La degeneración macular causa ceguera a dos mil leoneses mayores de 55 años La importancia de la prevención

Oftalmólogos de León participarán en una campaña de concienciación y prevención de las consecuencias derivadas de la degeneración macular asociada a la edad, causa de ceguera de unos 2.000 leoneses, según los datos estimativos de la doctora María Isabel López, organizadora de la campaña en Castilla y León, aunque asegura que no hay datos estadísticos fiables sobre la prevalencia de una enfermedad ocular que afecta al 4% de la población mayor de 55 años. La campaña persigue el reto de reducir en un 20% el número de personas mayores que sufren ceguera derivada de esta enfermedad, ofreciendo a las personas que la padecen una mirada de esperanza y una alternativa ante la enfermedad. DMAE 2010 se presenta oficialmente en Castilla y León mañana en Valladolid a cargo de la doctora María Isabel López, aunque se inició en otras comunidades en el mes de septiembre con la colaboración de la Confederación Española de Organizaciones Mayores (Ceoma), la Sociedad Española de Retina y Vítreo y la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP). El objetivo de la campaña es concienciar a la población de la importancia de un diagnóstico precoz de la enfermedad, informando de cuáles son los síntomas y los factores de riesgo. «Con un tratamiento precoz las consecuencias pueden ser menores», asegura la doctora López que afirma que hoy por hoy la enfermedad no tiene cura. «En una población cada vez más envejecida como la de nuestro entorno, la incidencia es muy elevada, con la aparición de un 0,2% de nuevos casos cada año. El tratamiento es costoso, pero es más costoso que una persona se quede con una discapacidad». La campaña prevé la organización de charlas informativas acerca de la enfermedad que serán impartidas por oftalmólogos especialistas. La incidencia La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es la principal causa de pérdida de visión en las personas de más de 55 años. Los especialistas prevén que hacia el año 2010 hasta 7,5 millones de personas de más de 65 años podrían sufrir una pérdida de visión como consecuencia de esta dolencia. Según los datos manejados por Francisco Gómez-Ulla, presidente de la Sociedad Española de Retina y Vítreo, 525.000 personas sufren en España las consecuencias de esta dolencia, de las que 350.000 padecen la modalidad húmeda, la más agresiva, que representa el 15% de los casos. En la actualidad, el glaucoma (12,3%) y la degeneración macular asociada a la edad (4%) son las principales afectaciones asociadas a la ceguera y a la pérdida de visión en la población senil. La prevención es el arma más importante para que la incidencia descienda. Para alcanzar este objetivo es necesario acudir al oftalmólogo a revisiones periódicas del fondo de ojo. La rejilla de Amsler en una de las pruebas que permite detectar los primeros síntomas. Consiste en fijar la mirada, primero con un ojo y luego con el otro, en un punto negro situado en el centro de una lámina cuadriculada durante unos segundos y contemplar si las líneas se ven rectas u onduladas. También se realizan pruebas que determinan la agudeza visual a través de láminas específicamente desarrolladas con este fin, que evalúa la visión en personas con baja capacidad visual. Otra prueba es la realización de un test que determina la pérdida en la discriminación de los colores. Esta prueba permitirá alertar al oftalmólogo si el paciente comienza a sufrir las primeras consecuencias de la patología. Los síntomas de la degeneración macular húmeda, la más agresiva, pueden ser muy variados y van desde la distorsión de objetos y líneas (metamorfopsia), visión borrosa y disminución de la agudeza visual, alteración de la visión del color, aumento de la sensibilidad a los destellos hasta la visión de un punto o zona oscura en el centro del campo visual. Aunque los especialistas desconocen las causas exactas de esta dolencia, establecen unos factores de riesgo de los cuales el mayor en importancia es la edad. Pero también pueden influir otros como los antecedentes familiares, sexo (las mujeres tienen un mayor riesgo), la raza (la población de origen caucásico presentan un mayor riesgo), tener el iris de color claro, ser hipertenso, presencia de colesterol por encima de los niveles considerados normales (hipercolesterolemia), ser fumador, excesiva exposición a la luz solar y un escaso aporte de antioxidantes en la dieta. Cuando el oftalmólogo detecta los primeros síntomas deriva al paciente a la consulta del retinólogo.