Diario de León

El arte de moverse por la vida

El centro de rehabilitación psicosocial San Juan de Dios de León ha atendido a 75 personas con enfermedad mental crónica en su proceso de normalización social. El centro de día obtiene el certific

Los profesionales que trabajan en el centro de día San Juan de Dios para enfermos mentales crónicos

Los profesionales que trabajan en el centro de día San Juan de Dios para enfermos mentales crónicos

León

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Es martes y el debate gira sobre los impuestos y la noticia del año, el anuncio de la boda del Príncipe. Los participantes son enfermos mentales en proceso de rehabilitación que acuden a diario al centro de día San Juan de Dios. La actividad forma parte de su agenda de integración y busca que «se formen una opinión crítica y no sean meros espectadores de lo que ocurre a su alrededor», explica la monitora Laura Fernández. De lunes a viernes, a partir de las 9.00 horas, se entrenan para retornar al mundo de la normalidad, a la vida cotidiana, de la que una enfermedad grave -esquizofrenia en tres de cada cuatro casos, pero también depresiones profundas por estrés laboral- les tuvo apartados durante un tiempo más o menos largo. El centro está en un lugar céntrico -calle Panaderos, 2- para facilitar la relación con el entorno. La mayoría tienen entre 30 y 40 años y no han trabajado, viven con sus familias. Después del tortuoso viaje por la enfermdad mental son unos de los mejores conocedores de su intangible dolencia. Tienen muy claro que salir del círculo de la locura no depende sólo de un medicamento, aunque en muchos casos nunca podrán prescindir de una pastilla. El centro de día es el último paso que han de dar para regresar al mundo de la normalidad. El programa tiene una duración media de un año y a partir de entonces se «busca la continuidad en otros servicios o recursos lo más normalizados posibles», subraya Yugueros, desde un puesto de trabajo a la continuación de estudios en un centro educativo reglado o programas específicos en los centros de asistencia social. 20 plazas concertadas El centro de rehabilitación psicosocial está integrado, mediante un concierto, en la red de servicios salud mental de la Junta de Castilla y León. En la provincia de León es el único centro de día que se ha puesto en funcionamiento desde que se inició la reforma psiquiátrica que acabó con el viejo modelo de los manicomios a principios de los 90. La Consejería de Sanidad financia 20 plazas para atender a personas que padecen enfermedades mentales crónicas, pero se cree que pueden llegar a integrarse en la sociedad de una manera normalizada, explica el psicólogo Miguel Yugueros. Desde su apertura, en enero del 2001, los psiquiatras del área de salud de León han derivado a este dispotitivo un total de 115 casos, de los cuales han sido admitidos el 65%, unos 75. Se desestiman, de entrada, todos los pacientes que son consumidores de alcohol o de otras drogas. Se trata de un programa en el que la participación es voluntaria, pero una vez aceptada la asistencia es obligatoria salvo excepciones. Es el caso de un padre a quien la hora de entrada le coincide con el horario del colegio de sus hijos y «entendemos que es más beneficioso para él atender a los niños que llegar aquí a la hora exacta», precisa el psicólogo. Los beneficiarios -y sus familias, en la medida de lo posible- tienen que ser responsables de su tratamiento farmacológico, gozar de cierto grado de autonomía y estar «compensados», es decir, no sufrir en ese momento un brote agudo de la enfermedad. Los profesionales del centro -dos psicólogos, una trabajadora social y tres monitoras- diseñan una programación individual para cada usuario. Los psicólogos se centran en la rehabilitación cognitiva y la potenciación de las habilidades sociales como herramientas de integración. También imparten psicoeducación, información sobre la propia enfermedad para que conozcan los síntomas y «reconozcan por qué es importante seguir el tratamiento a rajatabla». El trabajo con las familias se centra «la desculpabilización, para lo que es necesario que también conozcan la enfermedad», precisa Miguel Yugueros. Su colaboración -añade- «es fundamental, pero a veces se precisa un cambio de actitudes».

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