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León tira unas cañas

Manuel Aller, de «El Vagón de Cardiles», gana el concurso de tiradores de cerveza organizado por la Asociación de Sumilleres de León, Estrella Galicia y Vinos y Bebidas Nistal

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A. Caballero - león
León

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Tirar un vino puede ser pecado, pero tirar una caña es un arte. Una dedicación para artesanos de la hostelería que requiere estilo, habilidad y ejecución, como demostraron ayer los veintiséis profesionales que participaron en el concurso de tiradores de cerveza organizado por la Asociación de Sumilleres de León, con el producto aportado por Estrella Galicia y servido por Vinos y Bebidas Nistal. Un duelo de orfebres del lúpulo que terminó por encumbrar a Manuel Aller, que cursa cátedra en El Vagón de Cardiles ; con Ruth Fernández, del mesón El Galeón, como segunda; y Óscar González, Moski , de La Perla Negra , y Diego Prada, de la cafetería Anahuac 3 , como terceros clasificados al alimón, que superaron a otros participantes con puntuaciones elevadas, como Manuel Prieto, del restaurante Picos de Europa . El concurso, celebrado en la plaza de San Martín a mediodía, con el sol a degüello sobre las calles del Húmedo, refrescó la mañana de los curiosos que se atrevieron a subir al escenario para hacer de figurantes, de dos en dos, con derecho a trago -alguno apuró hasta el vidrio- pero sin posibilidad de juicio. El veredicto quedó en manos de los cuatro jueces, que valoraron a los contendientes con arreglo a cuatro parámetros básicos: la uniformidad, el estilo/habilidad, la ejecución y el servicio, además de varias preguntas teóricas sobre el producto. Unos apartados en los que se puntuaron aspectos como la elección de la vajilla, el modo de asir la copa -por el pie mejor que por la tulipa-, el detalle de pasar el vaso por agua antes de tirar la caña, el punto de inclinación de 45 grados para acoger la cerveza, la medida para estrangular con carbónico o el temple para dejar reposar la obra. «No se trata tanto de seguir todos los pasos de manera escrupulosa como de conseguir un resultado final homogéneo y atractivo», como explicó Andrés Nistal, uno de los miembros del jurado, quien desbarató un tópico y defendió un mito: «Es un error habitual el añadir mucho carbónico, que crea espuma artificial, lo que hace que te pique un poco al beber y te hinche más. Pero lo que sí es cierto es la necesidad de los dos centímetros de espuma, porque permite que no se oxide la cerveza, a la vez que da sabor si se ha tirado y dejado reposar bien». Poco reposo una vez servidas tuvieron las variedades de Estrella Galicia: la nueva Shandy sin alcohol, que se estrenó ayer en la ciudad; la Especial, con 5,5 grados; y la 1906, la reserva de 6,5 grados que blasona los 101 de la marca española facturada y fermentada con la niebla de las tierras gallegas, pero cuyo lúpulo es cien por cien leonés, salido de la ribera del Órbigo.

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