Liberalismo y religión

EN UN lugar u otro de la tierra los cristianos son perseguidos. También entre nosotros ocurren cosas extrañas. A una monja la ofenden sólo por vestir hábito. Un proyecto de investigación es rechazado por tener relación con la fe cristiana. Los medios de comunicación ignoran una manifestación cristiana mientras dedican amplios espacios a una manifestación homosexual. Pero no es oportuno creerse víctimas de una injusticia ajena. También los creyentes tratan con frecuencia de ocultar su identidad. A veces nos asombra encontrar en la parroquia a los que en el trabajo nunca han dado nuestras de su fe. Ocurre, al parecer, que unos y otros procuramos reducir la creencia al ámbito de la más estricta intimidad. Es verdad que estas manifestaciones del silencio y la exclusión tienen raíces antiguas. Ya un teólogo como Schleiermacher definía la fe como pura experiencia sentimental de la debilidad humana. De esta forma, la fe quedaba reducida a un sentimiento sin contenido objetivo de tipo intelectual. Es verdad que eran los tiempos del romanticismo cultural y social, pero sus efectos perduran todavía hoy. En 1902, W. James intervino en las célebres conferencias Gifford. Sus lecciones llevan por título Las variedades de la experiencia religiosa y están publicadas en español. En aquellas conferencias concibe él la experiencia religiosa como uno de los mecanismos de defensa de la persona ante las grandes experiencias negativas, como son la melancolía, el mal y la conciencia de pecado. Este planteamiento subjetivista no admite una realidad externa al sujeto que la experimenta. En consecuencia, para James lo que importa es el sentimiento no el objeto mismo que lo genera. Por eso, importa el sentimiento religioso, no la religión que se admite y se profesa. Podríamos comparar la religión con el amor y decir que lo que importa es amar, pero no importa la persona a la que se ama. Si eso fuera así, las distintas iglesias y comunidades tendrían una función secundaria. De ahí a la secularización de los valores y la privatización de lo religioso no hay más que un paso. La fe sería una cuestión íntima y no podría reivindicar una función social. Las tradiciones religiosas no deberían reflejarse en el espacio público. Liberando la cultura de su influjo, se conseguirá una sociedad universalista y libre. Como se ve, este planteamiento obedece a una mentalidad liberal y conservadora, tranquilamente admitida por los movimientos más progresistas y aparentemente antiliberales. Curiosamente, aquellas ideas defendidas por James en las conferencias Gifford a principios del siglo XX, han sido criticadas por Ch. Taylor en sus conferencias Gifford, pronunciadas en 1999, justo al final del mismo siglo. También éstas han sido publicadas en español con el título Las variedades de la religión hoy. Como se puede observar, los planteamientos liberales no son tan ingenuos como parecen ni pueden admitirse sin réplica alguna. Día 14, sábado: Onomástica de D. Camilo Lorenzo, Obispo de Astorga Sigue Encuentro Nacional de Jóvenes Adoradores, en Logroño (Adoración Nocturna). Hasta el 15 Día 15, XV Domingo del Tiempo Ordinario. Jornada de Apostolado del Mar Día 16, lunes: Fiesta de la Virgen del Carmen Comienza Campamento de Jóvenes de Acción Católica en Carrandi (Asturias) (Movimiento de Jóvenes de Acción Católica, León). Hasta el día 25