Diario de León

| Reportaje | Un clásico del «llionés» |

«Na nuesa fala guapina»

Llega mañana a manos de los lectores «Cuentos y poemas en leonés» de Caitano Bardón, la entrega número 49 de la Biblioteca Leonesa cuyos libros ofrece el Diario cada sábado

Cayetano Á. Bardón, uno de los pocos escritores «clásicos» en leonés

Cayetano Á. Bardón, uno de los pocos escritores «clásicos» en leonés

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E. Gancedo - león
León

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Hace exactamente cien años, Cayetano Álvarez Bardón ( Caitano , como solía rubricar sus textos) componía el germen del libro que luego se conocería como Cuentos en dialecto leonés , cuya última edición -la tercera, un muy familiar librín de tapas azules- ha venido ocupando desde hace décadas un lugar preferente en las librerías y en los hogares de los leoneses. Como no podía ser de otra manera, la monumental Biblioteca Leonesa de Escritores que cada sábado entrega el Diario de León ofrece mañana este volumen pero en su segunda edición, menos conocida y con algunos textos casi inéditos para el gran público, como por ejemplo el poema Las mis montañas lionesas . Al igual que el resto de libros, esta obra se distribuye al precio simbólico de un euro y medio y hace el número 49 de los 52 títulos de los que se compone esta imprescindible colección. La empresa Edilesa, encargada de la edición de los volúmenes, ha llevado a cabo una gran labor recuperando la citada segunda edición y limpiando un texto «difícil» por cuanto que fue escrito en una época -principios del siglo XX- en la que, pese a que el leonés era hablado mayoritariamente por la población rural de más de la mitad de la provincia, no se había empleado literariamente desde la Edad Media y no había reglas fijas para su escritura. «Fulgacián» y don Wences La obra también incluye colaboraciones y piezas recogidas de la tradición oral del tío de Caitano, Emilio (quien utilizaba el paradójico seudónimo de Un fulgacián ) y de su primo Wenceslao, figura clave para que este libro haya llegado a nuestras manos tal y como hoy lo conocemos. En realidad, todo este conjunto de poemas, sucedidos, historias y anécdotas, unas recreadas, otras ficticias, otras tomadas directamente del pueblo -y más tarde algo aumentado en su tercera edición- constituye un testimonio de enorme valor lingüístico y etnográfico que nos habla de una cultura, la leonesa, la nuestra, milenaria e irreemplazable. Militar de profesión, Cayetano Álvarez Bardón (Carrizo de la Ribera, 1881-Oviedo, 1924) se distinguió por estudiar con apasionamiento y profundidad la historia y la lengua tradicional de las comarcas del Órbigo, Cepeda y Omaña; y escribió numerosos e interesantes textos para una Historia de la provincia de León que, lamentablemente, fueron destruidos al quemarse su casa durante la Revolución de Asturias. Cuentos y poemas es el libro por el que, ante todo, es hoy recordado -y no demasiado, pues este año se ha cumplido el centenario de su aparición y nadie se ha preocupado de celebrarlo como se merece-. En resumen, la obra da voz a aquellos innumerables paisanos nuestros que durante tantos siglos emplearon esta lengua hermana de la asturiana pero que en muy pocas ocasiones se puso por escrito al considerarla rústica o atrasada; y, por ello, se fue perdiendo hasta llegar al momento actual, en el que sólo resiste arriscada en las comarcas de Cabreira, Altu Sil, Babia y L.laciana, aunque aún queda gran parte de ella, fragmentada, en toda la zona occidental de León, de la ribera del Órbigo al Bierzo Alto, de Omaña a Sanabria; y también muchas palabras, mucho léxico, en la fracción oriental. Pero hace menos de un siglo, la gente de la Cepeda y de la ribera del Órbigo, en el centro mismo de León, falaban su lengua autóctona tal y como se nos muestra, de una manera tan viva, plástica, sugerente, ¡y divertida! en este libro de Cayetano Álvarez. Bardón, Caitanu . Testimonio directo En el prólogo de la obra, elaborado por quien esto escribe, se ha recuperado el testimonio de Emilio Álvarez Moro, sobrino del autor, con 79 años en el momento actual, quien narra un buen puñado de anécdotas referentes a la veneración que la familia siempre sintió por Cayetano, Caitano , y por Emilio, el Fulgacián (holgazán).

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