Diario de León

La niña del hatillo y ojos acobardados

La expedición humanitaria que ha partido de León hacia Ucrania ya ha pasado el ecuador del viaje pero la incertidumbre crece al entrar en Alemania, donde se empiezan a ver caravanas de vuelta a España con mujeres de rostros acobardados y niños azarados que evitan separarse de su equipaje atesorado en hatillos casi insignificantes sobre los que descansan

León

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Una niña de nueve años no debería bajar la mirada por huir de una guerra . Tampoco debería atesorar toda su pequeña historia en un hatillo sobre el que se sienta por dos razones: por agotamiento y para evitar que se pierda entre el trasiego de desplazados que cada día, por miles, atraviesan la frontera entre Ucrania y Eslovaquia, adonde se dirige el convoy humanitario que partió el domingo desde León . Y mucho menos esa debería ser su misión en el día de su cumpleaños; malditas guerras enfermas.

La menor forma parte de un grupo de trece refugiados —sólo madres e hijos— que ayer lograban salir sanos y salvos hacia Barcelona. Un hombre, sólo uno, viaja a España y vuelve a Cracovia prácticamente cada día para buscar nuevas vidas que rescatar. Esta vez han sido siete niños y seis mujeres adultas, explica Alfonso Calzado. «Depende lo que deje la guerra», dice. Todos acabarán en casas de acogida, da igual dónde. Tampoco saben dónde serán escolarizados sus hijos, ni siquiera si la familia volverá a reunirse algún día. Jamás había visto una situación tan penosa en el mundo como la de ayer y es probable que no la vuelva a ver. Existió por unos minutos pero se desvaneció en segundos. Dos pick up cargaron a las familias y partieron hacia cielos más seguros en Caldes de Malavelle.

Ya hay nuevas rutas para huir por Alemania, Polonia... Pero nadie quiere irse lejos. La mayor parte —lo relatan los que vuelven de las fronteras ucranianas que recorreremos esta semana— prefieren quedarse cerca de sus casas rotas con la esperanza de poder volver pronto, volver para la reconstrucción, volver porque la guerra se ha ido.

En estos puntos de la frontera, advierte nuestro contacto en Kosice, Eva, las imágenes son desmoralizantes. Dependiendo de la situación interna en Ucrania, pasan alrededor de 10.000 desplazados cada día; 10.000 seres humanos embestidos, destrozados.

En la frontera que nos espera mañana se han ido creando espontáneamente tres zonas de paso. La más utilizada por los refugiados es Vysne Nemecké. El 70% de las personas que huyen de Ucrania hacia Eslovaquia lo hacen por aquí. También es el punto principal de salida de productos. Luego está Ubla, donde se permite el paso de personas y coches y, ya por último, está el corredor de Slemense, que es el más pequeño de todos y al que sólo acceden personas andando. Aquí llegan en un estado deplorable. No arrastran porcelanas ni muebles antiguos, como los que se van en coche. Son refugiados de tercera, con hatillo. 

El convoy en el que viajan un periodista y un fotógrafo de Diario de León relata el viaje tras cumplir la primera escala de su periplo

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