Diario de León

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«LOS LEONESES sois como los de Bilbao, pero sin motivo». La primera vez que me lo dijeron, sonreí el ingenio picudo de la puya. La segunda, torcí el belfo por redundar. Y a la tercera, lo pensé, lo roí... ¿y si fuera verdad? Subido a un tonel de tasca, alguien arengó a la rinconada vacía: ¡El 24 de abril fuimos los primeros!... Se refería al independentismo español pronunciado en León contra la invasión napoleónica de 1808 antes que los episodios de Móstoles y aquel dos de mayo en que cifra la crónica oficial el estallido del basta y fuera el francés... ¡El León españolista madrugó más y se levantó antes!, insistió el del tonel. La carcajada de los sesudos historiadores con cara de espanto o chufla no le disuadió de la patraña. ¡Los primeros!... La comunidad celebra en Villalar una batalla perdida (la derrota es otra cosa, pues también el comunerismo, que era un caciqueo localista, tiene sus soñadores). A falta de batallas, hay por aquí quien gusta de buscar o inventar un levantamiento que no fue tal. Les gusta lo de levantamiento porque es lo mismo que alzamiento ; y de alzamiento viene el movimiento que, si es nacional , pretenderá ser perpetuo (cuánto daño hizo Franco enseñando trucos). Los lacorros del nacionalismo cazurrista (la cazurrería nacionalera es la otra rama) desde su pupitre fisgan y maman de la ubre jarrai y aberchale amorrados a Internet por pillar idea, o sea, motivo, y modos, o sea, el cómo... ¡a copiar!... y saben sus descubiertas teorías a sopa de ropa vieja, sopa gorda recalentada en cocina ajena. El lacorrillo de ese historicismo circular que se muerde el rabo hace lo mismo, pero busca el motivo en estanterías... y después se viste de tesina. En ambos, lacorros y lacorrillos, late una prisa desorejada o desesperada por encontrar en las lejanías del tiempo o del mapa los motivos que en estas cercanías y presentes ni asoman. Los mitos son un buen motivo. Son necesidad. De modo que, si no existen, se inventan; y si existen a medias, se les viste de gualdrapa... Pero ni metiéndonos don sueros en vena se emborracha la razón, ni inventando el primer parlamentarismo democrático aparece el pueblo en instancia alguna, ni buscando con candil aparecen daoizes o velardes leoneses que conjuren el fácil y humillante campeo que se permitió en León la francesada.

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