Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Otro pueblo leonés vacío

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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CUANDO ESTAMOS a punto de cerrar el año, se nos informa que el próximo, o sea el 2006 durará «un segundo más, debido a que la Tierra gira cada vez más despacio». Y sin explicarme científicamente el motivo, me sentí tan abrumado como si me hubieran anunciado el fin del mundo, con su acompañamiento de maremotos, volcanes y vapores maléficos. Este dato que anotamos para especial conocimiento de una comunidad por la común indiferente de todo síntoma catastrófico me tiene tan en vilo como pudiera hacerlo Hacienda o la sublevación del Nilo. Sencillamente porque sin duda debido a mi absoluta falta de soportes técnicos, ignoro hasta qué punto la mayor longitud del tiempo que se nos anuncia puede influir en el tipo, gesto, talante o manera de los futuros habitantes de esta tierra nuestra, tan sometida a sustos. ¿Quiere con esto de la mayor duración del año que se nos ofrecerán más oportunidades para la pacificación de los espíritus? ¿Acaso contribuirá a que ese censo pacífico y benéfico de nacionalidades a que aspira el Gobierno español se cumpla con generosidad y pacífico entendimiento de los bienes y de los derechos de este mundo? ¿Puede anticiparse que en el próximo año de 2006, precisamente por su prolongación insólita y solamente predecible por los científicos seremos más felices, aunque sea un poco solamente? En mis meditaciones solitarias, me atengo a los datos que poseemos a escala natural los infelices del mundo y me adelanto a asegurar que no. Y recomiendo a cuantos se empeñan en que debemos tener fe, pero cruzando el río pisando por las piedras, que por si le fallara el noticiario de Internet no se fíe ni de las apariencias ni de los dictámenes de los pocos sabios que el mundo son, porque el mundo, esta tierra, nuestra querido comunidad, seguirá sujeta a las leyes de la física y de la astronáutica y todo absolutamente todo seguirá igual, al mismo ritmo, sin permitirnos el lujo de brindarnos tiempo y gana para apreciar las ventajas que pueda tener un ciclo anual más o menos prolongado. Y como para agrandar la llega de nuestros desalientos, se nos advierte que dado que España ya arrastra una diferencia de una hora por Greenwich, la corrección obligada en todos los relojes apenas no tendría importancia. Y todo se limitará a que llegado el día final del año y de acuerdo con las costumbres establecidas por los manipuladores de la globalización, ajustemos nuestros horarios y apaguemos la luz. La información, que ha sido recogida por todos los medios de comunicación oral y visual de la Península, ¿afectará al único poblador de ese lugar maragato de Prada de la Sierra, convertido en barrio de Santa Colomba de Somoza, por la inexistencia de habitantes aptos para componer una comunidad? Sigo manteniendo la idea de que el suceso se queda solamente en apunte pintoresco y que la mayor o menor duración del año le tendrá absolutamente sin cuidado a ese solitario de Prada de la Sierra. Ese hombre solo, ese pueblo vacío y silencioso sí que es motivo de preocupación o debiera serlo, y no la duración del año. De un año tremendo para ser consumido, nadie sabe cómo por ese hombre abandonado a su propia imaginación, a sus recursos y a que Dios y la Santa de su devoción no le deje de su mano. ¡Porque es que si espera alguna iniciativa rehabilitadora o algún gesto mínimo de solidaridad humana, va apañado! La asociación de ex propietarios de las siete casas que permanecen vacías han elevado a la autoridad correspondiente un pliego de súplicas para que sean arreglados los caminos que hacia Prada de la Sierra conducen. Aquí, lo que dijo Lenin cuando le preguntaron: «¿Caminos para quién? ¿Para qué?».

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