Diario de León

León empieza a aprovechar los escenarios de la Guerra Civil como recurso turístico

Defensa abandona su patrimonio en la montaña, pero ya hay municipios que lo usan para recuperar la memoria

Los fortines estratégicamente levantados entre los puertos de Tarna y las Señales constituyen un con

Los fortines estratégicamente levantados entre los puertos de Tarna y las Señales constituyen un con

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marco romero | tarna / gordón
León

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Revivir la Guerra Civil no es un recurso turístico; aprovechar sus vestigios y los escenarios bélicos para recuperar la memoria histórica, sí puede serlo. Alemania exhibe los campos de concentración del nazismo y el Parque Nacional de Valsaín, en la Sierra de Guadarrama, organiza paseos por su macabra historia. En León, todo el patrimonio militar y otros testimonios de la contienda han sido abandonados por el Ministerio de Defensa. Puestos de campaña, trincheras, nidos de ametralladora, fortines, asentamientos artilleros, búnkers, refugios, polvorines, casamatas, blocaos y otras evidencias como lápidas o hallazgos de munición y equipamiento personal permenecen a su suerte en las recónditas montañas cantábricas, muchos de ellos en perfecto estado de conservación.

Aunque no existe un inventario oficial de los escenarios bélicos y de las obras de fortificación, grupos de aficionados y entidades de diversa índole han ido completando un mapa con los principales emblemas de la Guerra Civil en la Cordillera Cantábrica, «un increíble patrimonio que sólo tiene León, porque allí tocó todo», subraya el montañero asturiano José Luis Argüelles, autor del registro particular más completo sobre este tipo de fortificaciones. «Son, además, de un increíble valor, porque casi no hay hormigón, sino que son auténticas obras de cantería y mampostería que ni siquiera hay que recuperar porque no han sido destruidas».

Tímidamente y sin el apoyo de ninguna institución supramunicipal, el uso de estos escenarios empieza a ser explotado como recurso turístico y didáctico. El primer ayuntamiento de León que está promoviendo la divulgación de la historia a través de la cadena de fortificaciones y escenarios bélicos que alberga su entorno es La Pola de Gordón. Una acertada iniciativa de la Concejalía de Desarrollo ha permitido inventariar una cadena de nueve zonas con vestigios de la Guerra Civil. En este municipio, además, ya se promociona la ruta de Fontañán, donde se conserva una impresionante trinchera fortificada con hormigón (1.608 metros de altitud) y una casamata.

El primer paso para el aprovechamiento del abundante patrimonio militar de la zona como recurso turístico, una vez que han sido localizados los principales espacios -"«todos sería imposible», advierte Argüelles-" sería la colocación de paneles informativos con un breve resumen de los acontecimientos más destables y una descripción de los vestigios o escenarios, algo que aún no está decidido. En La Pola, además de Fontañán, se han identificado refugios, trincheras y parapetos en Cerro Pedroso. Las mismas construcciones se hallan en la cumbre de Amargones; en Pico Altico se conserva un grupo de refugios, al igual que en el alto de Bustillo. En Matamediana hay una galería prácticamente hundida y una trinchera; las Sierras Negras del Cajal aún tienen una casamata de hormigón con tres troneras para ametralladoras; en Peña Muezca destacan los refugios, trincheras, puestos de tirador y, sobre todo, un túnel de 25 metros de longitud que comunica las dos laderas de la cumbre -"un nuevo parque eólico amenaza la conservación de estos restos-", y en Peña Blanca hay un peculiar refugio antiaéreo excavado en la roca, además de trincheras y parapetos.

La Asociación para la Recuperación de la Arquitectura Militar Asturiana (Arama) es la única entidad acreditada en la valorización de este tipo de bienes, hoy totalmente abandonados por el Ministerio de Defensa. «En cierto modo es comprensible. Se trata de la Guerra Civil y hay mucha gente que quiere olvidar», argumenta Ramón Duarte, vicepresidente de esta asociación. No deja de reiterar lo «desaprovechados» que están los vestigios y escenarios de la Guerra Civil española en un momento en el que Europa los está defendiendo más que nunca como recurso histórico y turístico. No en vano, hay territorios que intentan poner el valor este tipo de fortificaciones solicitando su declaración conjunta como bienes de interés cultural.

Desde la voz experta de Duarte y haciendo una selección «subjetiva», advierte, los principales emblemas que León debería recuperar en este sentido son el fortín de Isoba, las fortificaciones de Tarna y la cadena de parapetos de toda la cordillera. Isoba porque, según ha constatado, se trata de los fortines más grandes de todo el área cantábrica. Se encuentran muy cerca de las minas de talco y tienen dos galerías de unos 40 metros, intercomunicadas por otra interna. Aún conserva inscripociones de la época. «Quizá esa pueda ser la referencia en la zona asturleonesa porque, además, tampoco sufrieron fuego directo», explica Duarte. Desde su punto de vista también son reseñables los parapetos perfectamente levantados con rocas y que hoy se encuentran en un excelente estado de conservación. Y el conjunto levantado en el puerto de Tarna es para esta asociación otro de las grades refrencias cantábricas. Duarte añade el espectacular paseo por el puerto de Pinos, donde hay una abundante cantidad de restos.

Los expertos consultados coinciden en la desprotección que sufre todo este patrimonio y en cierto modo valoran que no sea divulgado, puesto que entienden que es el único modo para conservarlo. Pero esta circunstancia contrasta frontalmente con el espíritu de la Ley de la Memoria Histórica, utilizado en regiones como Cataluña o Aragón para dignificar lugares que fueron escenarios de sangrientos episodios de la Guerra Civil y la postguerra.

Años de retraso. «Aquí llevamos mucho retraso; y lo que nos queda», augura José Luis Argüelles, coautor junto a Luis Aurelio González y Loli Palomares de «La Maginot Cantábrica», un libro que recoge 50 rutas en León y Asturias por contextos bélicos de la contienda española. Tras un exhaustivo trabajo de campo, además de identificar los principales escenarios, los autores han logrado también localizar las grandes amenazas que pesan sobre este patrimonio y concluyen que en León son cinco los puntos que requieren una intervención para ser conservados o protegidos. En primer lugar, todo el conjunto de la Muezca, el Fontañán, Alto de Bustiello y Armagones, así cimo el increíble búnker de galería de la Sierra Negra del Cajal, en Nocedo de Gordón. Asimismo proponen actuaciones en el conjunto de la Peña Morquera y la Lomba, tanto como en las galerías de Caldas de Nocedo de Curueño. En San Isidro, el fortín Alboleya, las fortificaciones del Runción, Niales y al Granda, y el búnker-galería del Cueto de Castiltejón. En la línea fronteriza entre Asturias y león, los frorines de Tarna y la carretera de las Señales. Por último incluyen en su listado los fortines del Angoyo y Regaldín.

En Teruel se está siguiendo un programa piloto para valorizar este tipo de rutas con el apoyo del Gobierno autonómico, mientras que la Generalitat ha ido ampliando una red de rutas, museos y escenarios bélicos que empieza a consolidarse como un nuevo recurso para el turismo pedadógico-naturalista en Cataluña. En la Sierra de Guadarrama, en el entorno de Valsaín, el Ministerio de Medio Ambiente está financiando «Paisajes de Guerra», un paseo para interpretar los restos de construcciones de la Guerra Civil y recordar que esa zona fue un enclave estratégico durante este contexto histórico.

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