Diario de León

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Mujeres al asalto de la ciencia

Sólo un 16.9% de mujeres ocupan puestos relevantes en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En escalas inferiores el número se incrementa hasta el 38.3%

La mujeres ocupan pocos puestos de alta responsabilidad en la investigación científica

La mujeres ocupan pocos puestos de alta responsabilidad en la investigación científica

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Aroa Pérez - madrid
León

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Desde la instauración de los Premios Nobel en 1901, sólo ocho científicas han sido galardonadas con él. Un siglo después el panorama no ha variado mucho, al menos en España. Un 16.9 % de mujeres ocupan puestos relevantes en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor organismo público de investigación del país, aunque el porcentaje de doctoras contratadas por este organismo es el 53%. En el Consejo, emblema de la ciencia española, sólo uno de cada seis altos cargos lo ocupa una fémina. Son datos que ponen de manifiesto la escasa representación que la mujer tiene en el campo de las ciencias en España. Tal es el caso de Dorotea Barnés (Pamplona, 1904), una de las físicas más brillantes del siglo XX cuya carrera quedó truncada por su matrimonio. «A mi me retiró de la ciencia mi marido», declaró a los 90 años. Desde Madame Châtelet, amante de Voltaire y divulgadora de la obra de Newton, hasta Marie Curie, que vivió por y para el polonio, las mujeres han aportado destacados conocimientos a la ciencia que, a menudo, no han sido reconocidos por la sociedad. Uno de los escándalos más sonados en este ámbito, fue la denegación del Premio Nobel a Rosalyn Franklin, cuyas fotografías sobre la estructura del ADN fueron utilizadas, tras su muerte, por el equipo que formaron James Watson y Francis Crick, que sí obtuvo el prestigioso galardón. «Siendo mujer, universitaria y del CSIC me sentía como un pulpo en un garaje», relata la química Pilar Tigeras, recordando sus primeros pasos en este organismo. Un tercio de los integrantes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) son mujeres, una cifra ligeramente inferior a la media europea. De entre sus departamentos, el de Ciencia y Tecnología de Alimento es el que más paridad presenta con un 44,5% de investigadoras. Para paliar esta desigualdad de género, el CSIC creó el en 2002 la Comisión «Mujeres y Ciencia», un grupo de trabajo destinado a promocionar la labor de las científicas en este centro. Especie protegida Considerada la investigadora española más destacada del siglo XX, Margarita Salas señala que «todavía somos pocas las mujeres que ocupamos puestos altos, aunque es cierto que hay muchas mujeres iniciando su carrera investigadora». La bioquímica asturiana asegura que en su laboratorio hay más mujeres que hombres haciendo la tesis doctoral. Capacidad «Lo importante es que estas investigadoras se plantean este trabajo profesionalmente, no tienen intención de dejarlo tras completar la tesis doctoral». Por esto, prevé que «en unos quince años las mujeres alcanzarán en la ciencia el lugar que les corresponde de acuerdo a su capacidad». Corrobora su afirmación Eulalia Pérez Sedeño, presidenta de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), quien asegura que la incorporación de la mujer en diferentes áreas científicas «ha modificado no sólo la calidad global de éstas, sino también sus contenidos». Aún así, la profesora de Investigación en Ciencia, Tecnología y Género del CSIC recuerda que «el papel de la mujer es mejor que hace 20 años, pero todavía queda mucho por mejorar». En el doctorado, primer escalón de la carrera científica, las españolas están ya a la par que los hombres. Sin embargo, muchas abandonan la actividad investigadora tras esa fase inicial. Las razones son múltiples y se potencian entre sí. «Las dificultades para conciliar una carrera investigadora con la formación de una familia asusta a las licenciadas y doctoras, limitando sus aspiraciones», asegura Flora de Pablo, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT). Esta profesora de investigación del CSIC defiende que «las más prometedoras de nuestras jóvenes científicas deberían ser especies a proteger».

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