Diario de León

MÁS MIEDO AL CALOR QUE AL FRÍO

Adiós a los viejos mitos y los refranes populares. Adiós al temor al invierno. El calor ya es más letal que el frío para los enfermos respiratorios en España. «Nos hemos adaptado mucho mejor a las bajas temperaturas que a las altas», dice el principal investigador de un estudio en 48 provincias

KIKO DELGADO

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Ya no es aquello de «abríguese bien abuelo, no vaya a resfriarse con estos fríos». En la España del siglo pasado esta frase era una clásico que se repetía en los hogares de todo el país, sobre todo en esas provincias del interior donde antaño abundaban las nieves.

Aquellos fríos oscuros de diciembre y enero solían llevarse por delante a un buen número de ancianos que encaraban el invierno delicados de salud y vulnerables ante cualquier pequeño resfriado que acababa complicándose.

Los cementerios están llenos de gripes tontas o neumonías que podían haberse curado con una buena calefacción y medicamentos. Afortunadamente hemos aprendido a convivir mejor con el frío, los pisos están mejor equipados, y ahora son las altas temperaturas y las olas de calor las que están siendo mucho más letales para las personas con enfermedades respiratorias.

Esa es la conclusión a la que ha llegado un ambicioso estudio de los investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), un centro impulsado por la Fundación ‘la Caixa’, que han analizado las muertes vinculadas a enfermedades respiratorias en 48 de las 50 provincias de España desde 1980 hasta 2016.

De acuerdo con los resultados del estudio, basado en los datos de más de 1,3 millones de defunciones, las muertes por afecciones respiratorias atribuidas a las temperaturas han pasado de producirse de manera mayoritaria durante los períodos más fríos del año a hacerlo en las épocas más calurosas.

Según los investigadores, esta reducción de la mortalidad en invierno no se debería al aumento de las temperaturas ocasionado por el calentamiento global, sino a nuestra adaptación a las temperaturas más bajas.

«Hace dos o tres décadas, las enfermedades respiratorias causadas por las bajas temperaturas representaban un riesgo adicional de muerte en España», afirma Hicham Achebak, primer autor del estudio e investigador de ISGlobal y del Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Según Achebak, «nos hemos sabido adaptar mejor al frío que al calor. La adaptación al frío ha sido casi total mientras que la adaptación al calor ha sido muy pequeña».

Publicado en la revista ‘Nature Communications’, el documento recoge los datos diarios en España relativos a temperatura y a muertes por enfermedades respiratorias clasificadas según sexo, grupo de edad y residencia. Y así, por ejemplo, los analistas han comprobado que en temperaturas frías, los niveles de mortalidad son similares en provincias del norte y del sur, lo que no sucede si aprieta el mercurio, cuando hay mayor vulnerabilidad en las zonas menos acostumbradas a soportar olas de calor.

El análisis revela que la proporción de muertes por enfermedades respiratorias en los meses más fríos se ha reducido un 16,5% por década, mientras que el porcentaje de muertes por enfermedad respiratoria durante las épocas calurosas se ha mantenido estable a lo largo de los 37 años observados. Las muertes por enfermedades respiratorias vinculadas a la temperatura han pasado de ser más frecuentes en enero y diciembre a alcanzar su pico durante julio y agosto.

«Esta investigación demuestra que los riesgos han ido desapareciendo progresivamente, por lo que, gracias a medidas adaptativas como el mayor uso de la calefacción o las mejoras en el tratamiento de la morbilidad respiratoria, la mortalidad por enfermedades respiratorias ya no depende del frío. Se trata de una completa reversión de la estacionalidad de la mortalidad», explica Achebak.

La investigación señala que la vulnerabilidad al calor es mayor para las mujeres que para los hombres y que ésta aumenta con la edad. Por el contrario, los efectos del frío son menores para las mujeres que para los hombres y disminuyen con la edad, aunque en este caso las diferencias entre grupos son menos notables.

«Durante los años más recientes de nuestro estudio, entre 2002 y 2016, las diferencias en el riesgo de mortalidad ante temperaturas frías son casi imperceptibles entre los distintos grupos, mientras que sí son significativas en verano», añade Joan Ballester, coautor del estudio. «Ello refleja un proceso notorio de adaptación al frío, pero no al calor».

Más días calurosos que fríos

Los analistas advierten de las consecuencias que el cambio climático puede tener sobre la salud de las personas, teniendo en cuenta que (como estamos viendo) los inviernos son cada vez más suaves y los veranos, más extremos.

«Hay días contados al año con temperaturas gélidas, pero ya no son un factor de riesgo, como lo eran en tiempos pasados. En cambio, las olas de calor (con temperaturas superiores a los 40 grados por las mañanas y que, a veces, no bajan de los 25 por las noches) sí se han revelado como peligrosas», detalla Achebak, que cree que los aparatos de aire acondicionado en los hogares con personas mayores («y por descontado en las residencias») ayudarían a mantener a raya la mortalidad en enfermos con problemas como asma, neumonía o insuficiencia respiratoria.

El investigador recuerda que en Estados Unidos, por ejemplo, existen centros públicos de refrigeración a los que pueden acudir estas personas durante las olas de calor, y cree que las ciudades también podrían tener en cuenta esta circunstancia potenciando espacios verdes y empleando materiales y mobiliario urbano que no retenga tanto el calor.

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