Diario de León

Tras el fuego

«Primero la pandemia y ahora el castigo del fuego»

Vecinos de Pumarín, Lamagrande, Villafeile, Quintela y Balboa lamentan los destrozos del incendio forestal en este valle verde de gran belleza. «Ya sólo nos falta que se queden embarazadas las gallinas», dijo uno con sorna

Ponferrada

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Los castaños centenarios y los bosques de robles del valle de Balboa se salvaron de la quema, pero el golpe de vista de una kilométrica lengua negra de monte quemado encoge el corazón. Balboa y la olla central del Bierzo amanecían ayer sumidas en la neblina forestal. Todo cubierto por una fina humareda gris, procedente del pavoroso incendio que se aproximó al castillo de Balboa y que se llevó por delante la masa de escobas y maleza que coronaban las laderas en dirección a los pueblos de Lamagrande y Villafeile.

«Primero sufrimos la pandemia y ahora nos castigan con el fuego; ya sólo nos falta que aquí se queden embarazadas las gallinas». La frase —con sorna bercianogalaica— la pronunciaba ayer en Balboa Carlos Rodríguez, el dueño del bar O Subiao , enfadado por los destrozos naturales. La noche fue larga. Las lenguas de fuego del incendio forestal no quedaron sofocadas hasta las cuatro de la madrugada del martes, con rebrotes matinales.

Carlos, de O Subiao, lamentaba lo sucedido. ANA F. BARREDO

El pesar era generalizado entre los vecinos de Quintela, Balboa, Pumarín, Lamagrande o Villafeile. Fue aquí donde más temor sufrieron, porque temperaturas de más de 34 grados, con un fuego azuzado por fuertes vientos del Oeste, pudieron convertir el suceso en una tragedia. El gran despliegue aéreo y terrestre lo impidió.

«Al matar el monte con las quemas, nos matan también un poco a nosotros. ¡Esto es una pena, una desgracia!», exclamaba otro vecino que prefería no dar su nombre, señalando con el dedo el contraste de los linderos del negro ceniza y el verde salvaje de la naturaleza de esas montañas.

Máquina que abrió cortafuegos para proteger los pueblos. ANA F. BARREDO

Las causas del incendio se desconocen con certeza. En los pueblos de la zona, entre todas las personas consultadas circula la sensación de que esta vez no fue provocado. «El fuego salió de un punto aislado, del otro lado del río, en una ladera monte arriba alejada del hotel Ancares y Quintela», indicaba un vecino de Balboa. Hay quien baraja la hipótesis de que pudo partir de los efectos lupa de un cristal de botella. Con certeza, pocos lo saben.

El alcalde de Balboa, Juan José López, reivindicaba más inversión en prevención y así se evitaría el gran gasto en extinción. Llevaban dos años sin incendios forestales en esta zona.

Un ganadero y cazador de la zona también coincidía en la necesidad de apoyar a los que limpian el monte con su ganado. «Somos los más afectados», dijo.

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