes camiones y, nestu, reprodúcese lincendiu nel alto ledificiu, salen llames, fumaraes y un tipo desde la azotea vociferandu ¡socurru, que quedu yo, socorru, afógume, que mafogu!, y Juanín que dice tranquilus, rescátole yo solu, súbese, tarda en bajar, cagüen la birria, pasóle algu, venga, rápidu, les másqueres, les bombones, a por él; acuden a recatalu, pero cuando lleguen a la azotea, venle allí a Juanín dándole pol culo a la víctima... asombro y perplejidad, ¡pero Juanín, ¿tú qué faes?!... Cagon la mi madre -disculpóse- fícele el boca a boca ¡y calentéme!... (la gente suele partirse el culo, menos una porción de señoras, algún señor severo, la autoridad eclesiástica o dos del Opus que siempre hay y todos los que han padecido el chiste doscientas veces). Bueno, pues ayer se casaron, pero entre sí, como manda el amor, ellos solos y en esa misma azotea, sin techo para las promesas, sin bóveda de salón de plenos, el cielo por testigo, como Dios manda. Llevan casándose en esta azotea, que yo sepa, lo menos veintitantos años. Desde entonces ocurre a menudo esta boda, en agosto sobre todo, cuando hace más calor. Juanín y la víctima no piensan casarse por lo civil ni por lo criminal ni por lo municipal ni por el rito balinés. No se fían de una sociedad que se las hizo pasar muy putas, o sea, muy mariconas. ¿Cómo fiarse de quien infecta de hipocresía sus instituciones más sagradas? Dicen Juanín y la víctima que los homosexuales que se pirran por casarse son todos de derechas y unos horteras, porque «matrimonio es igual a patrimonio». Y no ceden.

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