«Nadie criticó las corbatas, sí que yo cambiaba de modelo»

—¿Fue un doble reto ser la única mujer entre los letrados y la más joven?

—Con esa lucha llevo desde que empecé a ejercer. Cuando llevaba temas del Banco de Santander en Madrid, al principio, los jueces y los demás letrados se imaginaban que era procuradora. Ahora está más aceptado que las mujeres estemos en los sitios en igualdad, pero hace años era muy complicado. En Penal tampoco hay muchas mujeres y seríamos muy buenas. Somos muy observadoras y el trabajo de investigación es fundamental en los casos penales. A eso añádele nuestra testarudez, constancia y que somos más responsables y estudiosas.

—¿Se sintió juzgada por su aspecto?

—Nadie criticó las corbatas que llevaban ellos pero sí que yo todos los días cambiaba de modelo. Nos pasa a todas. A las políticas, a todas las mujeres en cargos... Incluso las mujeres somos más críticas con nosotras. Pero al menos hemos cambiado la imagen de abogada. Ya no hay que ser como Cristina Almeida, que me encanta, pero parece visualmente más sencilla. Ahora hay abogadas como la de Brad Pitt, sofisticada. Ahora ya no tenemos que ocultarnos y dañar nuestra imagen para que nos tomen en serio.

—¿A quién admira?

—A todo el mundo que ha conseguido lo que quiere con trabajo, con trabajo siempre. Es lo que hago yo: trabajar y trabajar.

—¿Le ha perjudicado representar a Isabel Carrasco?

—No. Es de los mejores asuntos que he tenido. La defendí como me hubiera gustado que defendieran a mi madre.

—Un rincón de León.

—Me gusta mucho la fuente de San Isidoro. Me encanta, no sé por qué.

—Aficiones.

—Dibujar. Se supone que yo era una nueva promesa. Pero tuve que elegir entre dibujar o ejercer. Y elegí lo segundo.

—¿Qué le pedía a los Reyes Magos de pequeña?

—Scalextric y cosas de esas.