Diario de León

La mujer de Piergiorgio Welby comentó que se dirigía a la opinión pública «sólo por él»

Revela los deseos y miedos de su marido, quien fue ayudado a morir

La pesadilla de su esposo era acabar la vida «ahogándose» por no poder respirar

Mina Welby se había mantenido en silencio durante los últimos meses

Mina Welby se había mantenido en silencio durante los últimos meses

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efe | roma

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La mujer del ciudadano italiano Piergiorgio Welby, el enfermo de distrofia muscular que murió el pasado miércoles cuando un médico accedió a su deseo de desconectar la máquina que le mantenía con vida, habló ayer por primera vez del deseo de morir de su marido. Mina Welby había mantenido siempre el silencio en estos últimos meses, cuando su marido decidió comenzar una batalla legal para conseguir su «derecho» a la eutanasia. Pero ayer, la mujer de Welby decidió enfrentarse en una rueda de prensa a la opinión pública, «sólo por él», y contar a veces interrumpiéndose por la emoción, algunos detalles de su vida con su marido. La compañera de Welby, que desde 1997 se encontraba postrado en cama debido a la distrofia muscular, explicó que tras el deseo de su marido de poder morir tranquilo se encontraba el «terror» de acabar su vida «ahogándose» por no poder respirar. Mina contó que la pesadilla de Welby era saber que acabaría intubado también para comer porque la enfermedad avanzaría y no le permitiría deglutir. Piergiorgio Welby podía mover sólo los ojos y parcialmente los labios y vivía gracias a un ventilador pulmonar conectado directamente a la tráquea que le permitía respirar. «El no aceptaba seguir en estas condiciones; era como una vid que crecía sobre otra planta y por esto decidió comenzar su batalla y escribir al presidente de la República», contó la esposa de Welby. La mujer de Welby reconoció que, como católica practicante, la eutanasia le infundía miedo porque creía que era «cometer un homicidio» pero después comprendió que era necesario que hubiese una legislación que regulase estos casos. «Una ley de la eutanasia no es una obligación; como cada norma existe para que quien quiera la pueda usar. Es como el divorcio, porque exista no quiere decir que todos estén obligados a divorciarse», explicó Mina Welby. Asimismo, quiso reiterar que la muerte asistida de Welby «no fue un homicidio», sino que su marido falleció «durmiendo» como él quería, gracias al único médico que, «como caído del cielo», se ofreció a desconectarle de la máquina. Mario Riccio, anestesista de un hospital de Cremona (norte de Italia) conoció el caso de Welby y accedió a su petición de desconectar el ventilador. El último día Mina explicó que el último día lo pasaron juntos hablando de muchas cosas pero sin recordar el pasado -algo que odiaba Welby- y que cuando llegó la hora, quiso despedirse uno por uno de todos sus familiares y amigos. La mujer de Welby anunció que continuará la batalla junto al Partido Radical, al que se afilió su marido en 2002, para que se reconozca el derecho civil a la eutanasia. Durante la rueda de prensa, también se anunció que ayer se realizaría la autopsia al cadáver de Welby y que posteriormente sería incinerado. El miembro del Partido Radical Marco Cappato, que asistió a la muerte de Welby, anunció que junto a Riccio fueron interrogados por la policía y que la fiscalía ha abierto una investigación sobre el caso. El político Cappato reiteró ayer que desconectar el ventilador pulmonar que mantenía con vida a Welby fue un «acto completamente legal» pues se trataba sólo de rechazar el tratamiento médico y que se espera que la fiscalía «archive el caso».

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