Diario de León

LA BUENA VIDA

Con la vida en danza

La leonesa Marifé Lamadrid imparte talleres de biodanza en León a diferentes colectivos para desarrollar los potenciales vitales.

Un grupo de madres y alumnado del colegio público San Claudio durante una sesión de biodanza con Marifé Lamadrid.

Un grupo de madres y alumnado del colegio público San Claudio durante una sesión de biodanza con Marifé Lamadrid.

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León

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ana gaitero

LEÓN

«La biodanza no es una terapia, pero tiene efectos terapéuticos». Marifé Lamadrid deja claro que no se puede buscar la curación de enfermedades a través de esta disciplina. La danza de la vida, explica la monitora leonesa, «proporciona las herramientas necesarias para mejorar aspectos como la alegría de vivir, la autoestima, la autoconfianza, la creatividad y las relaciones».

También se presenta la biodanza como un refuerzo de la salud, sobre todo en lo que se refiere a problemas derivados del estrés y desequilibrios orgánicos. «Es un sistema de crecimiento personal orientado al estudio y fortalecimiento de la expresión de las potencialidades humanas a través de la música, ejercicios de comunicación en grupo y vivencias integradoras», precisa.

La salud, como dice la OMS, no es sólo la ausencia de enfermedad sino la calidad de vida y el bienestar. Aquí es donde la biodanza se ofrece como un ariete natural para desarrollar el potencial vital de las personas. «El potencial humano», añade Lamadrid, «se desarrolla en cinco grandes líneas de vivencia que abarcan la totalidad de la vida humana. Vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia».

La biodanza, explica, «está compuesta de ejercicios danza que tienen un signficado simbólico con músicas seleccionadas». Este significado simbólico está orientado «a modificar nuestra danza existencial y rescatan de ella aspectos que faltan para una expresión plena y auténtica».

Los ejercicios que se proponen incorporan movimientos naturales para que queden apegados al danzar cotidiano de la vida de la persona que practica esta disciplina. «Son movimientos que nos vinculan a nosotros mismos, a los otros y a la naturaleza», precisa. Según Lamadrid, hay una base científica que avala los efectos beneficiosos de esta práctica. «La biodanza basa su teoría en la biología, la medicina, la antropología, la etiología, la filosofía y la psicología», explica.

Asimismo, está conectada con otras disciplinas corporales como el tai-chi y la eutonía. El trabajo con la música facilita la conexión de las personas con la emoción e induce el movimiento.

Rolando Toro Alameda, psicólogo y antropólogo chileno, es el creador de esta disciplina que tiene gran difusión en Latinoamérica. Marifé Lamadrid, de La Virgen del Camino, imparte talleres de biodanza en Alicante y en las últimas semanas ha realizado varias sesiones en León con colectivos de madres y padres, alumnado y personas con discapacidad.

Entre el público que acude a sus clases hay diferentes perfiles. Desde las personas que desean un crecimiento personal a aquellas otras que tienen una problemática concreta. En el área clínica, asegura Lamadrid, la biodanza puede beneficiar los tratamientos para la hipertensión, la depresión y la ansiedad, las alergias, úlceras y adicciones.

También se ofrece como una herramienta útil para educadores, profesionales de recursos humanos, secretariado, personal sanitario, bailarines, músicos y personas con discapacidad física o psíquica.

No está restringida a unas edades concretas: infancia, adolescencia, madurez y ancianidad son etapas de la vida que pueden sacar partido de diferente forma a la práctica de la biodanza. También es recomendada en áreas de rehabilitación para mastectomizadas, párkinson e invidentes.

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