Diario de León

| Entrevista | Antonio Martínez Llamas |

«Isabel la Católica tenía unos celos terribles de la dama de Arintero»

El médico y escritor leonés rescata en una novela uno de los personajes más legendarios y defiende que Juana García, la dama de Arintero, existió y luchó disfrazada de hombre

León

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Puso en su sitio a Felipe II y ahora hace lo propio con Isabel la Católica. Seducido por la leyenda de la dama de Arintero, Antonio Martínez Llamas investigó durante meses una historia acaecida en el siglo XV. Quería sacar del olvido a una mujer heroica y poco conocida incluso para los leoneses. Una joven valerosa que disfrazada de hombre luchó y fue premiada por Fernando el Católico, lo que desató los celos de la reina. El médico y escritor leonés defiende en su libro La Dama de Arintero (Planeta) que Juana García fue real. La historia llega mañana a las librerías. -¿Quién era la dama de Arintero? -Está sustentada en una leyenda típicamente leonesa. Siempre la he defendido como la leyenda más leonesa, de la que nos podemos sentir más orgullosos. -¿Pero no existió? -Hay que desterrar el término leyenda. Creo que Juana García, la dama de Arintero, existió. Fue a la guerra, a favor de los Reyes Católicos y en contra de Juana la Beltraneja. Si nada se tuerce, el día de la presentación de la novela en León vamos a mostrar un cuadro de 1650 en el cual apareció, en la parte posterior, un pergamino, donde el secretario de Lugueros da fe de que Juana García, natural de Arintero, participó el 1 de marzo de 1476 en la batalla de Toro o batalla de Peleagonzalo. En ese documento no consta la muerte de ella. -El personaje de la dama de Arintero es similar al de Agustina de Aragón o Juana de Arco... -Podría ser la Juana de Arco leonesa, pero es más que eso, porque Juana García representa al pueblo más oprimido, a los vasallos. Va a la guerra porque en su casa no hay hijos varones. -¿Va para evitar que lo haga su padre? -No, porque no soporta que en la casa de Juan García no se pueda cumplir con el deber de vasallaje. Los Reyes Católicos pidieron mozos para la guerra y que en cada casa que hubiese un hombre de 18 a 35 años, uno estaba obligado a ir. -El hecho de que la historia la haya olvidado, hasta el punto de que no se sepa si fue real o leyenda, ¿es porque era mujer? -Hasta ahora sólo había un breve libro de Javier Tomé sobre la dama de Arintero. Pero la dama necesitaba una novela. Se lo debíamos a Juana García. Un día, en sueños, le pregunté: ¿me dejas escribir una novela sobre tu vida?. Y ella dijo: «Adelante». Creo que la novela era necesaria e imprescindible. -¿Por qué? -Porque la leyenda se quedaba corta para un personaje tan meritorio. -Ha novelado la vida de Isabel de Valois, ahora la dama de Arintero, ¿siente especial atracción por los personajes históricos femeninos? -Sí. Sé que lo habitual es que las mujeres escriban sobre mujeres y los hombres sobre hombres. Si se me permite una discreta petulancia, si mantuve el tono con Isabel de Valois, ¿cómo no iba a sacar adelante a nuestra dama de Arintero? Es una novela que he escrito con una emoción especial. -¿Cuándo descubre el personaje y se deja seducir por él? -Siempre fue una leyenda leonesa de mi predilección. Desde el primer momento sentí una atracción especial por esta mujer; y pisar Arintero, a finales de los ochenta, conformó la idea clara de que la dama necesitaba un libro en el que pudiéramos expresar la enorme miseria de los pueblos leoneses. -¿La novela transcurre sólo en un año, en 1476? -Está narrada en primera persona, es el año 1500 y lleva supuestamente 24 años muerta, ya que según la leyenda fallece en 1476 en La Cándana. -¿Y no fue así? -En la novela me he tomado la libertad literaria de simular su muerte y su entierro. El hombre de quien ella se enamora en la guerra, Forlán Azevedo, se la lleva a Corniero, donde contará su vida. -¿Cuántos años tiene cuando va a la guerra? -Veinte. -¿Intentó imaginar su casa? -Quien lea la novela aprenderá y conocerá cómo era la sociedad leonesa en la Baja Edad Media: la forma de vestir, la alimentación, enfermedades... Quizá ese es uno de los deberes de la novela, enseñar y no deformar la historia. Hay una libre interpretación, pero «mintiendo» literariamente lo menos posible. -Son años previos al descubrimiento de América, ¿se refleja en la novela? -La narración de Juana se produce ocho años después del descubrimiento. También ese terremoto de la noticia se refleja, aunque entonces las noticias llegaban tarde, mal y deformadas... -Puso en su sitio a Felipe II y quiere hacer lo propio con los Reyes Católicos, a los que en su época escolar tanto se encumbró... -Me tomo la libertad de asegurar, sin olvidar que se trata de una novela, que toda la opinión que se destila en el texto sobre los Reyes Católicos es rigurosa y colocándoles en el lugar que realmente ocuparon. -A saber... -No es de extrañar la pregunta que se hace Juana García en la novela: «¿Cómo se puede llamar católica a una reina que me mandó matar, por el simple hecho de ser una mujer falseada?». -¿A quién engaña la dama disfrazada de hombre? -Forlán Azevedo, cuando la conoce en Benavente y ella se hace llamar Diego Oliveros, rápidamente la mira y dice: «Serás un hombre, pero tienes ojos y manos de mujer»... -¿Era una marimacho? -Estoy seguro de que era normal, que se vio obligada a disfrazarse de hombre. No es verdad que tuviera pocos atributos femeninos... Fue una mujer normal que se vio enfrascada en una guerra civil. -Fue a la guerra porque quiso. -Ella quería representar el orgullo familiar y cumplir el deber de vasallaje que tenía su padre. Fue probablemente mal vestida, montando un mal caballo y con miedo. -¿Isabel la Católica tuvo celos de la dama de Arintero? -Claro. -¿Por qué? -Tiene una celotipia hacia Juana porque es una mujer, además falseada, lo que mortifica a la reina. El rey Fernando le había concedido privilegios por su buen comportamiento en la batalla, y esto es algo que la Católica no estaba dispuesta a permitir. Es una celotipia política, pero también hay celos de una mujer que no soporta que una pechera (plebeya) de León esté por un momento en el pensamiento del rey. -¿No hay personajes en León como Alfonso X, Almanzor o Urraca que le inspiren? -Quizá los Quiñones y los Guzmanes, para una novela de estirpes. -¿Escritor leonés, escritor de novela o escritor de novela histórica? -Escritor, sin más. Me muevo bien en el campo histórico, no me importa que me cataloguen como escritor de novela histórica. Una novela histórica tiene que estar basada en la investigación; tras la documentación, viene la literatura.

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