Diario de León
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ANTONIO CASADO
León

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EL PELIGRO yihadista, o islamismo radical, si lo prefieren, es una especie de «herpes zoster» instalado en la barriga del mundo. Va desde Casablanca hasta Yakarta, más o menos, y tiene en Estambul (Turquía) un formidable intercambiador de virus. Entiéndase como encrucijada de la tensión entre las dos civilizaciones, la islámica y la cristiana, con sus correspondientes derivadas civiles -si es que se puede hablar de derivada civil en el Islam-, tal y como lo predijo Samuel Huntington. Si alguien puede personalizar en estos momentos la verdadera naturaleza de esa tensión, ese es Recep Tayyip Erdogan, primer ministro de Turquía, que ayer se entrevistó en Moncloa con el presidente Zapatero, en vísperas del Primer Foro de la Alianza de Civilizaciones, que se celebra en Madrid el hoy y mañana. Pero antes de acudir a Moncloa, pasó por los desayunos de Europa Press y, ante un selecto auditorio de empresarios, políticos y periodistas, habló con una claridad muy de agradecer sobre la incomprensión entre los dos mundos y la situación de Turquía que, estando en mitad del camino, hace méritos para integrarse en la UE. Por eso lamenta el frenazo. En ese punto, Erdogan sacó partido a las contradicciones de Bruselas, que da largas a este país de mayoría islámica y vocación occidental. Cuando Angel Expósito le pidió las claves de su discurso para convencer a Sarkozy y Merkel, se puso cartesiano y respondió que la única forma de convencerles es demostrando que Turquía cumple las condiciones del ingreso en la UE, emplazándoles a ellos a que expliquen, también racionalmente, los motivos de que no se acepte a Turquía después de haber batido todos los récords de permanencia en lista de espera. Más cartesiano, o sea, europeo, no pudo estar Erdogan en la respuesta a un asunto capital en las relaciones de este país con la parte occidental del mundo. El mismo talante, absolutamente ajeno a posiciones políticas inspiradas en el pensamiento teocrático del Islam, mostró Erdogan al referirse al resto de los asuntos de la política internacional, la mayoría de los cuales pasan por la región donde se ubica la Turquía moderna que impulsó en su día el gran Atatürk. Por ejemplo, al hablar de terrorismo. De nuevo la racionalidad y el sentido común: «Todos los terrorismos son malos. No se puede decir que mis terroristas son buenos y los tuyos son malos». Amén.

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