Diario de León

la represión de las mujeres

La portera leonesa fusilada en Barcelona

Cristina Fernández, de Villasinde, es una de las once mujeres ejecutadas en el Campo de la Bota al caer, en 1939, bajo el dominio del ejército franquista la Ciudad Condal, que rescata su memoria y las homenajea.

Edificios del Fórum en lo que fue campo de la Bota (abajo). Arriba, homenaje a las fusiladas en el espacio aún sin urbanizar. Las traían de la prisión de Les Corts. GAITERO / AYUNTAMIENTO DE SANT ADRIÁ DE BESÓS

Edificios del Fórum en lo que fue campo de la Bota (abajo). Arriba, homenaje a las fusiladas en el espacio aún sin urbanizar. Las traían de la prisión de Les Corts. GAITERO / AYUNTAMIENTO DE SANT ADRIÁ DE BESÓS

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ana gaitero | león

Antes del amanecer le sacaron de la celda y la condujeron a la capilla de la prisión Modelo. Era el macabro ritual. Allí esperó, junto a varios hombres, la llegada del camión que les trasladaría a la orilla del Mediterráneo. Bajo el rumor de las olas y con más sabor a pólvora que a sal, olió la muerte antes de caer desplomada por los disparos sobre el montón de arena, con las primeras luces del 13 de mayo de 1939.

Cristina Fernández Perera fue fusilada en el parapeto del Campo de la Bota de Barcelona, donde hoy se extiende el Fórum, tras ser detenida, encarcelada y sometida a un consejo de guerra. Esta leonesa nacida en el pueblo berciano de Villasinde (Vega de Valcarce) tenía 39 años, era portera, estaba casada y tenía un hijo. Su esposo, Baltasar Paz Fernández, también fue detenido y juzgado. Él salvó la vida. Le condenaron a 20 años de prisión.

La de portera fue una profesión peligrosa al acabar la guerra. En Barcelona fue el grupo laboral que más padeció la represión de la dictadura por sus supuestas implicaciones con el régimen republicano. Habían sido movilizadas durante la guerra para identificar a posibles quintacolumnistas.

Así le sucedió a Cristina Fernández Perera, que trabajaba en el número 163 de la calle Tamarit, en la orilla izquierda del Ensanche barcelonés. Al caer la Ciudad Condal en manos del ejército franquista en los últimos meses de la Guerra Civil, fue denunciada por el dueño de la finca y otros vecinos acusada de denunciarles como fascistas durante la etapa republicana.

La leonesa es una de las 11 mujeres que fueron fusiladas en el Campo de la Bota, sobre un total de 1.717 víctimas republicanas de las que se tiene conocimiento de su ejecución entre 1939 y 1952, como consecuencia de la represión franquista.

En este espacio ganado al mar, entre Barcelona y Sant Adriá de Besós, se ha erigido un lugar de memoria en recuerdo de las 11 mujeres. La iniciativa partió de la Comisión de Memoria y Género del distrito de Sant Martí y fue realizada en colaboración con el Ayuntamiento de Sant Adriá de Besós, comenta Marta Mas.

«Estábamos con un proyecto de memoria de las mujeres en las calles y nos encontramos con el trabajo de Fernando», explica. Se refiere a la tesis doctoral de Fernando Hernández Holgado sobre las presas del franquismo, en la que también destapa los casos de las fusiladas de Barcelona.

Con ellas se abrió la Caja de Pandora de la memoria pública. Ahora hay varios frentes abiertos y una comisión ciudadana al frente para hacer un mapa de la represión en la ciudad. «¡Ya era hora de que alguien se acordara de las mujeres!», exclamó Mari Salvo, quien contó su experiencia en la prisión de Corts.

Las ciudades cambian y la historia pasa. Donde hoy está El Corte Inglés de la Avenida Diagonal se encontraba la prisión de mujeres de Barcelona. En este penal fue encarcelada Cristina Fernández Perera, tras ser detenida el 5 de marzo de 1939 y pasar unos breves días en la cárcel Modelo.

Los vecinos que testificaron en el consejo de guerra también la acusaron de ir armada con una pistola «para matar a los burgueses». No faltó la coletilla que se repite en la mayoría de los expedientes de las mujeres represaliadas. Dijeron que la emigrante leonesa era una mujer de «conducta deprabada». Declaraciones que firmó y rubricó el comisario jefe el 14 de marzo de 1939, en el «III Año Triunfal».

Cristina respondió ante el juez que «no es cierto y que precisamente por su protección vive el dueño aunque cumpliendo su obligación de portera dijese donde vivía y si estaba o no en casa cuando le fueron a buscar para registrarle, en cuyo registro le encontraron una pistola», recoge Hernández Holgado.

Las porteras son el colectivo profesional más represaliado al finalizar la guerra en la ciudad. «Cuando las tornas cambiaron fueron víctimas de las denuncias de muchos inquilinos», comenta Hernández. Los datos de encarcelamiento en la prisión de mujeres de Les Corts no dejan lugar a dudas. En octubre de 1939 se registran 3.267 entradas en una prisión que alcanzaba las 200 hasta entonces. Un total de 108 de las reclusas eran porteras.

De las once fusiladas en el Campo de la Bota, dos ejercían esta profesión. Elionor Malich Salvador, otra portera, fue juzgada en un consejo de consejo de guerra y condenada a muerte en el aquel trágico mes de mayo de 1939. Elionor fue tachadas de extremista y como agravante el tribunal añadió era mujer de «moral dudosa y, según su propia madre, ha vivido maritalmente con varios hombres».

La idea de que la represión hacia las mujeres tuvo un carácter más allá de sus implicaciones políticas es una sombra alargada. «Querían acabar con el modelo de mujer libre que se abría paso en la República e imponer su sometimiento al hombre en todos los ámbitos, que fue loque primó en la dictadura», comenta Marta Mas.

Elionor Malich fue ejecutada el 8 de agosto de 1939 junto a Virginia Amposta, natural de Pinell de Brai (Tarragona) y que durante la guerra había formado parte del comité de milicias , como representante de la UGT, de Sant Vicenç dels Horts junto a su marido Adolfo Casé Pitarque. Aunque se concentró en su actividad de maestra infantil fue tachada de «muy peligrosa». Dijo el tribunal que había aprovechado para «hacer propaganda disolvente» entre su alumnado de párvulos.

La primera fusilada fue Carme Claramunt Bonet, el 24 de abril de 1939. Esta barcelonesa tenía 28 años y estaba soltera. El 11 de mayo de 1939, dos días antes que la leonesa oriunda de Villasinde, ejecutan a Eugenia González Ramos, una joven madrileña de 20 años a la que el final de la guerra le sorprendió en el Hospital de Mataró. Acusada de pertenecer al PCE y al Socorro Rojo, aunque ella lo negó, fue fusilada a las 5 de la madrugada junto a varios hombres. El certificado de defunción pone que falleció por «hemorragia interna», eufemismo que se repitió para enmascarar las ejecuciones en los papeles oficiales.

Ramona Peralba Sala, de Berga, fue ejecutada tres días después que Cristina Fernández. Acusada de ser «conocida extremista afiliada a CNT, antes y durante el Glorioso Movimiento; delegada de la FAI en la sección textil de la fábrica Monegal, propagandista del desnudismo y de las ideas marxistas».

Neus Bouza Gil, obrera textil y militante de la CNT, fue la última mujer fusilada en el mes de mayo. Fue un día aciago en el que ejecutaron a una veintena de hombres y a esta mujer del barrio de Poble Neu, a la que acusaron de haber participado en los fusilamientos de los militares rebeldes en el Campo de la Bota, donde en realidad había trabajado en labores auxiliares de cocina y lavado de ropa.

Dolors Giorla Laribal fue ejecutada el 20 de junio y Magdalena Nolla al día siguiente. La una tachada de ser mujer «de malos sentimientos» por haber denunciado a su marido, un médico que la maltrataba física y psicológicamente según alegó y que había escondido en su casa a dos monjas y un falangista. De Nolla dijo el tribunal que era «mujer de muy mala conducta» en la sentencia de muerte que también la tacha de «roja-separatista» por su pertenencia a Ezquerra Republicana.

El listado de víctimas de la guerra civil elaborado por Josep María Solé permitió saber que en 1940 fueron pasadas por las armas otras dos mujeres: Asumpció Puigdelloses Vila, de 43 años y casada, e Inés Giménez Lumbreras, de 24 años, estudiante y soltera en los meses de marzo y noviembre.

Las ejecuciones en el Campo de la Bota se prolongaron hasta 1952. Ese mismo año se cierra la prisión de Les Corts. Hoy una plaquita recuerda al lado de los grandes almacenes la existencia de este penal, antiguo asilo del Buen Consejo inaugurado en 1936 como correccional de mujeres tras derribarse una vieja prisión de mujeres en la ronda de San Pablo.

Con motivo del 14 de abril, Alicia Oliver, del grupo de mujeres República Feminista de Ca la Dona de Barcelona, promovió el homenaje anual a favor de las 11 fusiladas del Campo de la Bota con una conferencia de la profesora Nuria Ricart y la exposición de la comisión ciudadana. En Villasinde no hay rastro de Cristina Fernández Perera (o Pereira).

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