Diario de León

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SÓLO TIENES lo que das. Lo que no se da se pudre. Lo que se pudre pide conserva (por eso se inventaron la carne curada y los bancos; por conservar y apilar). La conserva es la oración de los conservadores. Los conservadores son, pues, conservaduros. El conservaduros sólo cree en el dinero. El dinero sólo cree en sí mismo. Dinero llama a dinero y no oye otra razón. La razón se compra y se vende. ¿Y La Razón, donde Herrera es portada quince días al mes y los otros quince alguna profecía con Zapatero como inductor de la catástrofe? Aburren estos chicos con tanta militancia editorial en primera. En su derecho y gusto están, jamás lo cuestionaría, pero cuando uno impone su ley y tendencia, la primera en huir es la razón. Como ejemplo se pone este probable episodio: a Benedicto XVI en su visita a España ha de recibirle Zapatero, por quien siente tirria sibilina que oculta bajo esa sonrisa tiesa con que anda entre gentes y audiencias. Zapatero lo sabe y propone plan de acercamiento; sugiere encuentro personal sin despachos ni rendevús para hablar con mayor franqueza de los asuntos que tienen alborotada a la sacristía española y a la curia vaticana. Un paseo por los jardines de La Moncloa valdrá. El jefe de seguridad advierte: ese jardín no es más grande que un tiesto y con todas las cámaras encima leerán en los labios todo lo que hablen. ¿Y un paseo por el lago del Retiro, ellos solos, lejos de todos? Para que su santidad no rehúse este encuentro, Zapatero le indica por el nuncio que, además, desea confesión, que también eso le enseñaron en el colegio Leonés. El papa, encantado, dice que sí. Hay paseo en bote el día central de la visita. Cuando están los dos en la mitad del lago, se levanta un ventarrón que arrebata el sombrero blanco del papa y lo manda a flotar treinta metros más allá. Zapatero se incorpora y dice tranquilo, santidad, que ahora mismo se lo traigo. Intenta el papa hacerle desistir, ¡no se moje usted! Zapatero, terco, salta del bote. Caminando resueltamente sobre las aguas del lago, llega donde el sombrero, lo coge, regresa andando sobre el leve oleaje y se lo devuelve. En la orilla, prensa y comitivas se quedan boquiabiertos, como en pasmo divino. Ahora la pregunta es ¿cómo titularía esta noticia La Razón?... ¿?... ¿ein?... : «¡Zapatero no sabe nadar!».

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