Una carta desesperada a los Reyes Magos para que les dejaran rescatar un perro
No podía ser otro, tenía que ser él, un galgo de pelo largo negro con manchas blancas. Lo intentaron durante meses pero siempre se encontraron con la negativa de sus padres. Hasta que se organizó una operación secreta. No es un regalo, es un rescate. Un compromiso de vida. Tranchete ha tomado ya al asalto el sofá de su nueva casa
Llevaban meses detrás de sus padres para que les dejaran adoptar un perro en la Protectora de León. Había algo en ese perro, algo especial, una conexión difícil de explicar. Un ‘no’ detrás de otro. Pero ellas siguieron yendo a la protectora a sacarlo a pasear y, de paso, a muchos otros. Tarde tras tarde, sin faltar ninguna.
Y allí estaba Tranchete esperándolas cada tarde. Un galgo de pelo largo negro con manchas blancas. Apareció en Fresno de la Valduerna en enero del año pasado, sin chip, abandonado a su suerte y acabó en la Yosa, el lugar donde terminan todos los perros de la Comunidad que no encuentran hueco en instalaciones de una asociación, los que no tienen tanta suerte. De allí lo rescató la Protectora de León y ahí se encontró con Cárol y Amanda Álvarez Crespo, 16 años recién cumplidos, las ideas claras y una voluntad inquebrantable. Sólo un pero: sus padres.
«No queríamos, la verdad. Es una responsabilidad, es traer un miembro más de la familia, un compromiso de por vida», dice su madre, Mercedes Crespo.
Cárol y Amanda se convirtieron en paseantes de perros de la Protectora después de una visita que hicieron con un campamento urbano. A esa actividad se sumaron sus padres, Miguel y Mercedes. Se turnaban para llevar a sus hijas y paseaban a los perros recogidos en las instalaciones de León, una tarea que desempeñan un grupo de voluntarios. «Si supieran cómo lo agradecen los perros, lo que supone para ellos tendríamos esto lleno de personas todas las tardes», apuntan en la Protectora.
La llegada de las gemelas cada día a la prote es una fiesta. Se la hacen Tranchete y el resto de los perros. «Se vuelven locos de alegría».
Hace una semana, una persona se interesó por Tranchete. En la Protectora de León aún recuerdan la llantina de Cárol. «No tenía consuelo», cuentan. Así que se puso en marcha una operación secreta para ablandar la voluntad de los padres.
«Queridos Reyes Magos, os pedimos que convenzáis a los padres de Cárol y Amanda de que les dejen rescatar a Tranchete, lo adopten y se lo puedan llevar a casa». La carta estaba a punto de viajar rumbo a Oriente pero Melchor, Gaspar y Baltasar hicieron su magia sin esperar a Navidad. El no fue un sí y Tranchete está ya en casa de los Álvarez Crespo.
Las gemelas Cárol y Amanda —las ‘Gemeliers’ las llaman en la Protectora— han firmado una especie de ‘contrato familiar’. Se han comprometido a ir a clase sin rechistar, hacer los deberes, estudiar, limpiar la habitación, recoger todo lo que dejan fuera de su sitio y hacerse cargo de Tranchete.
Cárol y Amanda han firmado una especie de ‘contrato familiar’. «No es un regalo de Navidad, es un rescate, un compromiso de vida»
«Antes nos levantábamos a las 7 y media de la mañana, ahora a las 6 suena el despertador», cuenta Cárol. «El compromiso es claro: un perro no es un capricho, es una responsabilidad», dice el padre de las gemelas. Tanta negativa tenía un objetivo: que sus hijas entendieran lo que es la responsabilidad. «Eso es lo que les han querido enseñar todos estos meses a sus hijas», apuntan desde la Protectora.
Se acabó el frío y la espera, los paseos contados, las noches en un chenil. En casa de Cárol y Amanda, un perro se ha adueñado ya del sofá. Un galgo ha llegado a las puertas de la Navidad. «No es un regalo, es un rescate», hacen hincapié desde la Protectora de Plantas y Animales de León. La adopción de una vida diferente, la que marca el miembro no humano de una familia.
«Queridos Reyes Magos, que haya muchas personas como Cárol y Amanda», piden en la Protectora.