Diario de León

Caña aquí

Los hosteleros se asoman a la terraza

La penalización al sacar trabajadores del Erte retrae a parte de la hostelería de abrir el lunes, aunque el ejemplo del comercio les anima

David Llamas y Ainhoa Iglesias, ayer en El Nido. RAMIRO

David Llamas y Ainhoa Iglesias, ayer en El Nido. RAMIRO

León

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El día 26 de mayo cumple 32 años ahí: en el recodo que forma la calle del Cid cuando busca desahogarse por Ordoño IV el Malo hacia el corazón del Barrio Romántico. Son 32 años y la víspera, el lunes, reinaugura. Nunca descansó «más de 14 días» desde que abrió, avisa. «Con todos lo que llevo ahora, para qué esperar más», concede Tomás Cañón, mientras ordena un poco en el interior del León Antiguo, preparado para alistarse al ejército de los hosteleros que desafiarán a la tendencia general y abrirán en la capital para dar el servicio de terraza, aunque sea con el 50% de aforo, gracias al paso a la fase 1 que se anuncia.

No serán muchos, como auguran desde la asociación provincial de hosteleros, pero «unos» servirán como efecto llamada para que «se sumen detrás los otros», augura Cañón. Aunque no es tan sencillo. En su caso, abrirá el bar tan sólo él, que es autónomo, sin sacar al personal del Erte. Si lo hiciera, la exención de las cotizaciones se acabaría: tendría que pagar el 15% el primer mes y el 30% el segundo de los que recupere, pero además debería afrontar el 60 y el 45% de la Seguridad Social de los que aún mantenga en casa. «Si tienes que sacar a tres, sólo con lo de la terraza no libras», calcula, a la vez que camina a zancadas por la plaza para exhibir que tiene «espacio suficiente para «como mínimo 10 mesas con una separación de tres metros entre ellas». «Vamos a ver cómo va la reinauguración. Si hago 50 euros por la mañana y 50 euros por la tarde son 100 euros con los que empezar a moverse», expone.

Tomás Cañón, ayer a la puerta del León Antiguo. RAMIRO

La misma cuenta hecha David Llamas. «La cosa es que hay que meter algo para la caja porque por ahora lo único que tenemos son gastos», señala a la puerta de El Nido, en la plaza de Torres de Omaña. El lunes abrirá este bar, pero no el Pajarín, que está al lado y también es suyo. Con «dos personas de momento» serán «suficientes», aunque si la cosa se anima «para el fin de semana sacará «a otra más del Erte». No ve «otra solución que empezar a abrir» porque la «gente tiene que notar la normalidad para perder el miedo».

La normalidad incluirá «tapas de manera individual y para quien lo pida, vajilla de usar y tirar, con platos ecológicos de los de pasta de arroz». «Todo lo que me marquen lo haré: las mascarillas, los guantes, los geles, la desinfección de los baños... Pero también que la gente vea que no pasa nada», mantiene David. «La gente nos apoya y nos dice que va a venir», apostilla a su lado Ainhoa Iglesia. Calculan que pondrán «ocho mesas» porque «sitio habrá de sobra». «Mientras más abramos, mejor. Pero de los siete que somos en la plaza, de momento, creo que el único que piensa abrir por el momento soy yo», vaticina.

David Llamas y Ainhoa Iglesias, ayer en El Nido. RAMIRO

El augurio lo confirma, al menos, Elena Chacón. Casa Condeso no abrirá el lunes. «En principio, no interesa», resuelve. Van a «esperar un poco más». Su intención es «abrir el día 1 de junio», después de «ver cómo les va a los demás antes», toda vez que sepan «cuántas mesas» les dejan poner. La apertura la harán «las tres hermanas», sin más personal por el momento, aunque luego esperan que el movimiento anime a la clientela, se sucedan las fases y puedan «sacar a los demás».

No esperarán los dueños de la Antigua Churrería. Van a abrir «sin la menor duda». El local en el que estuvo el histórico Cantábrico, en la curva donde la plaza de la Inmaculada enfila hacia Roma, ya aprovecharon esta semana la posibilidad de servir café y churros para llevar. Habían inaugurado «en noviembre», iban «como aviones» y ahora ya no pueden «esperar más para empezar a facturar». La respuesta de los primeros días está «por encima de las expectativas» y el lunes esperan colocar «ocho mesas donde la esquina», informan Avelino Villa, Manuel García y Begoña Martínez. Antigua churrería. Tienen 14 personas en plantilla: «dos salieron del Erte el lunes pasado, otras tres lo harán el lunes que viene y si todo funciona bien el martes al cien por cien», calculan. «Hay que empezar y quitar el miedo», subrayan, cargados de optimismo por el movimiento de la zona centro, donde cerca de una decena de negocios se han apuntado al café para llevar gracias al trasiego de las oficinas y la animación que ha creado la flexibilización de las condiciones para el comercio. Unos tiran de otros, como demuestra el resultado de estos días.

Begoña Martínez, Avelino Villa y Manuel García, ayer. RAMIRO

Quien no se apunta es Francisco López. No. Paco el de la Bicha no ha «puesto terraza nunca» y no va a «empezar de mayor». «Yo ahora estoy en el gremio de la construcción», bromea, mientras descarga el coche en el que lleva «los botes de pintura». La calle «es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo», explica, escamado con la posibilidad de que ahora «se pongan por todos lados. Lleva en la plaza desde 1974: primero en el San Martín y desde 1977 en el local icónico que aparece en todas las guías oficiosas. No parece preocupado porque «esto es un cuento chino y cuando tengan lo que quieren, cuando les quiten los aranceles, darán la vacuna», desvela. No sabe cuándo abrirá: si «en la fase dos, en la tres...». «Además, para el turista modelo mosca», deja caer a la espera de que le pregunten cuál es ese.

—El que sale en julio y agosto para que le vean y luego se aletarga.

Paco el de la Bicha ya avisa de que no abrirá. MARCIANO PÉREZ

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