Diario de León

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EN CAZURRO arreglarse pueden ser dos cosas: conformarse con lo que hay y tirar palante... o componerse la figura, atildarse la facha, alísate esa falda, vístete rapaz, lávate con jabón Ramirín que hoy es domingo, límpiate esos zapatos y péinate (con agua azucarada queda el tupé tieso como escoplo), levanta la cabeza y sácate las manos de los bolsos, que te cruzo la cara, manguán... Arreglarse era para doña Lola Viejo dos horas de restauración; y para el arcediano de Gordón, ponerse la sotana de las fiestas y oposiciones al cabildo que le hizo un sastre de Astorga. Pobres, pero arregladas. Ricas y arregladísimas. En el arreglo nos va la imagen, lo que queremos que los demás sepan que somos o deseamos parecer. Qué afán. El verbo arreglarse acababa antes en las vestiduras y en la peluquería. Hoy, sin embargo, arreglarse reside ya más en los quirófanos que en escaparates de zaras y diores: arréglate esa nariz, rapaza; ponte tetas, Mariplani; drénate esas lorzas, Maricrú... Revistas, teles, pelis y casinos de provincia muestran cada día ejemplos a tutiplén de operadas, enriquecidas faciales, liposuccionadas del papo, estiradas de la pelleja, tías a medias entre dermoestéticas y acartonadas, juventud disecada en la jeró que de lejos ahuyenta. El tiempo (no pasa, huye) atribula a la mujer que defiende su ventaja en la guapura. Tiene pánico a la arruga... y se siente desplazada del foco masculino... así, lo de hembra se les menoscaba y se barrenan en depres. Ahora hay un programa que el mujerío ve en masa o fisga de reojo. Se coge una tía feuca, algo pato, napia ganchuda, o un tío desastrado de perfil, y se intenta convertirles en cisnes a base de meter garlopa o relleno, cirujaneando a la víctima. Lo llaman cambio radical. ¿Y qué mujer des...agraciada no soñaría con tener las cosas en su sitio y remozarse, volverse moza olvidándose de esos pechos estrábicos o mirones del abismo?... Qué cruz, qué penitencia, ser mujer y obligarse a estar buena porque por eso la compraron. Un veinte por ciento del negocio estético son paisanos; también se estiran, se estucan o se ponen un cepillo en el cogote. Si se tiene con qué, se compra todo. Y la belleza, lo que cueste. Todo se arregla o se cambia: un pijo por un chirri... o te dicen que te casas si te quitas pistoleras. Pero...¿sólo existes si te miran?...

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