Diario de León

Nicasio Getino Getino

«Una arroba eran 25 libras»

El centenario Nicasio Getino recuerda los antiguos pesos que usaba cuando viajaba en carro desde el Curueño a León para vender el carbón vegetal que hacía quemando roble

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A. Calvo - león
León

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Cuando tenía 70 años cumplió su sueño de vivir en la ciudad de León. Hoy ya lleva más de 30 años en ella, en casa de una de sus hijas. Nicasio Getino cumple hoy un siglo de vida, recordando lo dura que fue la vida en su pueblo natal, Pardesivil, donde se casó y nacieron todos sus hijos. «Siempre fui labrador», reconoce mientras busca en su memoria los recuerdos de aquellos días en el campo. Apunta que lo primero que hacía nada más levantarse, «cuando salía el sol», era ir a dar de comer a los animales. Después, un fuerte desayuno a base de sopas de ajo o patatas cocidas para poder aguantar toda la jornada. «Como en verano los días eran más largos había más trabajo en las tierras, pero en invierno subíamos al monte para hacer carbón de leña», comenta. En los montes del Curueño cortaban leña de roble que apilaban cuidadosamente para después cubrirla con tierra y prenderle fuego. «Había que velar la lumbre durante tres o cuatro días hasta que se hacía el carbón», después cargaban los carros tirados por vacas con el producto y tras un día y medio de viaje llegaban a León para venderlo. En las noches de travesía o los días que estaban en León dormían bajo el carro. Así, vendiendo el carbón que los leoneses de la capital vertían en los braseros, Nicasio conseguía sacar entre 30 y 40 duros por los alrededores de Santa Ana, Puerta Castillo y Puerta Obispo y algunas veces también casa por casa. Las mujeres cargaban en sus atillos entre una o dos arrobas como mucho. «Una arroba era lo mismo que 25 libras, pero no recuerdo los kilos», apostilla mientras una de sus hijas le apunta que eran 11,5. Una vez vendido el carbón, todavía les quedaba otra jornada y media para regresar a Pardesivil. El carro, como mandaba la normativa de aquel entonces, con un candil para que pudieran ser vistos por los oscuros caminos. Entre los animales, las patatas que conseguía vender y el carbón, Nicasio mantenía a su familia. Consiguió casarse con Elena conquistándola poco a poco, en los encuentros que provocaba vivir en el mismo pueblo. Aún así, tuvo que robarle la novia a un amigo. Un día recibió una carta en la que su colega, que vivía en otro pueblo, le preguntaba si Elena tenía novio. Nicasio, sin dudarlo, le contestó que sí, que él era el novio. Después de este primer reto, se casaron y vivieron juntos más de 64 años. El centenario comenta que aunque no le gustaba el baile, sólo jugar a los bolos y un poco a las cartas, la conquistó con la labia. Además, llevaba ventaja porque siempre fue considerado «el más listo del pueblo». A Nicasio le hubiera gustado estudiar, «pero no había medios». Aún así, consiguió sacarse a través de un curso a distancia el título de Mantenedor de Libros, una titulación que según explica acabó convirtiéndose en lo que luego se llamó Comercio. Como le gustaban las matemáticas y era muy aficionado a la geografía todo el pueblo recurría a él para las mediciones de la tierras. Pero su sueño siempre fue vivir en León. «En el pueblo siempre había escasez de todo, de dinero lo primero», señala. De hecho, después de la guerra, junto con su mujer, montó una tienda de ultramarinos en la calle leonesa de Santiesteban y Osorio que fracasó y tuvieron que regresar de nuevo a Pardesivil. Con un siglo a sus espaldas y tras recuperarse del atropello de una moto hace cinco años, Nicasio se encuentra perfectamente, «con los típicos achaques». El truco de la longevidad, según él mismo, es «una vida totalmente normal, pero sin excesos. Ahora, su familia y la parroquia le preparan un homenaje. Fecha de nacimiento: 10 de octubre de 1906. Lugar: Pardesivil. Residencia actual: León. Familia: Tiene 4 hijos (Eulalia, Paula, Concepción y Miguel) y 6 nietos.

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