Diario de León
Publicado por
CARLOS G. REIGOSA
León

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RESULTA paradójico que nuestra democracia -como las de otros países- esté garantizada por unos partidos políticos que en su funcionamiento interno son cada vez menos democráticos. Pero esta es la realidad: en casa de herrero, cuchillo de palo. La ausencia de debate en las reuniones de los partidos y el incondicional sometimiento al jefe ofrecen una imagen simplemente decepcionante. Porque, ante esas credenciales democráticas, uno se pregunta cómo pueden impulsar luego un sociedad abierta, plural, respetuosa con el adversario, etcétera, en el supuesto de que este sea su objetivo. Después se comprueba, a la vista de los hechos, que no parecen tener un gran entusiasmo por profundizar en esa democracia y enaltecer al ciudadano de a pie. No da para tanto su voluntad y, si lo diese -hay que reconocerlo-, serían castigados en las urnas. Porque la otra paradoja es que los votantes no quieren partidos políticos abiertos y en permanentes debates internos, por más enriquecedores que estos puedan ser. Por el contrario, se valora esa unidad férrea, sin grietas, monolítica, en la que todos aplauden con entusiasmo al líder supremo. Es decir, al mismo líder que confiesa en privado que desconfía intelectualmente de las unanimidades -que le suenan a franquistas-, pero que las reclama en cada ocasión en que el partido tiene que comparecer en un acto público. Todos formando una piña. Porque así es como se consigue el favor de los electores. Lo malo es el espectáculo poco edificante -desde la perspectiva democrática- que se ofrece. Sesiones de debate en las que no se debate nada. Adopción de decisiones que ya han sido adoptadas con antelación. Manifestaciones de pensamiento único a mansalva. Coros de grisura voluntaria exaltando la fuerza del líder y la solidez del partido. Todo, menos una democracia interna profunda. Porque, en efecto, no resultaría rentable. Imagínense por un instante al PSOE convertido en un bebedero de patos con cada uno soltando su milonga y blandiendo su discrepancia. No les arriendo la ganancia. José Blanco daría sabia cuenta de ellos. Pues otro tanto se puede decir del PP o de otras formaciones. Y todo, paradójicamente, ¡para que nuestra democracia sea más fuerte!

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