Diario de León

Sistema para sanitarios

«No somos héroes, una sonrisa es la recompensa»

Rubén Castellano es uno de los profesionales que vive en el Hotel Abad San Antonio, que aloja a quienes atienden a los enfermos de Covid-19 y prefieren permanecer confinados lejos de sus familias

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«¿Que qué es lo que piensas? Pues qué injusta ye la vida». Rubén Castellanos dejó su trabajo en un sanatorio de Langreo al que nunca ha llegado un caso de Covid-19 para ofrecerse como voluntario en los centros sanitarios de Asturias y León y atender a las víctimas de la pandemia. Le llamaron primero de León, y tiene «un contrato Covid de dos meses». En un primer momento fue a vivir con su tía en San Feliz de Órbigo, pero se trasladó al hotel San Antonio Abad «por precaución, porque convivía con gente mayor». No habla de miedo, pero sí de prudencia. No le interesan los números, sólo las personas a las que cada día asea, da de comer y atiende como uno de los pocos vínculos que les unen al lado humano de la pandemia. Esos ancianos que se desorientan ahora más que nunca aislados en habitaciones de hospitales a las que sólo entran seres forrados de batas, con mascarillas y pantallas en la cara. «Nos ven como si fuéramos de la Guerra de las Galaxias».

La inmensa mayoría de los pacientes son personas de avanzada edad, y llevan la enfermedad «muy mal. Porque es muy dura, pero también por el aislamiento que implica. Están en su casa, se sienten mal, les llevan al hospital y de repente se ven aislados, enfermos, sin nadie de su familia al lado,... Alucinan cuando aparecemos con nuestros trajes. Al principio desconfían, porque lo que ven no son personas. Pero luego te vas haciendo con ellos».

El eslabón humano

«Las personas mayores alucinan cuando nos ven entrar con esos trajes y pantallas, desconfían»

A menudo les cuesta entender lo que les está pasando, en otros casos tienen muy claro lo que quieren. «He llegado a vivir cómo una mujer me pedía que la ayudara a morir. Eso es lo más duro, No poder ayudarles de verdad». Porque al final los sanitarios que atienden a los pacientes contagiados por el coronavirus se convierten en cierto modo en su familia. «No sólo porque somos los únicos que estamos con ellos, sino porque sus estancias son largas, y nosotros llegamos a tomarles mucho cariño. Se nos han ido muchos, y por los que se van, por lo que viven los que están ingresados, por todo lo que está pasando, acabamos llorando nosotros muchas veces».

El vínculo humano

Las enfermeras y los auxiliares de enfermería son el vínculo humano que durante días y días de sufrimiento tienen los pacientes de Covid aislados en sus habitaciones. Salvo excepciones. «Hemos tenido algunas parejas o hermanas que han ingresado juntos. Aunque al final la evolución no es la misma, y acaban separándoles también en distintas habitaciones».

La soledad es lo que más duele a pacientes que sufren el duro trago físico de la enfermedad, con sus fiebres, su asfixia, dolores, diarreas, sarpullidos,... Todo un manual de síntomas en el que lo que más sufre es el alma.

Relación intensa

«Somos su compañía, y están ingresados mucho tiempo. Les coges cariño, y sufres y lloras si se van»

Rubén Castellanos trabaja en una planta del hospital Monte San Isidro donde atienden a 27 pacientes. Allí van parte de los positivos por Covid del Hospital de León. «Cada habitación tiene un teléfono y las familias llaman; y el Sacyl puso también un móvil para hacer vídeoconferencias con las familias». De eso también se encarga el personal sanitario. ¿Qué se dicen? «Qué vas a decir en esos casos. Se dan ánimos y fuerza, deseos de que se recuperen,... Llama mucho la atención que por lo que más preguntan las personas que están ingresadas es por su familia, quieren saber si todos están bien».

De lo suyo «sólo preguntan cuándo van a volver a casa. Y sólo nos piden que les demos de beber. Agua es lo que quieren, de comer ni hablar».

El momento más duro

«Han llegado a pedirme que les ayude a morir, es muy difícil no poder darles un apoyo mayor»

Duro es también ver cómo hay compañeros que se contagian y enferman. «Eso se vive con fastidio». El que nunca pensó que viviría en sus diez años de trayectoria profesional. «¿Quién iba a estar preparado para una cosa así?»

Quizá ni siquiera el sistema sanitario, porque el auxiliar de enfermería no quiere hablar de falta de equipos de protección, aunque reconoce que «a temporadas algo ha faltado. Pero se va reponiendo. Es algo que no gusta, pero el trabajo hay que hacerlo igual, no te queda otra. Más ahora, que todo tenemos que hacerlo con más rapidez, en el espacio de tiempo más corto posible para no perjudicar a los pacientes».

Tampoco les han hecho test. «Dicen que van a empezar a hacerlos, pero si no tienes síntomas para qué. Es una opinión personal, otros compañeros piensan que es mejor». Todo en un clima que estadísticamente tiende a la normalidad. «En el hospital sigue habiendo ingresos todos los días».

Por eso los comentarios entre los sanitarios son de preocupación ante la desescalada. «Sanitariamente la cosa va muy lenta, creemos que en la sociedad hay demasiado optimismo y eso es peligroso». Peligro con sentido del humor. «Ya decimos, el día 2 todo el mundo a hacer deporte. Y en el hospital vamos a tener plantas Covid y plantas para infartos y traumatología».

Los mejores

«Cuando esto pase los eventuales volveremos a ser números en una lista a la espera de un empleo»

Entre el universo Covid que se impone como realidad en el hospital y el aislamiento en el hotel Abad San Antonio pasan los días para este sanitario, que sonríe cuando se le pregunta por los aplausos, pero también por los ataques que han sufrido algunos por parte de sus vecinos. «Da mucha pena. No somos apestados, pero tampoco héroes, ojo. Es nuestro trabajo y lo hacemos con toda la gracia del mundo». A algún compañero en Asturias hasta le han reventado la puerta de casa para que no vaya a dormir.

«También dicen que van a pagar pluses por el trabajo que hacemos. Yo no lo quiero, que compren EPIs. Lo que me hace sentir contento y satisfecho es la sonrisa de un paciente. Con eso me vale».

Porque hay quien le llamó chiflado por ir voluntario a esta pandemia. «Esto es una vocación, si no, para qué». Orgullo. «No es que tengamos el mejor sistema sanitario del mundo. Eso es gracias a los profesionales de la sanidad».

Esos que como él lo están dando todo, y cuando acabe el trago duro de la pandemia volverá al punto de partida. «Muchos que antes no quisieron volverán a trabajar, y a los eventuales nos darán una patadita en el culo. Al final, volveremos a ser sólo números en una lista de trabajo».

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