Diario de León

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A MORIR, que son seis días. Después, se resucita a la normalidad, si es que lo nuestro es normal... Las calles se cortan, el centro se colapsa, bulle la ruidosa piedad impía. A la vieja Virgen de la Cueva, la del que llueva, que llueva , la arrinconan, el sindicato de seises le da la vuelta en su hornacina para que mire a las apabardas y a ninguna procesión la invitan. ¿La odiarán? Pero deberían dejar pasar las anunciadas nubes del meteorólogo en silencio, mucho silencio, que no les claven tararís de metal ni mamporrazos de pellejo timbal en su panza de burra donde duerme la tempestad, pues rompen aguas y paren lloros de costaleras y papones... Habrá, sin embargo, sol entre fresquíviris, tranquila la paponada, lucirán los rasos y capirotes, el boato, lo ensayado, el teatro de la fe y su cortejo teatral, las lágrimas del arrenpetido que podrá pecar de nuevo, el desfile, el musicón penitencial, los pasos acompasados, la banda en su marcha fúnebre de tuba y clarinete, los berridos del que vende obleas, los cuchicheos de la trajeada autoridad que en la cola de la procesión va con vara y con banda a lo suyo (lo electoral, que me quieren apear de la lista), los tumultos de acera, la preñez de los bares, el pedal de limonada, los críos a su bola, los mocetes a palpar, los puretas a fisgar, las manolas a lucir entalle y blonda, los manolos en las chapas, los guardias a parar, los coches a parir, los encuentros a celebrarse y sirve aquí otros cacharros rapaz, semanita que pone el bacalao blando y los huevos duros... El que puede, pira; el que queda, se resigna; y el que actúa en la obra, se entusiasma en su papel de bracero o enfilado desfilante, de abad o monaguillo de roquete, de mirón o novia aplaudidora, de madre con rosario de nácar... o de panda gamberreta del insti que le dice a su colega empaponado lo de «chaval, aprieta el culo y da al pedal»... que por atrás te vienen dando... los de la otra cofradía. Semanita, semanita... semanita de los treinta pasos... los que tiene de corta la callecallecitacalle, callejo de La Sal genara, basílica de chuflas que ni bufan ni incomodan... Semanita, semanita... cuánto tardas en pasar en tu paso procesal, lentito para que te miren y ruidoso para que la fe que no convenza, aturda al menos o confunda o exalte o aterre o enajene o o disparate a uno del Oteruelo que se pone a cantar una saeta sevillana... ¡Manda cruces!

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