Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

No pudo ser

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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Seguramente, en esa nota tristísima de la derrota, la muy señora Hillary de Clinton, repetía hasta hacerse daño: «No pudo ser». Se le puso delante desde los primeros tanteos políticos, de cara al público, el lector, nada menos que un señor negro, que no es que el color resulte un hándicap para el trabajo, ni para el deporte, ni mucho menos para la política o el amor. Los negros, dígase en honor de la verdad, son como los blancos, pero de otro color. Y juegan, como los bancos, al football y suelen reinar en silencio al pie del fogón, como Arguiñano el cocinero de la Televisión, y llegado el caso, se presentan a las elecciones como cualquier ciudadano que disponga de dineros, de muchísimos dineros, porque en Norteamérica las cosas cuestan un ojo de la cara y la yema del otro, para los que carecen de patrimonio y además son negros. Las negras suelen ser otra cosa, y por el ancho mundo circulan señoras estupendísimas que además son negras, color para el famoso Balenciaga. Y además, el contrincante o rival de la famosa señora blanca, Doña Hillary, además de negro tolerable en sociedad, es rico, tan rico como la señora de Clinton, pero con dineros propios, sin necesidad de recurrir a los miembros demócratas del Kuklusklan ni a la banca judía, ni a la Caja de Ahorros de Chicago. Se llama Don Barak, que es como nombre de tenista y se apellida, como es su obligación, Obama, lo mismo que un vecino nuestro que pasó por aquí y nos sonrió como hacen todos los señores negros y las señoras negras pero estupendas. Y ambos a dos, doña Hillary y don Obama, que aspiraban a ocupar la sala oval de la Casa Blanca se echaron a la calle para pronunciar discursos electorales, como Morano en León o Herrera en Valladolid y al cabo de mucha saliva de ambos colores y de más dinero del que disponían ganado con el sudor de sus frentes, la señora Hillary, que iba de preferida, se vio obligada a renunciar a la mano de Doña Leonor y ceder el paso al ilustre señor Obama, para el cual se inclinó la mayoría del electorado, blanco y negro. Y resultó vencedor en la contienda electoral, el negro. Y todos, hasta los inefables y crédulos hispanos de la España matriz se dieron cuenta de que estaba entrando el mundo en una nueva fase, como hace la luna y que de presidenta blanca nada. Obama se dispone a gobernar, como le sucedía a la Reina María Cristina, española, como la aceituna de bote, y convencidos de que el cambio de color suponía cambio de situación, de sistema y de manera de matar islámicos, el comercio, la industria, la religión y la política se dispusieron a cambiar los rumbos y solicitar a los tejanos de Tejas que les faciliten por el amor de Dios petróleo. Y hasta ver si llega o no llega, ¡viva Pérez de Guzmán! con el recuerdo casi familiar de aquel negrito de Guinea que estudiaba para profesor de Instituto en León y al cual nos encantaba encontrar en el arduo camino de la convivencia de razas y colores.

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