Diario de León

«Ejercicio y dieta tienen más resultados que las novedades terapéuticas»

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León

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carmen Tapia

LEÓN

Ana María Matilla Peña, médica adjunto del servicio de Digestivo y Patología del Hospital Universitario Gregorio Marañón en Madrid y coordinadora del grupo multidisciplinar del cáncer hepático, participó en León en el Congreso SEPD de Patología Digestiva para abordar la importancia de la vigilancia de los pacientes con riesgo de desarrollar cáncer hepático «Una de las herramientas fundamentales para mejorar la supervivencia de estos pacientes es hacer vigilancia, diagnosticar más precozmente y que puedan acceder a tratamientos realmente curativos»

—¿En qué consiste esta vigilancia?

—Hay que intentar identificar cuál es la población de riesgo porque no se puede vigilar a todo el mundo. Hay que intentar, dentro de la población general, identificar a aquellos pacientes que tienen esos factores de riesgo y luego implantar un programa de cribado, conseguir que los pacientes sean adherentes a esos programas y que las herramientas que se utilizan para ese cribado, que actualmente es la ecografía, sea de una calidad óptima para que tenga unos buenos resultados en lo que se le pide en cuanto a sensibilidad para detectar el cáncer hepático.

—¿Cuál es la incidencia actual y por qué aumenta?

—La incidencia en España no está bien recogida porque las series que hay son de anatomía patológica y el cáncer hepático en un porcentaje muy alto de los pacientes no requiere un control histológico para su diagnóstico. Se han hecho varios registros pero con fotos fijas de un periodo de tiempo recortado, con lo cual no tenemos una incidencia real. En otros países desarrollados en EE UU y en el norte de Europa, se ve que en los países desarrollados va claramente en aumento, y lo que se cree es que se está produciendo un cambio en cuanto a la causa de la enfermedad hepática subyacente, que es el cáncer hepático. El cáncer hepático no aparece en un hígado sano, aparece en uno enfermo. Hasta ahora, las causas más frecuentes en nuestro país de enfermedad hepática crónica eran el consumo de alcohol, que sigue siendo todavía una causa importante, y el virus de la hepatitis C, que está empezando a tener menos importancia porque ahora somos capaces de tratar eficazmente la hepatitis C. Pero al mismo tiempo que tratamos la hepatitis C, está emergiendo una nueva enfermedad hepática, que es la enfermedad hepática por depósito de grasa, la enfermedad metabólica grasa está subiendo de forma muy importante, especialmente en países desarrollados. En España no estamos en las cifras más elevadas, a mucha distancia de Estados Unidos y del norte de Europa, pero en nuestro país también está aumentando. Según los registros que se han hecho en España aumenta el porcentaje de obesos, diabéticos y de pacientes con síndrome metabólico y cáncer hepático, y lógicamente eso está haciendo que el cáncer no disminuya de la forma tan eficaz como pensábamos que iba a ocurrir al intentar erradicar la infección por el virus de la hepatitis C y que siga estando en aumento. Hace veinte años no teníamos la incidencia que hay hoy en obesidad, diabetes tipo 2, enfermedad metabólica, que estamos observando en los últimos años.

—A pesar de todas las campañas que hay para promocionar la dieta mediterránea, la alimentación saludable ¿por qué se está produciendo este aumento?

—Es necesario hacer mucha más formación a nivel de la población sobre lo que debemos de comer. Creo que el estilo de vida que tenemos todos, de poco tiempo, de prisas, de carreras, hace que cada vez cuidemos menos una dieta sana, mediterránea, que cocinemos en casa, que evitemos las comidas rápida...todo eso está impactando de forma importante. Es verdad que cada vez hay más educación en cuando a la importancia del ejercicio físico. Cada vez nos damos cuenta los profesionales que el tratamiento que mejor funciona en supervivencia y evolución de la enfermedad metabólica es la dieta y el ejercicio físico, por encima de algunas novedades terapéuticas como los fármacos que se están demostrando eficaces en esta enfermedad. Es difícil a veces mantener esa concienciación a la población y no hay más que ver las cifras de obesidad infantil que hay, obesidad en todos los grupos etarios que está yendo claramente en línea ascendente.

—Si tienes obesidad en la infancia ¿cuánto tiempo medio se estima que podría aparecer un cáncer hepático?

—Eso es algo que todavía no está bien recogido, pero podemos decir que la prevalencia de la enfermedad hepática metabólica grasa es altísima. En cifras de EE UU puede ser de hasta un 40% de la población. Estamos hablando de una cantidad ingente, pero el porcentaje de pacientes que desarrolla un hepatocarcinoma es muy baja. Al final es un número importante de pacientes porque el número de sujetos en riesgo es mucho. El problema fundamental que tenemos es cómo vigilar a estos pacientes. No podemos meter en un programa de vigilancia a un número tan importantísimo de sujetos, sobre todo si la incidencia es baja. Tenemos que ser capaces de estratificar el riesgo en base a algunas variables y parámetros clínicos que nos permitan distinguir qué pacientes con enfermedad metabólica grasa tienen un riesgo intermedio alto.

—¿Se puede detectar en un análisis de sangre? ¿cómo serían esos cribados?

—Todavía no están definidos, pero sí tenemos factores de riesgo identificados. Probablemente con la inteligencia artificial. Cuando hablas de números tan ingentes de pacientes y de múltiples variables, la inteligencia artificial juega un papel importante.

—España es un país que socializa mucho con el alcohol. ¿Cuál es el mínimo? porque en esto también hay disparidad de criterios?.

—Es muy difícil establecer un límite. Es verdad que para que tengamos un daño hepático significativo por el consumo de alcohol tiene que haber un consumo importante y mantenido durante años, pero es mucho más complejo. Es excepcional el paciente que tiene un único factor de daño hepático. Si tu asocias más factores, porque el paciente que consume alcohol tiene además sobrepeso o diabetes tipo 2, la cantidad de alcohol que necesitamos ingerir para tener un daño hepático relevante probablemente sea inferior. Es muy difícil establecer barreras porque también hay factores individuales de cada persona en esa predisposición a desarrollar el daño hepático. Hemos tenido años en los que incluso considerábamos que el consumo de alcohol era algo cardiosaludable, pero hay que ser rigurosos, sobre todo en pacientes que asocien cofactores de daño hepático. Tenemos que ser muy exigentes en que la cantidad de alcohol a consumir sea muy baja. Esto está muy bien estudiado en los pacientes que tienen cicatrices importantes secundaria a una infección por virus C donde teóricamente vas a impactar de forma importante para que la enfermedad hepática evoluciones de forma favorable, y esos pacientes aunque ingieran pequeñas cantidades de alcohol suponen un factor suficiente para que siga teniendo riesgo.

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